Estamos acostumbrados, sobre todo en las ciudades, a convivir a diario con los semáforos, que regulan el tráfico y evitan accidentes y atropellos. Tanto durante el día como durante la noche. Pero los semáforos no funcionan de la misma manera en todos los lugares. Anna, una española que lleva años viviendo en Finlandia y que se dedica a mostrar curiosidades del país nórdico en sus cuentas de TikTok y YouTube, ha enseñado cómo son allá.
Apagados o en ámbar
“En muchos sitios de Finlandia a partir de cierta hora de la tarde los semáforos o bien se apagan o los ponen en ámbar hasta el día siguiente para ahorrar energía”, explica la joven. “Los primeros meses yo no se lo preguntaba a nadie, pero tenía esa duda de por qué a las seis de la tarde todos los semáforos del pueblo se ponían en ámbar hasta el día siguiente, y el fin de semana todo el día”.
Anna asegura que verlos en ámbar o apagados no multiplica los problemas. “La gente básicamente sigue las reglas de tráfico. Lo más sorprendente no es que siga las reglas de tráfico, porque evidentemente si tienes el carné te las sabes, es que nunca hay atascos ni nadie toca la bocina ni se ponen nerviosos. Es prácticamente igual que si los semáforos estuvieran funcionando, pero no lo están”.
Sentido común nórdico
Eso sí, asegura en el post que la reducción del consumo eléctrico no es la principal razón para que los semáforos sean así en Finlandia. “Lo del ahorro energético no es el principal motivo por el que lo hacen. Por la noche cuando las calles están vacías no tiene ningún sentido que las luces de tráfico sigan funcionando, por eso muchas veces las apagan. Es parte de un enfoque nórdico de diseño basado en el sentido común: no se sobrerregula donde no hace falta”.
Con el paso de los años afirma que ya se ha habituado a esta situación. “Voy a confesar que a mí me costó acostumbrarme a que en los cruces no hubiera ni semáforos ni ceda el paso ni stop ni nada”, porque donde ella vivía “había un semáforo en cada esquina”, pero explica que “la gente espera su turno, sabe cuándo es su turno y ya está”.
“Ya me he acostumbrado porque llevo un montón de años en Finlandia, pero cada vez que viene mi madre dice: ‘Ay, los semáforos en ámbar. ¿Por qué será?’. Y siempre me vuelvo a acordar de que cuando yo llegué me pasaba lo mismo”, dice.
