Cuando hace unos años, la repentina irrupción de la inteligencia artificial (IA) en nuestro mundo digital y su influencia en el analógico, muchos especularon con su influencia sobre el mundo de la cultura y de la creación artística. El relato del escritor inglés Roald Dahl El gran gramatizador automático adelantó esta circunstancia con la creación de una máquina capaz de escribir una historia de una extensión a elegir, sobre cualquier tema y al estilo de un escritor concreto. Al final se hace con toda la producción literaria del mundo y solo unos pocos escritores, casi en la clandestinidad, siguen haciendo una literatura humana.
Porque ese es el gran debate-temor, si la IA será capaz de sustituir con éxito la chispa humana a la hora de crear una obra artística y si el público será capaz de diferenciar quién o qué lo ha hecho.
Una ópera con IA
Durante mucho tiempo, al menos en occidente, se ha considerado la ópera como la más grandiosa expresión artística al unificar en una misma música, literatura y las artes escénicas. La inteligencia artificial ha respondido al reto. El Teatro Mariinski de San Petersburgo (Rusia) estrenó el pasado mes de junio la ópera Mandrágora, la primera creada con ayuda de inteligencia artificial. El banco ruso Sberbank, el principal de ese país y uno de los patrocinadores de este proyecto musical, se encargó de anunciar el acontecimiento.
"En la Nueva Escena del Teatro Mariinski tuvo lugar el estreno de la ópera mística Mandrágora, el primer espectáculo musical a nivel mundial creado con uso de tecnologías de inteligencia artificial", indicó el banco en un comunicado en el que destacó que la obra "marca una nueva etapa en la síntesis de arte y las tecnologías".
Según Sberbank, el estreno absoluto de la ópera, el 19 de junio, "ha sido el suceso cultural más importante del Foro Económico Internacional de San Petersburgo y el Festival Estrellas de las noches blancas".
Queda por ver si el éxito de público se debe a la calidad artística del trabajo o a la curiosidad de ver de primera mano la capacidad de una IA por crear una obra de este tipo.
De qué se encargó la IA
La ópera se basa en ideas de Piotr Chaikovski, compositor ruso del período del Romanticismo, autor entre otras obras de El lago de los cisnes, y Serguéi Rachinski, colaborador habitual del músico. En 1869, Chaikovski escribió el Coro de flores e insectos para una ópera que no llegó a culminar, Mandrágora, que contaba con el libreto escrito por Rachinski. Este proyecto no salió adelante.
Hasta ahora, que fue recogido por el acordeonista y compositor Piotr Draga, puesta a punto por el compositor y que aprovechó las redes neuronales artificiales de Sberbank, patrocinador de la iniciativa.
El artista utilizó para este trabajo el programa GigaChat, que ayudó a escribir el libreto; también SymFormer, que perfeccionó los arreglos, y el sistema Kandinsky, que "creó soluciones visuales y escenográficas".
Homenaje a Chaikovski
"Todos los resultados creativos de la IA estuvieron bajo el control de artistas que partieron de un profundo respeto al estilo de la época" representado en la ópera, cuyo estreno estuvo dedicado al 185º aniversario del nacimiento de Chaikovski.
El director de Sberbank, Herman Gref, sostuvo que el uso de IA "ahorra una gran cantidad de tiempo", en particular, en los arreglos orquestales para una sinfónica.
"Es un trabajo que no le gusta mucho a los compositores, porque les roba años de vida. Pero gracias a la IA el hombre se puede concentrar en el proceso creativo, en lo que tiene dentro del alma. Y la IA puede ser un potente ayudante e inspirador", dijo.
También participó el maestro Valery Gergiev, importante figura del mundo de la ópera y del ballet, con lo que se mezcla el saber hacer tradicional, el talento humano con la última tecnología, la inteligencia artificial.
Además, en la presente puesta en escena participan 170 artistas, incluyendo a los músicos de la orquesta sinfónica, los coros y los solistas como Vasily Ladyuk y Alina Chertash. Todos ellos ayudaron a dar vida a esta obra híbrida. Según un crítico, lograron que el resultado final no fuera una creación fría , sino un diálogo entre la intuición humana y la eficiencia computacional.