En el caliente y, a priori, indestructible escenario lituano donde tan solo había ganado el Fenerbahce esta temporada y el Baskonia amenazaba con ser devorado mediado el tercer cuarto por culpa de ese aterrador 57-41, se produjo a la postre una resurrección grandiosa.

El equipo vitoriano quebró su pésima racha en la Euroliga en el lugar y el momento más inesperados. Nadie hubiese apostado por una voltereta de ese calado en el marcador, pero el Baskonia por fin presentó sus credenciales con un trabajo descomunal en ambos lados de la pista

Cuando Sirvydas anotó un nuevo triple que elevó la ventaja del Zalgiris hasta un +16, más de un aficionado azulgrana pudo caer en la tentación de apagar el televisor para no querer vivir el enésimo suplicio de la temporada.

Forrest controla el balón en un ataque baskonista Baskonia

Pues bien, el Baskonia se levantó majestuoso de la lona para ofrecer los mejores minutos de una campaña, hasta la fecha, tormentosa. Esa remontada, concretada con un parcial de 13-42, no se habría entendido sin el óptimo trabajo de un quinteto formado por Forrest, Baldwin, Rogkavopoulos, Moneke y Hall.

Laso prescindió de un Howard nuevamente irreconocible que no estaba dando una a derechas y optó por simultanear la presencia de dos bases en el ojo del huracán.

Con Forrest llevando la manija del equipo a la perfección y Baldwin desplazado al 'dos', el Baskonia dio con la tecla para forjar una reacción conmovedora. Ese cambio en la mentalidad del plantel sirvió para poner fin a una racha aterradora de cinco derrotas consecutivas en la Euroliga que amenazaba con poner patas arriba el proyecto liderado por el técnico vitoriano.

Forrest tomó deciones inteligentes al frente del timón y silenció a la bulliciosa hinchada lituana a base de canastas providenciales. En el caso de Baldwin, liberado de labores organizativas, prolongó su álgido estado de confianza tras la doble exhibición con Georgia en las ventanas FIBA, aunque en su caso también repartió seis asistencias.

Fue marcharse Howard y el equipo vitoriano salir de la depresión en la que andaba sumido. De repente, el abuso del bote pasó a la historia e hizo acto de presencia una brillante circulación de balón que favoreció tiros abiertos esta vez anotados.

Moneke y Hall, también decisivos

Es decir, todo lo que se le demandaba a un Baskonia en el que Laso, además de Howard, tuvo que poner la cruz a otros jugadores incapaces de aportar algo positivo al engranaje –léase Jaramaz y Diop– y saturar de minutos a Moneke o Hall.

Ambos interiores también resultaron básicos en la meritoria conquista de un Zalgirio Arena convertido en un funeral y atónito ante la caída de los suyos.

El nigeriano, enfadado con el mundo tras acumular tras acumular tres faltas al inicio del segundo cuarto, brindó soluciones valiosas merced a su acierto desde el 6,75, mientras que el azerbayano –un coloso en el trabajo de intimidación– se multiplicó bajo el aro para anular a Birutis, Dunston y Smailagic.

Solo el tiempo dirá si esta reacción se convierte por fin en el ansiado punto de inflexión con el que la afición soñaba este curso.