102 Baskonia: Miller-McIntyre (14), Marinkovic (19), Sedekerskis (4), Dani Díez (3), Kotsar (10) -cinco inicial-, Howard (2), Raieste (-), Chiozza (5), Rogkavopoulos (5), Costello (18) y Moneke (22).

94 Zaragoza: Bell-Haynes (11), Smith (9), Miguel González (3), Delany (14), Watt (16) -cinco inicial-, Andronikashvili (2), Yusta (6), Langarita (6), Kravic (16), McFadden (5) y Sulejmanovic (9).

Parciales: 30-18, 28-22, 21-26, 21-28.

Por fin una noche plácida pese a la modorra tras el intermedio. Por fin un triunfo que no estuvo en entredicho desde el salto inicial.

Algún rival tenía que pagar los platos rotos tras los amargos desengaños vividos en los últimos tiempos y ese, por momentos, fue el Zaragoza, un rival propicio para cicatrizar heridas y permitir al Baskonia coger algo de resuello en espera de refriegas más exigentes a todos los niveles.

El equipo vitoriano volvió a degustar una de esas victorias cómodas a las que tenía acostumbrado al personal en el Buesa Arena, aunque su empuje tras el descanso fue raquítico. Esta vez halló en la tibieza maña el mejor argumento para reconciliarse con muchas virtudes extraviadas y sobreponerse a los miedos que merodean su mente.

Para terminar de recomponer su maltrecha figura habrá que aguardar a futuras batallas como la del WiZink Center, pero el Baskonia deberá volver a asentar sus cimientos desde la base y sin correr más de la cuenta.

Su fragilidad defensiva queda al desnudo hasta en las noches donde el viento sopla a favor y una paliza contundente se le escurrió de las manos debido a otra grave desconexión, aunque ante los maños volvió a ser en los veinte minutos iniciales un martillo pilón en el plano ofensivo con una incesante lluvia de triples y contragolpes que facilitaron el despegue.

Con una buena hoja de servicios de Chiozza, el elegido por Ivanovic para complementar a Miller-McIntyre en la dirección, y sin el veneno habitual de un Howard muy tímido, los gasteiztarras fueron de más a menos para quemar sin agobios una nueva jornada del calendario.

Tras cuatro derrotas consecutivas, el Baskonia carecía de margen de error en la visita de un clásico de la ACB al Buesa y halló una tregua en el calendario. Fue una victoria básica para reengancharse a la pelea por el 'play off', aunque las sensaciones no fueron del todo redondas debido a la alarmante incapacidad para cerrar un partido completamente de cara.

La velada resultó de lo más plácida para el Baskonia desde los albores, pero aunque parezca mentira los gasteiztarras se dejaron llevar de mala manera hasta ver cómo el Zaragoza colocaba el 99-92 en el marcador.

El camino hacia una victoria incontestable quedó despejado tras un solvente primer cuarto donde los pupilos de Ivanovic dejaron muestras de su ansia de redención. Luego vivirían de las rentas y aliviarían las penas del Zaragoza en algunos intervalos levantando el pie del acelerador.

Entre el compromiso anotador de varios integrantes, el acierto exterior como consecuencia de una buena circulación de balón que propició tiros liberados y el brillante desempeño en el juego de transición, el Zaragoza quedó prácticamente reducido a cenizas.

Minutos para todos

Era un partido propicio para estirar la rotación e Ivanovic así lo entendió. Con Theodore esta vez como damnificado para cumplir la legislación vigente a nivel doméstico y Chiozza dentro del 'roster' –el ex del Murcia confirmó su línea ascendente con una buena colección de asistencias–, el entrenador montenegrino movió el banquillo más de lo que es habitual en él para dosificar esfuerzos.

Díez, por ejemplo, partió desde el cinco inicial, Raieste regresó al primer plano varios partidos después reviviendo sus incorregibles problemas con las faltas y Rogkavopoulos, eso sí sin demasiado éxito, también dispuso de sus momentos para elevar su autoestima.

En un partido de guante blanco y con defensas de plastilina en las filas mañas, poco importó que Howard estuviese más contenido que de costumbre a la hora de armar el brazo y disparar sus guarismos.

Costello pelea por la posición con Watt Aitor Bouzo

El norteamericano cedió el protagonismo anotador a Marinkovic, Miller-McIntyre, Costello o Moneke, todos ellos inclementes con un Zaragoza reacio a colocarse los guantes de boxeo y que vio cómo el Baskonia pasó por encima suyo como una apisonadora en la primera mitad.

Tras el descanso, Ivanovic tuvo que llamar a filas a los suyos para tratar de mantener la tensión competitiva tras reducirse drásticamente la desventaja azulgrana. El Zaragoza, donde McFadden pasó de puntillas, rescató el orgullo de la taquilla y amenazó con meterse en el partido de la mano de Watt.

Esta vez, sin embargo, no hubo que lamentar daños y el Baskonia terminó imponiendo la lógica sin grandes alardes. El equipo alavés se acostó este sábado momentáneamente entre los ocho mejores a la espera de los resultados de dos rivales directos como el Manresa y el Joventut, que juegan a domicilio ante el Real Madrid y el Granada, respectivamente.