La capacidad de adaptarse a distintos contextos es una cualidad que, por sí sola, quizá no sea suficiente para llegar a ser una estrella en el mundo del baloncesto, pero desde luego es algo que todo entrenador valora en sus jugadores y que ayuda a tener un papel importante en cualquier sistema o plantilla incluso cuando el acierto no acompaña. Si no, que se lo pregunten a Rokas Giedraitis

El alero lituano está completando su peor temporada en cuanto a números anotadores desde que está en el Baskonia y también de su carrera en la Euroliga, pero a pesar de ello, sigue siendo un jugador fundamental para el conjunto gasteiztarra y para Joan Peñarroya, ya que es el segundo hombre más utilizado por el técnico en la Euroliga y el cuarto en ACB. 

El capitán baskonista despuntó en su última temporada en el Alba Berlín en el curso 2019-20 y en su primer año en Vitoria (2020-21) por sus dotes anotadoras y su capacidad para bombardear a los rivales desde el perímetro gracias a su privilegiada muñeca. En dichas campañas, el internacional lituano promedió 13,76 y 12,7 puntos por encuentro respectivamente en Euroliga con unos porcentajes desde el triple cercanos al 40% de acierto, convirtiéndose así en uno de los tiradores más destacados del torneo continental y objeto de deseo de algunas franquicias de la NBA, que estuvieron a punto de llevárselo en el verano de 2021.

Sin embargo, la temporada pasada tuvo que vivir su primera reconversión para bien del equipo. La planificación de la plantilla, que en principio contaba con la salida del lituano, se encontró con que dos de las primeras espadas del equipo, Fontecchio y el propio Giedraitis, compartían el puesto de alero, y ante las dificultades del italiano para adaptarse al puesto de cuatro tuvo que ser Rokas quien se sacrificara y tuviera que amoldarse a la posición de escolta, cubriendo ya de paso un agujero en el que la aportación de Marinkovic estaba dejando mucho que desear. 

Giedraitis pugna con Williams durante el duelo contra el Panathinaikos Josu Chavarri

El lituano estuvo incómodo al principio, sufrió midiéndose a jugadores más pequeños, pero según avanzó el curso fue capaz de mejorar en el aspecto defensivo y seguir siendo una pieza clave, con 29 minutos de media en Euroliga y 11,1 puntos, por debajo de sus cifras anteriores, pero todavía buenos números. Todo ello colaboró a que el equipo mejorara su juego en el tramo final de la temporada y Fontecchio cuajó un curso excepcional en el puesto de alero que le permitió dar el salto a la NBA de mano de los Utah Jazz. 

Segunda reconversión

Esta temporada, de regreso al puesto de alero en una distribución de la plantilla más equilibrada y convertido en capitán, se esperaba que Giedraitis volviera a sus números del Alba Berlín y de su primer año en Vitoria, pero se ha encontrado con la presencia de una bestia anotadora como Markus Howard en la plantilla, que absorbe una gran parte del volumen de tiro azulgrana. Esto, unido al paso al frente en este aspecto de Costello y Marinkovic y a la llegada de otros buenos tiradores como Hommes, Díez, Thompson o el recién fichado Heidegger, ha provocado que esta sea la campaña en la que Giedraitis menos está lanzando de tres tanto en ACB (4,8 intentos por partido en la 20-21, 4,6 en la 21-22 y 3,5 en la actual) como en la Euroliga (4,7, 4,4 y 3,5 respectivamente). 

Además, no está contando con acierto en el torneo continental, en el que promedia un 28,8% en triples, lo que le lleva a registrar su peor cifra anotadora con 9 puntos por choque. Pese a todo ello, el equipo está rindiendo a un nivel fantástico y Giedraitis se las ha ingeniado para seguir siendo un engranaje central en la maquinaria azulgrana. 

El capitán ha sabido ver lo que el equipo necesitaba de él y ha sido capaz de reinventarse por segunda vez, cediendo protagonismo ofensivo a los hombres más inspirados y transformándose prácticamente en un especialista defensivo. Si en años anteriores dio un paso al frente en ataque cuando al equipo le costaba encontrar fluidez y puntos en su juego, ahora que le sobra arsenal ofensivo está volcando su energía en cubrir las carencias defensivas de algunos de sus compañeros con intensidad, ayudas en las situaciones de desventaja y un impagable trabajo bajo los tableros.

Sin ser un jugador interior, Giedraitis es esta temporada el máximo reboteador del Baskonia en Euroliga con 5,5 rebotes por encuentro, por encima de su compatriota Sedekerskis, segundo en este apartado con 4,4, y pívots con más centímetros y músculo como Costello (4,2), Kotsar (3,5) y Enoch (3,1). El mejor ejemplo de esa metamorfosis fueron los 18 rebotes que recogió en la victoria contra el Efes hace dos semanas, quedándose a uno solo del récord del club en el torneo, en manos un especialista como Victor Alexander.

Así las cosas, promedia casi la misma valoración que en la temporada 2020-21 (12,3 frente a los 12,4 de entonces) en cuatro minutos menos disputados por choque. Como buen capitán, Giedraitis está poniendo lo colectivo por encima de lo individual y ganándose a pulso la renovación de su contrato que expira el próximo verano. Otra cosa es que el Rokas reboteador pueda o no mantener el mismo estatus salarial que el Rokas anotador.