El inicio de partido no invitó al optimismo. Dio la sensación de que el baskonismo viviría otra noche lúgubre viendo la extrema facilidad con la que el San Pablo Burgos se despegó en el marcador. Eddie, un francotirador que ha paseado su peligro en el Fenerbahce, fue un tormento para la defensa de Spahija. Nnoko, muy motivado en su reencuentro con los alaveses, también exhibió su colmillo afilado en el poste bajo. Pues bien, apenas seis minutos le duró la pájara a un equipo vitoriano que terminó firmando en tierras castellanas uno de los ejercicios defensivos más solventes de la temporada. Con una versión coral muy pocas veces apreciada hasta la fecha, endosó un parcial de concluyente parcial de 2-22 entre el segundo y el tercer cuarto que posibilitó un éxito plácido, rotundo e inapelable.
Del Baskonia se sabe desde hace meses que es un equipo con pegada anotadora y poblado de jugadores de gatillo fácil. Sin embargo, el sacrificio atrás casi siempre ha brillado por su ausencia durante este curso y los rivales han hurgado en la herida hasta la saciedad. En esta ocasión, los pocos guerreros de Spahija, que volvió a utilizar una rotación cortísima, se implicaron en una tarea ingrata y los réditos no se hicieron esperar.
Con el cuchillo en la boca, la escuadra alavesa pudo dejar a su rival en unos guarismos raquíticos. Tan solo el habilidoso Benite encontró algún pasillo para anotar con cierta facilidad. Fue conmovedora la respuesta azulgrana ante el esguince en el tobillo izquierdo de Costello, fuera de combate desde el segundo cuarto tras pisar a Benite en un avance a canasta. Una acción que dolió tan solo de verla pero que por fortuna no tuvo ningún impacto negativo en una victoria extremadamente meritoria.
Lejos de acusar el golpe, la ausencia del pívot de Michigan tuvo un efecto positivo en un grupo que hizo piña, se unió ante la adversidad, aumentó las ayudas y se endureció de una forma magistral. No es habitual la estampa de Enoch o Peters colocando tapones a dos manos a sus pares, pero eso fue lo que sucedió en un Coliseum Burgos rendido a la evidencia. Spahija se quedó con una rotación por dentro bajo mínimos y ahí apareció Tadas para amargar la existencia a Gamble. El lituano demostró un día más que vale para un roto y un descosido si tiene la confianza necesaria.
El triunfo se fraguó atrás, pero el Baskonia agradeció igualmente la inspiración de jugadores como Peters, Enoch y Fontecchio que, cada uno en momentos puntuales, no se apiadaron del San Pablo. Y todo ello sin obviar las nueve asistencias de Baldwin, que leyó las necesidades del equipo a la perfección. Queda por ver ahora si esta intensidad tiene continuidad en el futuro.