Suma y sigue para el Baskonia, subido a una ola positiva en este tramo de la temporada donde sus dígitos anotadores se están viendo disparados. Este sábado superó la centena de puntos con solvencia. La victoria final, eso sí, no debe esconder las graves desatenciones defensivas de los alaveses en un derbi que dejó luces y sombras a partes iguales. Ya fuera por el cansancio derivado del calendario, que a la vuelta de la esquina depara una doble jornada de Euroliga en Estambul, o los indiscutibles méritos de un Bilbao Basket rebelado ante su inferioridad y sus múltiples problemas físicos, lo cierto es que la velada no dejó un sabor de boca tan dulce como las últimas ante el Barcelona o el Asvel Villeurbanne.
Sin acusar los tramos de cierta desidia ni su tibieza bajo los tableros, el Baskonia sacó adelante con la ley del mínimo esfuerzo un nuevo compromiso liguero y se acostó momentáneamente como equipo de Copa. Un derbi mucho más competido de lo que auguraban los pronósticos dado que la escuadra bilbaína ofreció durante muchos minutos una feroz resistencia sostenida por el instinto asesino de Khyri Thomas y el dominio reboteador de Ángel Delgado.
Las pérdidas vizcaínas en primera línea, que arrecieron tras el enésimo sobresalto a nivel físico con la lesión de Rousselle en su muñeca izquierda al inicio del segundo cuarto, la voraz pegada vitoriana en transición y los destellos de calidad de Baldwin y Granger allanaron el camino hacia la lógica. Los conatos de rebeldía del Bilbao Basket fueron minimizados, a la postre, por un Baskonia de servicios mínimos pero contundente a la hora de castigar las debilidades visitantes.
Poco más dejó un partido en el que el maratoniano azulgrana tampoco necesitó meter una quinta marcha para someter a un animoso y meritorio adversario. Un Bilbao Basket al que, desde luego, no se le pudo poner pero alguno pero no está concebido hoy en día para grandes heroicidades ante su poblada enfermería.
El partido amaneció con dos bajas inesperadas por bando. Giedraitis y Hakanson quedaron fuera de combate por un esguince de tobillo y una gripe, respectivamente, aunque por razones obvias la rotación azulgrana no se resentiría tanto como la de su disminuido rival al disponer Spahija de alternativas suficientes para compensar la pérdida del lituano. Huérfano de la sombra de Rokas, Fontecchio tuvo despejado el camino para elevar su autoestima, aunque el italiano condensó lo mejor de su repertorio en los albores.
Pese a su falta de ritmo tras varias semanas sin competir, el Bilbao Basket salió respondón con dos jugadores haciendo daño en la defensa vitoriana. Thomas y Delgado, que volvió a destapar las carencias defensivas de Enoch, insuflaron esperanzas a los de Mumbrú para tratar de dar la sopresa. Por si no tenía suficientes problemas, el técnico visitante también perdió por el camino a Rousselle con una lesión en su muñeca izquierda que dejó al recién llegado Peno como solitario activo al frente del timón.
El Baskonia titubeó en el cierre del rebote, pecó de falta de contundencia en labores defensivas y ello se tradujo en numerosas canastas fáciles de su vecino, especialmente cerca del aro. Tan solo Costello, que embocó un estratosférico triple desde campo propio para clausurar el cuarto inicial, aportó algo de dureza con varios tapones antes del intermedio.
Superada la modorra inicial, la lógica hizo acto de presencia en el Buesa Arena. Al primer intento serio de despegue de los vitorianos contribuyó de forma decisiva el jugador más insospechado. Kurucs, privado de protagonismo desde la llegada de Spahija, conectó tres triples casi consecutivos -uno con adicional-, con el fin de reivindicarse en la cuerda exterior baskonista. Tras el intermedio, eso sí, el letón volvió a ser un espectador de lujo.
La supremacía alavesa se vio especialmente amenazada en un tercer cuarto presidido por el instinto asesino de Thomas. Con una rotación cogida con pinzas, el Bilbao Basket dio facilidades para que la escuadra vitoriana campara a sus anchas a campo abierto. Tras un arranque al ralentí, los velocistas de Spahija -léase Baldwin- subieron las revoluciones para disparar los guarismos ofensivos locales. En definitiva, el desenlace más previsible para un encuentro que constituye la antesala de emociones fuertes en la Euroliga con la doble confrontación ante el Efes y el Fenerbahce.