La vida sigue tristemente igual. El Baskonia ni siquiera asoma la cabeza cuando el calendario depara buenas ocasiones para la redención. Tampoco se redimió de sus muchos pecados esta temporada en la guarida del colista de la Euroliga. La tropa alavesa prolongó en Kaunas su particular via crucis de estos meses tan hirientes a todos los niveles. El conjunto alavés siempre hizo la goma en tierras lituanas y finalmente terminó hincando la rodilla ante el Zalgiris, más estable durante el partido y agarrado a la sapiencia de Lekavicius en los momentos más complicados.

Siempre a remolque e incapaz de aprovechar las oportunidades que le concedió su rival para meterse en el partido, como ese fallo grosero de Fontecchio debajo del aro con 71-68, el Baskonia fue víctima un día más de su inconsistencia como colectivo. El efecto Spahija En Kaunas volvió a faltar de todo: criterio en la dirección, dureza mental, acierto y juego colectivo. Un maratoniano azulgrana que no cree en sí mismo y lleva camino de perder todas sus esperanzas continentales a las primeras de cambio.

El tibio arranque azulgrana no auguró nada bueno en la caldera del Zalgirio Arena, un recinto imponente y donde se respira el baloncesto por todos sus poros. Lastrado por una discutible selección de tiro, reñido con el desacierto desde el 6,75 y una jornada más excesivamente tibio tanto en labores defensivas como en el cierre del rebote, el Baskonia se vio rápidamente abajo en el marcador. Todos sus intentos por voltear la contienda fueron, a la postre, estériles.

Enoch, autor de 11 puntos y varias capturas ofensivas en el cuarto inicial pero muy endeble a la hora de proteger su aro, volvió a convertirse en el principal sostén anotador de un cuadro vitoriano sonrojado por un dato aterrador. Como muestra inequívoca de su falta de intensidad, su primera falta llegó en el minuto 9 y al descanso acumulaba tres.

Tan solo las limitaciones del Zalgiris permitieron agarrarse al partido al Baskonia, que consiguió su primera ventaja en el marcador en el comienzo del segundo cuarto (24-25) y a duras penas pudo contrarrestar el afilado colmillo local en todas las facetas. Los discutidos Baldwin, Marinkovic echaron más sal a la herida de su intrascendencia dentro del equipo y desaprovecharon la enésima ocasión para reivindicarse, de ahí que todo el peso recayese una vez más en una reducida guardia pretoriana. Lo del ex del Bayern clamó durante muchos minutos al cielo con pésima toma de decisiones en ataque, sus pérdidas y, en líneas generales, una aportación paupérrima.

Claro que otros jugadores también salieron malparados del partido. El voluntarioso Peters paseó su mano de madera, Sedekerskis mientras que Giedraitis y Fontecchio se vieron empequeñecidos con una tarjeta anotadora muy pobre. La bandeja que falló el italiano a escasos segundos del final deja entrever su falta de confianza.

Pese a la baja de Lauvergne, el juego interior volvió a ser un flanco débil en tierras bálticas del Baskonia con infinidad de canastas fáciles de los postes bálticos. El poderoso juego aéreo de Nebo, el clásico atleta que se siente como pez en el agua en el segundo piso y estuvo perfectamente alimentado por el veterano Lekavicius, retrató la alarmante falta de pujanza azulgrana en dicha faceta.

Los oscuros nubarrones que se cernían sobre la velada no mejoraron en exceso tras el intermedio. La muñeca de Kalnietis entró en calor y el Zalgiris alcanzó una renta máxima de once puntos (45-34). Cuando el cuadro lituano amenazaba con despegarse, apareció la mejor versión de Sedekerskis con siete puntos consecutivos y un notable despliegue físico. El canterano, eso sí, se perdió los minutos decisivos ante la sorpresa generalizada.

Un parcial de 0-9 devolvió la esperanza al Baskonia, que no encontró antídotos para contrarrestar la buena visión de juego de Lekavicius. Spahija se jugó la baza de Kurucs para tratar de frenar a la gran fuente de alimentación del anfitrión báltico, que también contó con una notable aportación del bisoño Blazevic en sus contados minutos de juego.

Pese a que las desventajas en contra del Baskonia no fueron importantes, las sensaciones nunca auguraron nada positivo. Entre los generosos regalos defensivos y pérdidas absurdas, el Zalgiris pegó el enésimo estirón al inicio del último cuarto (55-46) propiciando un nuevo tiempo muerto de Spahija. El técnico croata, famoso por su mano izquierda, se cansó de Baldwin en los minutos calientes retirándole de la pista. Como la mayoría de rivales esta campaña, el equipo lituano acabó sacando partido de las flaquezas alavesas.