Desde el último compromiso liguero ante el San Pablo Burgos, disputado el pasado 18 de abril, hasta el miércoles 5 de mayo, jornada en la que el Baskonia reanudará el trajín competitivo habitual con la disputa del derbi vasco en Illumbe frente al Gipuzkoa Basket, habrán pasado la friolera de 17 días. Una inactividad ciertamente inusual para un transatlántico continental como el vitoriano sometido en condiciones normales a un desgaste extenuante con, a menudo, hasta tres partidos por semana.

El equipo azulgrana se halla esta vez ante un escenario inédito. Algo que pondrá a prueba su madurez en una incierta recta final de temporada donde aún tiene objetivos que satisfacer. Tras los múltiples inconvenientes derivados del brote de coronavirus surgido en el vestuario, donde se han registrado en los últimos días hasta cinco positivos -la mayoría corresponden a jugadores-, nadie sabe a ciencia cierta en este instante qué puede ofrecer un Baskonia inmerso en una línea descendente desde aquella derrota ante el Valencia Basket en la Fonteta que cercenó de un plumazo todas las esperanzas continentales.

Por un lado, el necesario descanso debe haberle venido de perlas para hacer realidad un doble objetivo. Ante los síntomas de agotamiento exhibidos por varios jugadores con la aguja de la gasolina prácticamente en la reserva, un descanso de estas características era bendecido con el fin de recargar las pilas y también refrescar la mente. De paso, el Baskonia sigue ganando un tiempo precioso para tratar de recuperar a dos lesionados como Luca Vildoza y Tonye Jekiri cuyo concurso se antoja imprescindible a la hora de elevar los recursos de una plantilla demasiado corta.

En el lado negativo de la balanza, cabe pensar que la pérdida de ese ritmo competitivo tan necesario en cualquier colectivo para rendir al máximo nivel quizá pueda lastrar a corto plazo al Baskonia. El obligado aislamiento domicilio apenas ha permitido trabajar en la parcela táctica, técnica y físico a los pocos jugadores sanos del equipo, que en la tarde de ayer regresaron a los entrenamientos. Esta vuelta a la pista, en cualquier caso, muy poco o nada tiene que ver con lo que podría considerarse una actividad normalizada en un conjunto como el TD Systems. Por el momento, los jóvenes Savkov, Hanzlik (recién ascendidos ambos a LEB Oro con el Iraugi guipuzcoano) y Pape Saw se integraron en el grupo de los negativos para echar una mano en el trabajo. Un entrenamiento que comenzó en el gimnasio para ir avanzando progresivamente a las clásicas sesiones de tiro y ejercicios de cinco contra cero en estas primeras sesiones. Lejos todavía queda, por el momento, la posibilidad de llevar a cabo entrenamientos normalizados con simulaciones de partidos reales cinco contra cinco.

De esta manera mientras todos los estamentos del club cruzan los dedos para que el coronavirus conceda por fin una tregua y las pruebas PCR arrojen resultados negativos, la única certeza es que Dusko Ivanovic apenas dispondrá de margen para preparar a conciencia una serie de partidos que se presentan muy condensados en el tiempo.

Tras el modesto GBC de Marcelo Nicola, casi con los dos pies ya en la LEB Oro, esperan por este orden rivales sumamente peligrosos como el Joventut (sábado 8 de mayo), el Unicaja (martes 11), el Barcelona (jueves 13) y el Manresa (domingo 16). Cinco partidos que definirán la hoja de ruta del Baskonia en los play off por el título.

Aunque todavía existen posibilidades matemáticas de desbancar al Tenerife de la tercera plaza, todo hace indicar que los pupilos de Ivanovic deberán poner todo el énfasis en mantener a raya al Valencia Basket y tratar de amarrar la cuarta plaza. Precisamente los taronjas se perfilan como un duro hueso de roer en la primera y envenenada eliminatoria por el título, prevista al mejor de tres partidos. En definitiva, un panorama preocupante para un equipo que no quiere emborronar en esta recta final una temporada brillante a todos los niveles.