l pasado 4 de Agosto a las 17:55 de la tarde, había una extraña y desconocida mezcla de sensaciones dentro de mí. Por un lado, una parte responsable me decía que este año no tocaba, que la Plaza de la Virgen Blanca debía estar vacía en ese momento y todos debíamos permanecer resguardados en casa.

Y, por otra parte, sentía que desde los más lejanos recuerdos de mi infancia hasta ese mismo momento, nunca en mi vida había faltado a esa cita. Y me venían multitud de recuerdos de esa famosa y tradicional bajada de Celedón que da comienzo a unas Fiestas de Vitoria-Gasteiz siempre especiales y hasta ese día siempre disfrutadas a tope.

Y a día de hoy estamos apenas a unas horas de que comience lo que es sin duda otro de los grandes momentos del año: la Copa del Rey de baloncesto. Un acontecimiento en el que por supuesto la parte deportiva es fundamental, en el que el Baskonia sabe perfectamente lo que es ganar unas cuantas copas, y en el que su afición sabe también disfrutar de esos triunfos y por qué no, también de las derrotas.

Pero donde además, la parte festiva, la parte social, el ambiente, la diversión€, cobran una grandísima relevancia. Hasta el punto, que incluso puede dejarnos muchos mas recuerdos esa parte más lúdica que la relacionada directamente con el propio resultado en la competición.

A mi personalmente, me cuesta mucho elegir un momento, elegir una Copa de todas las vividas, elegir un triunfo o elegir un recuerdo especial. Porque han sido muchísimos, innumerables, y todos ellos han quedado grabados para siempre como un tatuaje. Pero si tengo que destacar algo concreto de todo ello, sin duda me quedo con los grandes amigos que he podido conocer gracias a estos 4 mágicos días de Copa vividos por cualquier punto de la geografía nacional, edición tras edición.

Todos ellos igual de chalados por este deporte tan apasionante, de un equipo o de otro, pero en definitiva gente que llega dispuesta a disfrutar de ese momento, y sobre todo a compartirlo con los demás. Es curioso como esto que es algo tan sencillo, llega a ser tan importante. Y precisamente ahí es donde radica esa magia. Las reglas son muy sencillas, respeto al rival, deportividad, buen rollo, ganas de pasarlo bien, y amor por el deporte. Con eso, el resto viene solo.

En todos estos años, me he encontrado además una opinión recurrente en muchísimos aficionados con los que he podido conversar. "Nosotros vinimos por primera vez a la Copa el año pasado, y nos lo pasamos tan bien, que ya no nos la volvemos a perder nunca más..".

Y esto lo he escuchado a muchos aficionados con el equipo clasificado para la Copa, a gente por ejemplo de Alicante, en aquella copa de Zaragoza a la que llegaron por primera vez, a gente de equipos que se clasifican de vez en cuando o no se clasifican nunca, e incluso a aficionados de ciudades sin equipo de baloncesto pero que vienen a disfrutar de esos días.

Y de esta forma, se va preparando una mezcla de camisetas y bufandas de todos los colores, con muchos denominadores comunes y con el baloncesto como eje principal. Y es una satisfacción impagable ver que año tras año, desde el primer momento el jueves de la Copa, según apareces en el primer bar, ya estás hablando de basket con alguien, ya hay alguien preguntando por wasap o por Twitter "¿dónde estáis?", o ya estás organizando un vermú, una comida, una cena€ o todo ello!

Gente que te para por la calle y te recuerda que en alguna edición anterior estuvo charlando contigo sobre baloncesto, sobre cómo llegaba uno u otro equipo, o sobre cualquier otro aspecto del deporte de la canasta o de la vida misma.

Amigos que nacieron en una conversación con unas cervezas de por medio, y que ya son parte de tu familia, con los que te ves (veías) varias veces durante el año, y con los que organizas (organizabas) un finde completo con la excusa de un partido de basket. En definitiva, buenos amigos.

Para mí, esta sensación queda muy bien reflejada en la foto de grupo que pudimos hacernos en la Plaza María Pita de A Coruña, en la edición de la Copa del Rey de 2016, justo cuando finalizaba la primera Kalejira.

En esa foto hay bufandas y aficionados de muchos equipos distintos, todos mezclados, abrazados, sonriendo, y disfrutando de uno de los mejores momentos extradeportivos que nos ha regalado la Copa, al igual que la trainera kilométrica que se montó de forma espontánea a la entrada a la Plaza al son de Paquito El Chocolatero.

Es que no se veía el final€.! Y sin ánimo de que parezca un chiste, imagínate cómo explicar a un gallego qué es una trainera, todos sentados en fila en el suelo exultantes de alegría. Tremendo. Y seguramente la kalejira de aficionados sea otra muestra de todo ello. Una loca y bonita idea cuyo embrión se empezó a gestar sin embargo en la Copa de Gran Canaria del año anterior, en la que no estuvo el equipo, pero si muchos aficionados de nuestra ciudad. Un improvisado y espontáneo paseo por el malecón de Las Canteras, junto al mar, donde aparecieron unos pocos y geniales vitorianos vestidos de blusa, cuatro instrumentos, y gente que se iba incorporando paulatinamente según íbamos avanzando y liándonos la manta a la peluca. Porque si, eran Carnavales€

No podía ser de otra forma, pero al acabar ese grandioso momento en torno a media tarde, alguno de los aficionados allí presente, sujetando una caña en una mano€, dijo la frase vasca por excelencia: "a que no hay huevos de repetir esto el año que viene, y organizarlo con tiempo..:". Y así es como nació la kalejira, de la que hemos disfrutado 5 ediciones, y de la que volveremos a disfrutar algún día.

A Coruña, Vitoria-Gasteiz, Madrid, Gran Canaria y Málaga han sido los lugares testigo de esa reunión de aficionados. Todas ellas especiales y multitudinarias, sin duda. Pero para mi, como vitoriano de toda la vida, el recuerdo de la Plaza de la Virgen Blanca literalmente a rebosar de aficionados, con los gigantes y los gaiteros, la fanfarre Biotzatarrak, y con un día espléndido, es un momento que no se me olvidará nunca.

Reconozco que no fui consciente de la magnitud del evento hasta que vi fotos al día siguiente en un medio de comunicación, sacadas desde la balconada de San Miguel, y desde donde se veía realmente los miles de personas que se habían congregado allí. Era espectacular y ponía los pelos de punta.

Y todo esto es lo que hemos conocido hasta la edición del año pasado en Málaga, justo un poco antes de que llegara esta mierda de pandemia. Pero esta vez€., la Copa, será distinta. Habrá competición como tal, pero no será la Copa de las aficiones, ni podremos juntarnos, compartir, disfrutar del momento y de la kalejira€ Será una competición oficial, pero muy descafeinada.

Nos volcaremos como siempre a animar a nuestro querido Baskonia, pero seguramente tendrá que ser en la televisión de nuestra casa, porque ni podremos asistir, ni visto lo visto tampoco parece que vayamos a poder verlo con amigos alrededor en un bar.

Debemos ser consecuentes con la situación que lamentablemente nos ha tocado vivir, y dejar esta celebración para la edición de 2022, que esperemos que ya se celebre con total normalidad y que podamos disfrutarla como se merece.

He querido trasladar con estas líneas algunas de mis vivencias y recuerdos de lo que ha supuesto para mí un evento como la Copa del Rey en todas las ediciones a las que he podido asistir. Los que habéis estado en alguna Copa, seguro que os identificáis con todo esto que os cuento. Y los que no habéis estado, pues os esperamos en la siguiente que se pueda, para que os suméis a la fiesta y a esta bonita comunidad de amigos.

Y me despido lanzando un mensaje de ánimo y apoyo al equipo. Mucha suerte Baskonia en esta edición. Es un formato corto, de 4 días, que nos viene muy bien, tenemos equipo, y tenemos a Dusko Ivanovic al frente. Ya nos regalasteis una Liga hace poquito en la burbuja de Valencia, y ahora ya toca una Copa del Rey. ¿A que SÍ hay huevos de ganarla? Aúpa Baskonia!!!