- Tras un único partido oficial frente a un transatlántico de la canasta mejorado con el desembarco de Sarunas Jasikevicius, cualquier análisis puede estar cogido con pinzas. Mucho más con un boceto de equipo aún incompleto tras el prematuro e inesperado corte de Khadeen Carringtonque devuelve al Baskonia al mercado en busca de un exterior, la lógica falta de rodaje de un Youssoupha Fall recién salido de una lesión y predestinado a ser más protagonista en su tercer curso como azulgrana o la esperada bisoñez de unos canteranos que deberán aguardar con paciencia su oportunidad para tratar de alzar la voz.
Pese a la pérdida de un título menor como la Supercopa, el TD Systems Baskonia ni mucho menos salió herido de La Laguna. Salvo dos pájaras mortales de necesidad que le obligaron a efectuar un esfuerzo sobrehumano en pos de una remontada a la postre estéril, el maratoniano alavés dejó buenas sensaciones en una derrota donde casi nadie salió malparado a título individual. Con el miedo metido en el cuerpo y un evidente pánico en su rostro, el Barcelona pudo resistir las embestidas finales de un guerrillero equipo vitoriano convertido en La Laguna casi en una fotocopia del que izó contra todo pronóstico la cuarta ACB de la historia merced a un conmovedor espíritu de supervivencia.
Esta vez no le alcanzó a un técnico y a unos jugadores empeñados en negar la tozuda realidad de la superioridad blaugrana y que perfectamente pudieron dejarse llevar cuando el marcador reflejaba un inquietante 45-60 antes del último cuarto pero, por el contrario, decidieron rebelarse con honores ante un destino escrito de antemano. Es obvio que no se encuentra concebido aún para grandes hazañas este Baskonia que mantiene el sello inconfundible de Dusko Ivanovic y en el que casi todas sus piezas nuevas han entrado con buen pie en el equipo, especialmente los francotiradores Rokas Giedraitis y Alec Peters.
El alero lituano era una apuesta segura tras los destellos de calidad y sus múltiples recursos atisbados en el Alba Berlín. En el caso del estadounidense, un cuatro, su rendimiento en estos primeros compases de la temporada se halla por encima de las expectativas tras dos amargas experiencias en el CSKA y Efes que levantaron ciertas suspicacias en el entorno. Esa bestia parda llamada Jekiri también se dejó sentir merced a un físico espectacular y únicamente sin él en pista consiguió anotar el Barcelona con cierta facilidad en las inmediaciones del tablero.
Para volver a desafiar una campaña más la jerarquía de clubes más poderosos económicamente, Ivanovic necesita acabar de construir unos cimientos estables y también confiar en que sus superiores den con la tecla a la hora de reforzar un plantel con carencias evidentes en ataque. Tan solo con fe, perseverancia, raza, convicción y dureza mental, valores innegociables que el de Bijelo Polje siempre se encarga de tatuar en la frente de sus discípulos en la centrifugadora de Zurbano, no siempre pueden obrarse pequeños milagros como el vivido en la pasada fase final de la ACB en Valencia. Es necesario un plus de talento, desborde y capacidad de desequilibrio en la cuerda exterior, de los que desgraciadamente el Baskonia no va ahora mismo sobrado, con el fin de salir indemne de las refriegas más ásperas.
Carrington fue el combo, pero el trinitense -más allá de la cortina de humo tejida respecto a la legalidad de su pasaporte cotonou- ha sido una apuesta fallida que debe ser subsanada en el menor tiempo posible. La soledad de Vildoza como único faro a la hora de anotar echando el balón al suelo se dejó sentir en la primera prueba de fuego de una temporada maratoniana que puede constar de casi 80 partidos. Siempre que la pandemia lo permita, una auténtica locura para las piernas y la cabeza de un equipo obligado a mantener la frescura y, a poder ser, utilizar una rotación de doce jugadores ante toda clase de adversarios. Frente a los culés, ni Sedekerskis ni Fall hicieron acto de presencia, mientras que Raieste desapareció del Santiago Martín tras su prematura segunda falta en el minuto 3.
El Baskonia fue un perseguidor infatigable que llevó al Barcelona al límite gracias, en parte, a la efervescencia final de Henry, ese base en las Antípodas de los amantes de la lírica que tanto da como quita pero es una auténtica bendición como punta de lanza de la defensa extremadamente física que abandera Ivanovic. A estas alturas de la película el margen de mejora es ilimitado y no hubo antídoto posible para atajar una jugada del Barcelona que se repitió hasta la saciedad en el tercer cuarto. Las inversiones de Mirotic cada vez que recibía un dos contra uno en el poste bajo para propiciar los plácidos tiros liberados de Abrines en un lateral de la cancha chicharrera dibujaron un panorama desalentador para un Baskonia siempre a remolque.
El técnico montenegrino tiene ante sí el enorme reto de mantener la competitividad azulgrana gracias a un grupo de jugadores que parecen hechos a su imagen y semejanza por su juventud y capacidad de progresión. Cualquier desenlace puede saber a poco por pura lógica tras el embriagador desenlace liguero de la pasada temporada, pero intuir de antemano que el Baskonia vuelve a partir en la parrilla de salida como uno de los contadísimos candidatos a convertirse en una alternativa de poder al tradicional dominio del Barcelona y Real Madrid ya constituye por sí mismo una grata noticia.
El equipo vitoriano se convirtió ante el Barcelona casi en una fotocopia del que izó la cuarta ACB con un conmovedor espíritu de lucha
Ivanovic ha conseguido que los nuevos entren con buen pie en el equipo, aunque echa de menos un escolta que enmascare ciertas carencias