Cuando la suerte te da la espalda muchas veces, la moneda está cada vez más cerca de caer de cara. No se puede decir que a este Baskonia le haya soplado el viento en las velas en muchas ocasiones a lo largo de la presente temporada. Y, además, sin trabajo, esfuerzo y compromiso no hay suerte que valga. Pero el empujón de la fortuna que le venía esquivando y que tan necesario es en el deporte profesional ha sido también fundamental en un serial de partidos resueltos al límite que casi siempre se han resuelto a favor de los azulgranas. La única excepción tuvo al Barcelona como protagonista en la primera fase, cuando una aparición de Adam Hanga decantó el partido. Las estrellas de Svetislav Pesic -lo suyo da para capítulo aparte- se difuminaron ayer. Gigantes con pies de barro, hundidos en la miseria ante la sensacional defensa baskonista. Y, en el momento preciso, acabar consiguiendo por mediación de Luca Vildoza -tras varios fallos anteriores en lanzamientos claros que hubiesen sentenciado el partido- la canasta que decidía el título, rubricada con una sensacional defensa final sobre Cory Higgins. Ese tiro final desde la esquina, con Pierria Henry colgado de su brazo, no podía entrar de ninguna manera. Y no entró. Así se completó el ejercicio de supervivencia del Baskonia en Valencia, con todos sus partidos importantes ganados haciendo equilibrismos sobre el alambre.
El equipo de Dusko Ivanovic llevaba jugando partidos a vida o muerte desde la cuarta jornada. Forzó la prórroga ante un Unicaja que ya tocaba la clasificación con una canasta de Polonara con el tiempo agotándose y el italiano repitió como protagonista al final del tiempo extra con un tiro libre (87-86). Ante el Valencia en semifinales, se resistió sin anotar durante casi tres minutos -como ayer, las elecciones no fueron las mejores en el ataque- y Jordan Loyd erró el lanzamiento final que hubiese dado el triunfo a los locales (73-75). El desenlace tenía que ser agónico; no podía ser de otra manera. Y el conjunto azulgrana ya se había acostumbrado a resolver a su favor este tipo de duelos al límite. Tras varios ataques mal ejecutados, la milimétrica acción que condujo al aro pasado de Vildoza otorgó una ventaja que acabó siendo definitiva con el fallo final de Higgins (73-75).
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Dos partidos resueltos por dos puntos y otro por solo uno. Funambulismo sin red -el que pierde se va a su casa- con desenlaces perfectos. Victorias, además, basadas en la defensa. Porque no se puede decir que el nivel ofensivo haya estado cerca de la brillantez. Trabajo, trabajo, trabajo y más trabajo. Poner trampas, adaptar las defensas, pegar más duro. Un equipo granítico capaz de resistir ante situaciones muy comprometidas -ha tenido marcadores muy adversos, pero nunca se ha ido de los partidos- para no desengancharse nunca. La fe inquebrantable que Ivanovic ha inyectado en un grupo que se ha convertido en un campeón tan inesperado como merecido por su capacidad para sobrevivir sobre el alambre.
La defensa ha sido el factor clave que ha conducido a los de Dusko Ivanovic al título, pues ha maniatado la mayor calidad de todos sus rivales
El conjunto vitoriano vuelve a llevarse ante el Barcelona un partido muy ajustado tras haber superado antes a Unicaja y Valencia