La temporada del Baskonia había estado marcada por las desgracias, una catarata de lesiones que fue un lastre insoportable en el primer tramo del curso y que influenció de manera muy negativa en el rendimiento del equipo. La crisis del coronavirus y el parón obligado por la pandemia beneficiaron a algunos de esos lesionados de larga duración, que han podido reaparecer en esta fase final de la ACB cuando ya daban el curso por perdido. Justicia poética que precisamente uno de ellos, Luca Vildoza, fuese quien ejecutase la canasta que propició el cuarto título liguero de un club que vuelve a estar en lo más alto. El base argentino, otro de los grandes descubrimientos de ese mago genial que responde al nombre de Alfredo Salazar, sitúa su nombre a la altura de esa ristra de compatriotas que ya hicieron historia en Vitoria. El heredero ya luce su corona, con una Liga acompañada del galardón de MVP.

En un torneo en el que durante seis partidos Dusko Ivanovic había mantenido su quinteto inicial inalterable, Vildoza, en sustitución de Janning, supuso la gran novedad. En un equipo carente de jugadores rompedores en el uno contra uno, el argentino puso talento en medio del cemento defensivo. Una penetración por aquí, un triple por allí, unos tiros libres por el otro lado... Sumando poco a poco, haciendo daño desde la individualidad. pero, al mismo tiempo, siendo la pieza importante de siempre en ese entramado de contención dispuesto por Ivanovic, un auténtico quebradero de cabeza para los rivales. Su velocidad de manos para robar y su habilidad para encontrar resquicios por los que incordiar a sus pares fueron de nuevo parte fundamental de esa labor de zapa y desgaste.

Pero para entrar en la historia por la puerta grande, no solo basta con anotar muchos puntos o defender muy bien. La actuación global de Vildoza fue notable (17 puntos, 4 rebotes, 2 asistencias y 2 recuperaciones para 20 créditos de valoración), pero será eternamente recordado por el aro pasado con el que, tras un sensacional pase de Achille Polonara, selló la victoria y el cuarto título liguero. Justicia poética para un jugador que ha sufrido mucho, pero que cumple el sueño de emular a sus ídolos.