- "Esta noche demuestra que la realidad es mucho más bonita que los sueños". Con esa vena filosófica que tantas frases para el recuerdo ha dejado en las hemerotecas, Dusko Ivanovic resumió a la perfección el sentimiento de todo baskonista un día como hoy hace ya diez años, cuando se conquistó la tercera Liga ACB de la historia del club y el que se mantiene aún como el último título -quién lo iba a decir entonces- que ha entrado en las vitrinas del Buesa Arena.

Toda una década ha corrido ya en el calendario desde una de las jornadas más memorables en la historia de un club que abrazaba la gloria de nuevo con otra de esas hazañas que los juglares cantarían si estuviésemos en la Edad Media, pero que hoy se pueden recordar a golpe de ratón y rememorar mediante crónicas y vídeos. No en vano, la resolución de la final llegó con una de las canastas más memorables de los últimos tiempos y sin duda alguna la más importantes en la historia azulgrana.El inolvidable aro pasado de Fernando San Emeterio aderezado con una falta personal que llevó al cántabro al tiro libre para rubricar el tercer triunfo

de la serie (79-78) ante un Barcelona que, tras proclamarse campeón continental, claudicó bajo el yugo vitoriano. Bajo el mando imperial de Tiago Splitter, MVP de la fase regular y de la final, el por entonces Caja Laboral sumó su tercera Liga ACB a sus seis Copas del Rey, a sus cuatro Supercopas, a su Recopa y a su Copa Asociación para culminar su particular década dorada -once de sus quince títulos corresponden a ese período, además de cuatro de sus cinco Final Four y la presencia en dos finales de la Euroliga- y que ahora es tan añorada.

Con la resolución de una extraña temporada de la ACB a la vuelta de la esquina, los baskonistas de hoy sueñan con repetir aquella hazaña y recordar, de nuevo con Ivanovic a los mandos, que la realidad puede ser más bonita que los sueños.

Como todos los 15 de junio desde entonces, hoy en el santoral local toca festejar San Emeterio. El apellido del cántabro, con referencia al soldado romano decapitado por profesar el cristianismo y patrono de su ciudad natal, Santander, junto a San Celedonio, se celebra el 3 de marzo y el 31 de agosto en varias localidades, pero en la capital alavesa su fecha va directamente referenciada a aquella noche en la que el alero forjado en Valladolid consiguió la canasta por la que será eternamente recordado.

Como justicia poética para San Emeterio cabe entender esa canasta a aro pasado con falta y tiro libre adicional que permitió al Baskonia enjugar una desventaja de dos puntos y, tras anotar el exterior su lanzamiento desde los 4,60 metros, situar en el electrónico el 79-78 definitivo que resolvía la final con un 0-3.

El jugador al que antes del inicio de la temporada se le indicó que se buscase un nuevo destino tras un mal primer año en el club; el que tenía un acuerdo con el sevillano Cajasol que se rompió tras la inesperada marcha de Sergi Vidal al Real Madrid; el que fue luego uno de los inesperados puntales de esa campaña; a quien entonces se le conoce como El Santo.

Esa acción final de la temporada que condujo al título de liga, apenas siete segundos en los que San Emeterio recogió el rebote de un tiro libre fallado por Gianluca Basile -de haberlo anotado, la serie se hubiese ido al cuarto partido-, recorrió toda la cancha, fintó el triple al propio italiano al que consiguió quebrar y se fue directo hacia la canasta en una acción marca de la casa -por entonces, la fuerza de sus piernas era impresionante y prácticamente imparable- para buscar el contacto en el aire con Terence Morris y alargar el brazo para anotar un aro pasado que llegó acompañado por la falta del pívot. La explosión de alegría que el propio alero se encargó de contener, reclamando calma a sus compañeros cuando se dio cuenta de que anotar el tiro libre suponía levantar el trofeo.

Para llegar a ese momento, el Baskonia había pasado una campaña complicada tras un verano de cambios profundos. Tras caer en la final liguera de 2009 ante el Barcelona, se marcharon leyendas como Pablo Prigioni, Igor Rakocevic, Sergi Vidal o Pete Mickeal y el histórico patrocinador Taulell dejó paso a Caja Laboral. Pese a los problemas con las lesiones de Brad Oleson y Walter Herrmann, la falta de adaptación de Lior Eliyahu o los cambios en busca de un segundo base de garantías o los motivados por los repetidos problemas físicos, el enorme paraguas que era Splitter -con San Emeterio, Marcelinho Huertas y Mirza Teletovic fueron los puntales del grupo- mantuvo al equipo competitivo en todos los frentes, aunque tanto en la Copa como en la Euroliga el techo estuvo en la antesala de la pelea por el título. Eso sí, la trayectoria en la fase regular liguera fue sólida, para firmar el segundo puesto por detrás de un Barcelona intratable y que llegó a la final como campeón copero y también continental.

Entre los tres grandes torneos, los culés habían perdido solo cinco partidos en toda la temporada y a la final liguera llegaron sin ceder un solo encuentro. Mucho más tortuoso fue el camino vitoriano, con una semifinal resuelta al límite ante el Real Madrid. Y, precisamente, en esa capacidad de sufrimiento y una defensa salvaje dieron forma a la gran sorpresa que supuso el título baskonista, tanto por el fondo como por las formas.

Si la temporada anterior el título se quedó en Barcelona tras revertir los culés el factor cancha, en la final de junio de 2010 el Baskonia apabulló a su rival con un 0-3 idéntico al de sus títulos en 2002 y 2008.

Cuando arrancó la serie, el Barça llevaba muchos días parado y el Baskonia no había perdido el ritmo de competición tras su exigente semifinal. En ese dato se escudaron los culés para entender el 58-63 del duelo inaugural, una exhibición defensiva portentosa. El veneno estaba inoculado en el Palau y el segundo de la serie también cayó del lado vitoriano por un ajustado 69-70.

Con tres oportunidades para sentenciar el título, el Baskonia tiró de nuevo por la senda de la dureza defensiva ante un Barcelona muy mejorado en el Buesa Arena. No fue un paseo triunfal, pero Eliyahu, en su mejor partido del curso, mantuvo al equipo dentro de un encuentro que llegó a la prórroga merced a un gran trabajo colectivo -todos sumaron en esa serie- liderado por Splitter, que se despidió de Vitoria por la puerta grande (14 puntos, 13 rebotes y 36 de valoración en su último partido). San Emeterio, tras una noche horrible -llevaba solo tres puntos- se convirtió en el héroe azulgrana con ese histórico 2+1 del que se cumplen ya diez años. El único deseo es contar cuanto antes con otro título que permita desterrar ya la Liga de 2010 como el último trofeo que ha conquistado el club.

El Caja Laboral ganó tres veces seguidas a un Barça que era campeón de Copa y de Europa y con solo cinco derrotas en todo el curso

'El Santo' permanece en el recuerdo por su canasta decisiva, aunque el gran protagonista fue un Splitter que se despidió a lo grande