Vitoria - En una temporada donde la cadencia de victorias no ha adquirido en ningún momento el veloz ritmo que los aficionados azulgranas desearían y cualquier partido entraña una dificultad evidente, el Baskonia tiene un aliciente añadido para meterse de lleno definitivamente en la pelea por el Top 8. De solventar con éxito la semana alemana imponiéndose mañana al Bayern Munich en Baviera y el viernes al Alba Berlin en el Buesa, el equipo vitoriano firmará la mejor tacada de una campaña en la que no contabiliza más de tres triunfos consecutivos en su casillero entre Liga ACB y Euroliga.

Ya sea por las lesiones de jugadores clave, la falta de continuidad y la pérdida de talento en una plantilla sospechosa donde Toko Shengelia ejerce como sostén dentro y fuera de la cancha, lo cierto es que el Baskonia no ha conseguido sumergirse en una dinámica realmente positiva durante un intervalo superior a una semana. Cada vez que ha intentado asomar la cabeza, ha llegado algún partido fatídico donde se ha dado de bruces contra la realidad aflorando una pérdida de confianza en sí mismo y sumergiéndose en un delicado momento anímico. El amable tramo del calendario a la vuelta de la esquina puede permitir en breve un cambio de tendencia en un ejercicio donde, eso sí, todavía deberá remar lo indecible para escalar posiciones en los dos frentes.

La primera vez que el Baskonia encadenó tres triunfos seguidos, todavía bajo la dirección de Velimir Perasovic, tuvo lugar en octubre. Las alegrías en casa frente al Real Betis (84-73), el Olympiacos (82-66) y el Tenerife (78-79), esta última a domicilio tras el indulto final por parte de Marcelinho Huertas, precedieron una derrota completamente inesperada en el Astroballe. El Asvel francés frenó los progresos azulgranas en una velada mala de solemnidad donde la parálisis ofensiva con apenas 63 puntos anotados resultó mortal de necesidad.

En noviembre también se produjo un amago de despegue con tres triunfos de prestigio en el Buesa Arena ante el CSKA (80-70), el Zenit San Petersburgo (70-60) y el Valencia Basket (85-74). Al calor de su sexto jugador, el mismo que ha sido testigo de infinidad de derrotas hasta la fecha ante rivales muy humildes, el Baskonia pudo recuperar las buenas sensaciones en su juego antes de un nuevo jarro de agua fría. La posterior salida al OAKA ateniense dejó al personal helado ante la aplastante superioridad del Panathinaikos, que humilló a los alaveses con aquel elocuente 100-68.

Ivanovic no mejora a 'peras' La última vez que el conjunto vitoriano amenazó con reivindicarse este curso data de diciembre de 2019, en vísperas de la destitución de Velimir Perasovic y el aterrizaje de Dusko Ivanovic en el banquillo. El Joventut cayó de forma agónica en la cancha de Zurbano (87-86) y, a renglón seguido, llegarían dos victorias de indudable mérito a domicilio ante el Estrella Roja (64-72) y el Murcia (75-86) que momentáneamente devolvieron la tranquilidad a las altas esferas.

Sin moverse de tierras levantinas, el Baskonia regresó días más tarde a las andadas en la Fonteta. El estropicio acontecido en la Euroliga ante el Valencia Basket (105-77) puso de manifiesto una vez más la escasa fiabilidad de un maratoniano azulgrana sin la consistencia ni la regularidad ideales para hacer algo grande en esta temporada.

Desde que Ivanovic se hizo con sus riendas, el Baskonia todavía no ha sido capaz de encadenar tres triunfos de una tacada. Sin embargo, esta semana emerge una buena oportunidad para sumar incluso cuatro ante el carácter terrenal del Bayern y Alba. Dos equipos descabalgados desde hace varias jornadas de la lucha por el Top 8 y sin el glamur de otros grandes en la Euroliga, aunque la fea derrota en la ida ante el cuadro de Aíto García Reneses constituye un peligroso precedente para no tomarse a la ligera ningún partido. También parecía asequible la visita al Fuenlabrada y el Baskonia necesitó una remontada con tintes milagrosos tras dos prórrogas para evitar un nuevo coscorrón.