El terrible lastre de una infame primera mitad fue demasiado pesado para un Baskonia cuya meritoria remontada tras el descanso resultó, a la postre, insuficiente. El Fenerbahce abrió un boquete gigantesco y el titánico esfuerzo azulgrana para agarrarse a un partido muy cuesta arriba se quedó corto. Pese al momentáneo e incluso previsible 1-0, el consuelo y la esperanza de cara al futuro es que la tropa vitoriana terminó con buenas sensaciones una primera entrega en la que fue de menos a más pero, sin embargo, nunca encontró una rendija para meter el miedo en el cuerpo a un anfitrión solvente y autoritario. El vigente campeón continental decidió vivir de las rentas tras el intermedio y el marcador final se vio estrechado sin la sensación, eso sí, de poder talar en algún instante el robusto árbol otomano.
La principal conclusión de la velada es que, si el Baskonia aspira a colarse por sexta vez en su historia en la Final Four de Belgrado, deberá completar una hazaña de dimensiones siderales. El Fenerbahce hizo honor a su condición de claro favorito a revalidar su corona. Por su morfología, su exuberante nivel físico y su aparente coraza indestructible, es el rival que más se le puede atragantar a un Kirolbet de gatillo fácil al que le ha cogido claramente la medida en la presente temporada.
Con 26 pírricos puntos en una primera mitad de auténtica pesadilla, un empequeñecido equipo azulgrana quedó herido de muerte y a expensas de un milagro que finalmente no se dio. Para cuando se despojó todos sus miedos iniciales e inyectó vivacidad a un juego parsimonioso, ya era muy tarde. Intimidado por el escenario que ejerció la presión ambiental esperada y asfixiado por los pegajosos grilletes de la defensa turca, el Baskonia tardó excesivos minutos en ser fiel a sí mismo y cavó su tumba con la peor puesta en escena posible en una eliminatoria de estas características.
Tuvo que ser un descarado Vildoza quien subiera las revoluciones de un partido al ralentí y mostrase el camino a sus aletargados compañeros. El base argentino volvió a pasear una madurez espectacular. Al margen de juventud, talento y personalidad, tiene un don para agitar la coctelera y originar dudas a cualquiera. Posiblemente sea el elemento azulgrana más indescifrable para un Fenerbahce que salvaguardó su integridad gracias al oficio de Sloukas y el instinto asesino de Wanamaker. Con su dominio del tempo y sus tiros abiertos, ambos exteriores de Obradovic fueron letales cuando el Baskonia amenazó con silenciar el infierno turco en el último cuarto (65-58).
excesivas deserciones Si apenas existió margen para poner en aprietos al coloso afincado en Estambul también obedeció, en parte, al absentismo laboral de muchas piezas en manos de Pedro Martínez. Ni los inofensivos aleros (Timma y Garino) ni los hombres altos -con mención especial para la abúlica actuación de un pésimo Voigtmann- estuvieron a la altura de las circunstancias. El técnico catalán compatibilizó la presencia de sus dos doses para buscar soluciones a la monumental parálisis ofensiva durante muchos minutos.
El asalto inaugural de la serie dejó patente el abrumador poderío de un Fenerbahce que desde el salto inicial no dejó margen para la sorpresa. El Baskonia se topó con un anfitrión desbordante en cuanto a intensidad, músculo y poderío físico. Cada ataque se convirtió en un suplicio. La perfecta tela de araña tejida por Obradovic ahogó cualquier atisbo de fluidez en ataque. Los cambios automáticos tan celebres en la defensa de Obradovic, que no permitieron extraer ventajas en el bloqueo directo, carecieron de respuesta en las filas del conjunto vitoriano, maniatado como nunca en la búsqueda del aro otomano.
Intimidado, abandonado por sus referentes y sin rastro de las señas de identidad que cimentaron su pletórica reacción en la Euroliga, el Kirolbet estuvo lejos de ser un grupo mínimamente competitivo en la caldera del Ulker Sports Arena. Hasta el despertar de la segunda mitad, la pujanza de los últimos meses brilló esta vez por su ausencia y el Fenerbahce ni siquiera sufrió vértigo. El equipo turco se aferró a su pétreo patrón de juego para desarbolar a los vitorianos, descabezados por momentos en la dirección, carentes de mordientes y con clamorosas desatenciones defensivas que fueron castigadas con canastas fáciles de su rival. Este viernes, segunda entrega.
Veinte minutos de pesadilla. Intimidado por el escenario y sin respuestas ante la tela de araña de Obradovic, el Kirolbet cavó su tumba en una tétrica primera mitad donde fue una sombra del grupo competitivo y pujante de los últimos meses. En ese intervalo, se vio engullido por los grilletes turcos y apenas anotó 26 puntos.
Jugadores apagados. Para profanar el Ulker Sports Arena, se necesita rozar la perfección y demasiadas piezas en manos de Pedro Martínez, especialmente Timma y Voigtmann, estuvieron desaparecidas en combate. Tuvo que ser un descarado Vildoza quien subiese las revoluciones tras el descanso e intentase capitanear un intento de reacción, a la postre, estéril.
Capitaneó la estéril reacción tras el descanso. Con descaro y acierto a partes iguales, mostró el camino al resto. Tiene algo especial que le convierte en un filón para el futuro.