pedro martínez

Un partido para olvidar. La victoria final no puede empeñar que el de ayer fue uno de los días más aciagos del Baskonia desde que el técnico catalán lleva las riendas. Se le fue la mano con un quinteto inicial que no venía a cuento, si bien los titulares tampoco fueron capaces más tarde de alterar el decorado. Con actuaciones así, es imposible que este grupo consiga algo importante este curso.

Tres cuartos de pesadilla. El Baskonia reincidió en su tibieza de las últimas salidas a Murcia y Tenerife, algo que permitió al Estudiantes campar a sus anchas durante gran parte del choque y alcanzar una renta máxima de 17 puntos (57-40). Las faltas de Brown y Landesberg fueron cruciales para la resurrección azulgrana.

Apafuegos uruguayo. Granger, al igual que sus compañeros, estuvo desaparecido en combate. Sin embargo, se echó el equipo a la espalda para liderar un decisivo parcial de 2-16 dentro del último cuarto y, sobre todo, firmar la canasta ganadora que sepultó a falta de dos décimas las esperanzas colegiales de acudir a la prórroga.

VITORIA. El resultado y nada más. Tres cuartos de sonrojante aletargamiento y modorra defensiva para resurgir de las tinieblas en la recta final y clavar a un agotado Estudiantes un puñal mortal de necesidad gracias al instinto asesino de Jayson Granger. El exterior uruguayo, para más inri formado en la cantera del Ramiro de Maeztu y que venía segundos atrás de desperdiciar dos ataques que pudieron haber ahorrado algo de sufrimiento, no se apiadó del club que le vio crecer y le catapultó a la fama.

Con una sangre fría pasmosa, la dosis habitual de angustia que caracteriza los partidos del Baskonia de un tiempo a esta parte y tras una jugada que no se ajustó a lo diseñado por Pedro Martínez en su pizarra durante el tiempo muerto, Granger embocó una suspensión desde seis metros que se coló sin remisión a través del aro colegial. Respiro de alivio en el enésimo final agónico de la temporada, carpetazo a un partido por momentos catastrófico que deja más sombras que luces y puñalada para la autoestima de un Estudiantes que, tras alcanzar una máxima renta de 17 puntos (57-40, minuto 22), terminó asfixiado y maldiciendo los problemas de faltas de sus principales estandarte (Landesberg y Brown).

Un Baskonia fantasmagórico durante gran parte del choque salvó, a la postre, los muebles tras vagar como alma en pena en el WiZink Center. Si en Málaga tuvo en Timma a su héroe final, ayer fue rescatado a falta de dos décimas para la conclusión por un golpe de talento de uno de los estilistas que anidan en su plantilla. Sin embargo, su baloncesto, su intensidad y su motivación fueron altamente sospechosos en una jornada para olvidar. Si salió indemne de la capital fue, en parte, gracias al desfondamiento físico de un rival que sobrevivió durante ocho minutos del cuarto final con una solitaria canasta de Cvetkovic.

Y todo ello sin obviar que el Estudiantes cavó definitivamente su tumba tras dos tiros libres decisivos desperdiciados por el mejor pistolero de la ACB. Le tembló la muñeca a esa pesadilla llamada Landesberg y el Baskonia vio la luz para ver enmascarado uno de los partidos más deficientes de la era Pedro Martínez. Un mal trago superado nuevamente de la manera más angustiosa posible y en otro epílogo no apto para cardíacos.

fantasmas resucitados El WiZink Center fue testigo de otra desconcertante actuación del Baskonia lejos de sus dominios. Incapaz de mantener la estabilidad cuando debe realizar dos esfuerzos continuados en un corto intervalo, la tropa alavesa estuvo a merced del vértigo, desparpajo y acierto colegial. Desdibujado e irreconocible con un desmedido carrusel de pérdidas, bajo mínimos en cuanto a intensidad y superado con amplitud por un anfitrión de gatillo fácil que le enrojeció los mofletes, se le indigestó por completo otro partido como forastero. Las pesadillas vividas ante el Murcia y el Iberostar se vieron reproducidas ante un Estudiantes dispuesto a echar más leña al fuego de la inconsistencia vitoriana.

Tal y como sucedió en Málaga hace 72 horas, otro errático inicio condenó al Baskonia a navegar contracorriente. A Pedro Martínez se le fue la mano con un quinteto sorprendente que incluyó a Vildoza, Granger desplazado al dos, Jones e Ilimane. Con los menos habituales, se resintió la estabilidad azulgrana y el Estudiantes no titubeó para extraer petróleo de la desorientación visitante. Los titulares, que ingresaron a partir del minuto 4, tampoco fueron capaces de alterar el decorado. Landesberg cogió su fusil y firmó 14 puntos en el cuarto inicial, presidido también por la contundencia colegial a la hora de cargar el rebote ofensivo. Al ex del Maccabi le cogió el relevo Hakanson, un demonio antes del intermedio con triples casi consecutivos ante la pasividad de sus diferentes defensores.

El Baskonia se metió en el encuentro gracias a los destellos de calidad de Shengelia y Granger o la mejoría de su precisión exterior. El mismo Estudiantes que había encontrado numerosas vías de agua en las filas alavesas, de repente, se quedó seco con una alarmante parálisis ofensiva. Las tempranera cuartas faltas de Brown y Landesberg constituyeron el punto de inflexión necesario para soñar con la victoria. Con un contundente parcial de 2-16 en el último cuarto, los vitorianos se vieron ganadores (80-85). Craso error. Tuvo que aparecer el apafuegos Granger para sofocar el último intento de rebelión de un anfitrión necesitado ya por entonces de una bombona de oxígeno. En una temporada ciertamente esquizofrénica, la locura va in crescendo.

Héroe en la cancha que le vio crecer. Decisivo en la segunda parte con un notable repertorio ofensivo. Tras errar dos ataques, se sacó la espina con una suspensión letal sobre la bocina.