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Viejas rencillas del tanteo

La encrucijada del Baskonia con Shane Larkin y Adam Hanga recuerda a otras batallas contractuales del club vitoriano con el derecho de tanteo como protagonista

Viejas rencillas del tanteo

vitoria - El mercado baloncestístico, al igual que cualquier entresijo financiero, no está hecho para los menos espabilados. Cualquier decisión errónea a la hora de negociar contratos y gestionar la construcción de la plantilla puede arrastrar a un equipo puntero fuera de la zona noble de una competición por más de una temporada.

Eso lo saben muy bien en la entidad de Zurbano, expertos en todo tipo de picarescas contractuales que permiten al Baskonia medirse a equipos mucho más capaces en términos presupuestarios. Así debe ser si el cuadro alavés quiere seguir siendo una de las principales caras de la ACB en Europa.

En estos peligrosos puzles salariales, quizá la pieza más peliaguda es la del derecho de tanteo. Una singular norma que posee la ACB para intentar dotar de más oportunidades en el mercado a aquellos clubes que no posean tantos recursos como los punteros, aunque en la práctica casi siempre acaben llevándose el gato al agua los de siempre. Muchas veces, el club con menos presupuesto es incapaz de igualar la oferta económica y acaba renunciando a dicho jugador, como al Andorra le ocurrió recientemente con Shermadini, ahora jugador del Unicaja.

Algo similar podría sucederle al propio Baskonia con Adam Hanga y Shane Larkin. Ambas ofertas parecen desmesuradas para las arcas del Buesa Arena, a pesar de que hayan recuperado el oxígeno en los últimos tiempos. No obstante, el sistema del tanteo no es perfecto, y permite realizar a los conjuntos una serie de triquiñuelas para que el pez grande no les arrebate siempre el mejor trozo del pastel, aunque luego dicho jugador tampoco cumpla su acuerdo con la otra entidad. Precisamente, una situación similar ocurrió entre el Baskonia y el Barcelona con el fichaje de Roger Esteller por el club vitoriano en 1999. El alero catalán firmó un contrato de cinco temporadas con los baskonistas, a cada cual más abultada en salario.

Con su capitán cerca de la treintena y jóvenes como Pau Gasol o Juan Carlos Navarro pidiendo su sitio en el primer equipo, el Barcelona creyó conveniente no igualar la desmesurada oferta azulgrana, por lo que Esteller puso rumbo a tierras alavesas. Pero no llegó, ni de lejos, a cumplir todo su contrato. El Tigre de Sants solo jugó un año en el Buesa Arena antes de rescindir su vínculo y dejar Vitoria, donde estuvo lejos de su mejor nivel precipitando el inicio de la cuesta abajo de su carrera.

Otro caso espinoso en el que estuvo envuelto el equipo de Querejeta fue el de Walter Herrmann. El alero fue una de las piezas más codiciadas por el Baskonia en el verano de 2009. El argentino había abandonado el Unicaja en 2005 rumbo a la NBA, donde encadenó cuatro años más que decentes en las filas de los Raptors, los Bobcats y los Pistons. Al querer regresar a la ACB, donde el Unicaja poseía sus derechos, el de Venado Tuerto tuvo que pasar el filtro del derecho de tanteo, en el que malagueños y alaveses pujaron duramente por él. Los segundos acabaron llevándose al codiciado albiceleste con un jugoso contrato bajo el brazo de cuatro años -inflado de forma desmesurada en el último instante- que el club andaluz no pudo igualar.

De nuevo, al igual que ocurrió con Esteller, Herrmann tampoco acabó cumpliendo todo su contrato con los azulgranas y ambas partes acordaron rescindir su contrato tras una única campaña en Vitoria, donde solo ofreció pinceladas de lo que podría atisbarse, dado su exitoso periplo. También fue este el último año en la élite del rubio argentino, que regresó a su país para jugar en el Atenas de Córdoba.

Estos son solo dos ejemplos de lo engañosos que pueden resultar los contratos obtenidos por el derecho de tanteo. No sería descartable que Hanga o Larkin, independientemente de que acaben en Barcelona o en Vitoria, no lleguen a cumplir su contrato y acaben poniendo rumbo a la NBA o a otros clubes europeos que satisfagan más sus demandas.