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No ofrece soluciones. El equipo está repitiendo los mismos errores graves desde hace varios encuentros y el técnico no está siendo capaz de aportar soluciones que permitan superar el bache. Los problemas se reproducen tanto en defensa como en ataque y solo a través de la calidad de sus individualidades es capaz el Baskonia de mantenerse en los partidos. Un guión demasiado frecuente.

Atenazado. El Baskonia dio la sensación durante muchos minutos de jugar encogido. La presión ha hecho mella en unos jugadores que van sobrados de calidad pero que están ofreciendo un rendimiento muy por debajo de lo que se espera de ellos al comienzo de Liga. Solo exhiben el talento con cuentagotas y en la mayoría de las oportunidades no es suficiente.

La guerra por su cuenta. Ante la evidencia de que el juego colectivo no les conduce al éxito, en demasiados momentos los que están tirando del carro individualmente se entregan a una guerra por su cuenta que termina generando más errores que beneficios para el equipo.

vitoria - Rozaba ya con la yema de los dedos el Baskonia una victoria por la que había tenido que sudar de lo lindo, atisbaba la luz de salida del oscuro túnel en el que le había encerrado el Iberostar Tenerife durante prácticamente los cuarenta minutos cuando, de repente, la mano de Javier Beirán se elevó por encima de todas las demás. El jugador canario, el mejor de su equipo, tocó suavemente la pelota para introducirla en la red después de queel aro hubiese escupido la bandeja de White. Era el último segundo y esa canasta se convirtió en la puntilla para un cuadro local que únicamente funcionó a rachas subido a lomos de sus individualidades pero que terminó ejecutado por el notable trabajo colectivo insular.

El conjunto de Sito Alonso arrancó la contienda queriendo dejar atrás cuanto antes la pesadilla de Moscú. Necesitado de autoestima, se recetó un inicio eléctrico que le sirvió para escaparse 7-0 en un abrir y cerrar de ojos y, aparentemente, encaminar el partido hacia una matinal tranquila que ejerciera de bálsamo sobre su maltrecho estado de ánimo. Sin embargo en ocasiones las apariencias engañan y no tardó demasiado la escuadra azulgrana en comprobarlo. Porque el Tenerife, que se había visto sorprendido por este arranque de vértigo, ni mucho menos se desmoronó. Más bien todo lo contrario. El plantel de Txus Vidorreta se rearmó, juntó sus filas, apretó los dientes y tiró de personalidad y oficio para demostrar que el sobresaliente arranque de la temporada que está protagonizando no es desde luego fruto de la casualidad.

Gracias a ello consiguió enjugar paulatinamente la desventaja en el marcador y, sobre todo, reconducir el duelo hacia el ritmo que más le interesaba. Sin perder la tranquilidad en ningún momento, continuó aplicando su propuesta hasta pisar los talones de los vitorianos. El Baskonia se aplicó en defensa más de lo habitual y dificultaba los ataques tinerfeños pero, como contrapunto, también debía sudar sangre para poder colar el balón por el aro. Tanto, que únicamente fue capaz de anotar quince puntos al final del primer cuarto por los dieciocho de su rival, que le endosó un demoledor 8-18 tras el esperanzador inicio azulgrana.

La misma tónica se mantuvo hasta el descanso. Ambas escuadras priorizando el trabajo defensivo sobre el ofensivo pero con la visitante dejando la sensación en todo momento de tener perfectamente controlada la situación. Los de Sito Alonso, en cambio, trataban de encontrar la fórmula para poder sentirse cómodos sobre el parqué sin demasiado éxito y encararon el camino de los vestuarios como una liberación.

Se esperaba la reacción azulgrana pero lo que se produjo en el arranque del tercer periodo fue un demoledor 0-9 producto de los múltiples despropósitos cometidos por el plantel vitoriano en apenas dos minutos. Al menos, tantos errores sirvieron para espolear al Baskonia que, por fin, pareció despertar. Elevando unos cuantos peldaños su actividad defensiva para encadenar varios robos que terminaron en contragolpes claros y con la irrupción ofensiva de un Bargnani desaparecido hasta entonces, pudo parchear el estropicio y mantenerse con vida en el partido comandado por un Larkin otra vez sobresaliente.

Así, el último cuarto arrancó con un ajustado 55-56 en el marcador y la sensación de que la suerte de la contienda iba a terminar jugándose en el filo de una navaja muy afilada. Con esa tensión se fueron consumiendo los minutos finales, sin que ninguno de los dos contendientes lograra abrir una brecha mayor de tres puntos. Precisamente la que estableció el exbaskonista Carl English con una canasta (68-71) a falta de 58 segundos y justo después de que Larkin hubiese errado una entrada sin opciones. Se antojaba una losa imposible de levantar para el conjunto local pero gracias a dos espectaculares acciones individuales de Beaubois -entre las que medió un intento triple fallado por English- el Baskonia logró darle la vuelta a la situación. 72-71 y solo seis segundos por disputarse. Apenas un suspiro pero demasiado tiempo a la postre a tenor del desenlace. En el último aliento del partido, la mano de Beirán se convirtió en el verdugo que ejecutó a un equipo vitoriano que debe reflexionar. Y mucho.

El estadounidense volvió a ser el principal sostén del equipo. Demasiado solo en la guerra ante el Tenerife, logró con su intensidad defensiva y sus puntos que el equipo tuviera opciones hasta el final.