Barcelona - Si por algo ha sido triunfal la temporada del Baskonia ha sido por su capacidad para ahogar las ideas de unos rivales que se han visto, de manera mayoritaria, superados por la frenética actividad defensiva de un equipo siempre capaz de dar una nueva vuelta de tuerca para cerrar las vías hacia su canasta. Precisamente, todo lo contrario que se pudo presenciar ayer en el estreno de la serie de semifinales de la Liga ACB en el Palau Blaugrana. Un Laboral Kutxa desconocido por lo excesivamente blanda de una defensa que hizo aguas por todos sus frentes. Sin presión agresiva sobre el balón, nulo de intensidad y movimiento y claramente refugiado en torno a la zona, el sistema de contención dispuesto por Velimir Perasovic, habitualmente letal en la destrucción, resultó anoche de una blandura excesiva. Una enorme ventaja para un Barcelona que, lejos de estar brillante, aprovechó a la perfección esas inesperadas concesiones para abrir brecha en el marcador desde muy pronto, ya que el equipo vitoriano vivió una jornada aciaga en el lanzamiento y el resultado no fue aún más abultado solo por la constante visita a la línea de tiros libres.

Al Baskonia se le empezaron a abrir demasiadas vías de agua desde demasiado pronto. Y eso pese a un buen inicio en el que Ilimane Diop -novedad en el quinteto inicial junto a Michael Roll- puso freno a la amenaza interior de Ante Tomic. Pero los problemas venían de una mala defensa exterior al jugador con balón y de la tardanza a la hora de mandar las ayudas. Darius Adams naufragó ante el potencial físico de Tomas Satoransky, mientras que Justin Doellman castigaba la pasividad de Kim Tillie. Ni siquiera necesitaban los hombres de Xavi Pascual en ese arranque grandes porcentajes, ya que muchos fallos en el lanzamiento vinieron seguidos de rebotes defensivos que acabaron en canasta.

Tras un primer cuarto en el que el marcador no se disparó (16-9) a pesar de que la defensa no era ya buena, en el segundo período los culés aumentaron su aportación a través del castigo a los puntos débiles de una defensa baskonista que empeoraba en vez de mejorar. El mejor ejemplo, Stratos Perperoglou atacando con saña a Davis Bertans. Hasta los 27 puntos se fueron los blaugrana en ese segundo cuarto (43-28 global) con los diez jugadores que habían pisado cancha hasta ese momento aportando al menos una canasta a su marcador. Cifra que se elevaría a once de once al final del partido con la entrada de Pau Ribas.

Se esperaba una reacción tras el descanso porque si por algo se ha caracterizado este Baskonia es por su capacidad de darle siempre la vuelta a la tortilla en los momentos más delicados, pero ayer no era el día de este equipo. Finiquitó el Barcelona cualquier esperanza con un rápido parcial 8-1 de salida. El Laboral Kutxa se hundía en defensa definitivamente y en ese mismo paquete se iba a pique un ataque nulo en el acierto. Un equipo blando como no se había visto antes.