zagreb - Perdió Baskonia ayer en Zagreb, la cuna del genio Petrovic, algo que entraba dentro de las probabilidades. Pero lo que no parece aceptable fue la manera en que lo hizo, ofreciendo las mismas, y peligrosas, hechuras que la pasada temporada hicieron de Laboral Kutxa un equipo vulgar. Lo visto ayer sobre la cancha Drazen Petrovic fue una angustiosa vuelta al pasado que sorprendentemente rompe la marca que este equipo había logrado forjarse en este primer tramo de la temporada, donde de forma absolutamente brillante ha sido reconocible en todos los partidos disputados gracias al repertorio de actitud, compromiso, colectividad, defensa y acierto exterior que ayer, simplemente, no existieron. Si a todo ello se añade la incapacidad mostrada por el banquillo primero, y los jugadores después, para leer el partido-trampa planteado por Cedevita, el resultado cabe decir que fue totalmente justo. En consecuencia, y tras la disputa de la primera ronda del grupo B, éste se complica para Baskonia, al que el margen para volver a fallar se le acorta drásticamente.
Al igual que ocurría con demasiada frecuencia el pasado curso, los males del Laboral Kutxa volvieron a hacerse visibles a partir del tercer cuarto. Hasta entonces, la escuadra baskonista había sido capaz de controlar el partido si no en juego sí en el marcador. Sin embargo, tras el descanso llegó la desconexión. La zona 2-3 que puso Cedevita en canción cortocircuitó el ataque baskonista. Con Bourousis tapado y defendido por los postes croatas hasta la desesperación del griego, al conjunto baskonista no le quedó más remedio que centrar toda su capacidad anotadora en la batería exterior, que ayer fue sumamente espesa. Por si fuera poco, la dirección del partido a cargo de Adams y James recordó más que nunca a la del año pasado, quedando la escuadra alavesa desgobernada a partir de una nuela lectura del partido. ¿Dónde estuvo ayer ese basket control que sí ha sido capaz este año Baskonia de poner en liza en distintos partidos? Sin rebote ofensivo y con un pésimo rebote defensivo -hasta once balones le recuperaron al laboral Kutxa en su propia canasta-, sin circulación de balón y sin acierto exterior, resultaba muy difícil ayer imaginar un resultado diferente al producido. Convendría pensar que se trató de un accidente, un mal día en la oficina que Peras deberá enmendar. De lo contrario, el final de la película no agradará nada al baskonismo.