vitoria - Hace ya tiempo que abandonó Vitoria para cumplir el sueño de dar el salto a la NBA pero a pesar de ello y a pesar de haber conseguido un anillo de campeón con los Spurs de San Antonio, no se atisba un ápice ni de soberbia ni de altanería en él cuando, muy de vez en cuando, regresa a Vitoria para saludar a su familia política, a los mismos amigos que descubrió cuando llegó al Baskonia con 15 años y al Iri, sobre todo al Iri, ese ángel de la guarda que es Iñaki Iriarte, el padre deportivo que guió su prometedora carrera y probablemente una de las personas que mejor le conozcan en todos los aspectos. No hay nada de soberbia ni ego desmedido, ni tampoco ínfulas de estrella a pesar de formar parte del baloncesto más mediático del mundo. No existe rastro de esa otra personalidad porque Tiago Splitter Beims ( Blumenau, Santa Catarina, Brasil, 1985) continúa siendo el mismo tipo honesto, equilibrado y buena persona que siempre. Aquel espigado poste que se hizo hombre en Vitoria para saltar después a la NBA de la mano de los Spurs de San Antonio es hoy un consagrado jugador que da lustre, con su pasado, a un presente baskonista necesitado de estímulos e inmerso en un mar de dudas ante el reto de volver a ser uno de los grandes de Europa.

En ese tránsito de caída al vacío de los últimos años, Splitter maduró en Texas a las órdenes de Popovic, donde ha jugado las últimas cinco temporadas y en las que ha disputado dos Finales y ganado un anillo de campeón (temporada 2013/2014). La pasada temporada jugó 52 partidos, siendo titular en 35, promediando 8.2 puntos y 4.9 rebotes en 19.8 minutos, registros más que aceptables que, sin embargo, no le han garantizado una plaza en la franquicia texana, que ha traspasado al brasileño a la capital mundial de la Coca Cola, Atlanta, donde tratará de mantener el nivel de los últimos años como nuevo center de los Hawks.

De este nuevo escenario profesional pero sobre todo del Tiago más íntimo y personal dio cuenta el jugador en una entrevista en Radio Vitoria, donde reveló algunos episodios desconocidos y trasladó otras tantas impresiones personales como su desmedida pasión por el baloncesto, inoculada por su padre cuando era un crío y causante de una prematura madurez que a los 15 años le llevó a determinar que tendría que cruzar el Charco si quería cumplir su sueño. “A mi padre, que nunca jugó, siempre le gustó mucho el baloncesto y siempre me apoyó. Así fui creciendo y jugando bien, y llegaron las selecciones y los torneos, y en uno de ellos en Chile (Alfredo) Salazar me convenció. En realidad iba detrás de otro chico pero como le dejó plantado me cogió a mí. Tenía que volver a Vitoria con algo, así que vine a hacer una prueba con 15 años y me quedé”. Creó Baskonia entonces un equipo en EBA para dar cabida al espigado poste y encomendó a Iriarte que afilara la técnica de aquel prometedor joven. El resto ya fue cosa suya. “Vine muy verde así que empecé desde el principio. Recuerdo tener que aprender yo solo a correr en la pista de Mendizorroza... Yo quería jugar al baloncesto y con 14 años lo tenía claro, así que vine a Vitoria con muchísima ilusión”. Entonces el sueño de poder vivir de la canasta parecía cobrar sentido en la cabeza de una persona tan soñadora como Splitter, descendiente de judíos -su familia arribó en el sur de Brasil en 1903- y convencido de que aunque soñar es bueno y peligroso a la vez, “si sueñas algo con fuerza es muy probable que se pueda cumplir”.

dusko y el estado mental De momento en este sentido no se puede quejar el brasileiro puesto que ha conseguido formar una familia feliz junto a Amaia que le reconforta y en la cancha ha conseguido grandes metas. Solo se reconoce una pena: “Me gustaría ganar algo con la selección de mi país. El año que viene tenemos una oportunidad con los JJOO de Río, que será la última oportunidad de nuestra generación, y me gustaría tener un buen recuerdo, aunque sé que es muy difícil”. Hasta entonces, en su objetivo más inmediato cuando salta a una cancha solo hay cabida para el trabajo. Un hábito forjado a partir de personalidades tan dispares como las de Dusko Ivanovic y Popovic. Del montenegrino se guarda para sí un legado que le ha permitido tocar el cielo - “La ética del trabajo que tengo se la debo en gran medida a Dusko”-, mientras que del técnico con el que ha conquistado su, de momento, único anillo de campeón de la NBA, recuerda su franqueza, que ilustra con una anécdota. “No lloré al llegar a San Antonio, pero sí estaba de muy mala leche. En casa, fuera, en los entrenamientos... Hasta que un día después de dos o tres meses allí, viendo que no jugaba, se me acercó Popovic después de un partido en el autobús y me dijo: sé que estás cabreado porque no juegas... Bueno, pues te diré una cosa. Estate tranquilo porque este año no vas a jugar más. El equipo ya está hecho y montado y confío en ellos, pero estáte tranquilo que tu tiempo llegará. Me sentó muy duro pero a raíz de aquello me fue mejor”, recuerda.

Las palabras del mítico coach sonaron a liberación para Splitter, que despojado de la presión inicial, comenzó a adentrarse en la particular idiosincrasia del baloncesto americano. Y ahí, reconoce, surgió la primera lección. “Antes de ir a América tenía la idea en la cabeza de que los americanos solo eran buenos físicamente, que no eran listos ni inteligentes. Sin embargo al llegar me di cuenta de que estaba totalmente equivocado. Son muy buenos en todo y no es casual que sean los mejores del mundo”. Quizá la gran diferencia con el Viejo Continente, añade, la marquen las dos o tres súperestrellas que hay en cada equipo y que fijan lo que es élite y lo que no. “El resto de los jugadores son muy parecidos a los que actúan ahora mismo en Europa”. Y quizá la cercanía cada vez más evidente entre la NBA y la Euroliga se deba al espíritu de superación de tipos como el exbaskonista y el sentido de la colectividad que, en su caso, mamó en Vitoria. “Me siento parte del club, sí, pero no me pongo arriba de nadie. Todo lo que he hecho ha sido por el equipo, nunca por mí mismo. En Baskonia intentábamos hacer un baloncesto de equipo para ser campeones porque lo necesitábamos y porque no teníamos un Kobe Briant o un Kevin Durant. Lo más importante siempre es el grupo y en Baskonia siempre ha sido así”, apura el poste en los micrófonos de la radio pública, agradeciéndole al baloncesto una vez más la posicición de privilegio que le ha dado. “Para mí siempre ha sido una liberación, una salida, aún en los peores momentos. Es tan intenso cuando juegas que no te deja pensar en nada más”.

Nombre. Tiago Splitter Beims.

Nació en Joinville, Santa Catarina, Brasil, 1/1/1985).

Trayectoria.

Baskonia

Araba Gorago

Basket Bilbao Berri

TAU Cerámica

San Antonio Spurs

Valencia Basket (lock out).

San Antonio Spurs (2010/15)

Atlanta Hawks (2015/...)