Vitoria - Con su futuro resuelto y enfilado hacia tierras levantinas, concretamente un Valencia Basket de Pedro Martínez con el que ya ha alcanzado un acuerdo para las dos próximas temporadas, el cántabro repasa una trayectoria en la capital alavesa no exenta de polémica. Siempre con la etiqueta de transferible y en el ojo del huracán por los dígitos de su contrato, se marcha sin decir una palabra más alta que otra, aunque habría tenido motivos sobrados para ello. Pese a ello, uno de los jugadores más longevos de la historia del club deja entrever que su relación con las altas instancias azulgranas ha pasado en más de una ocasión por momentos de tensión.
La primera es obvia. ¿Por qué se marcha del Baskonia?
-Acababa contrato y después de siete años entiendo que es el final de un ciclo. Creo que ha llegado la hora de buscar nuevos retos en mi carrera y, de paso, dejar también el camino libre al club para que tome sus propias decisiones en el futuro sin contar conmigo en el proyecto.
Determinaciones así no se toman de la noche a la mañana y son producto de una reflexión profunda. ¿Cuando sospechó que su tiempo en Vitoria se estaba terminando?
-Obviamente, ha sido una decisión muy meditada a lo largo de esta última temporada. Al final, llegado este momento, he de reconocer que me marcho con tristeza porque he pasado unos años impresionantes en Vitoria. Me llevo el cariño de muchísima gente y dejo grandes amigos. Pero, siendo egoísta y pensando en mi futuro profesional, creo que es bueno cambiar de aires. Por eso se ha concretado el adiós.
Siete años en un mismo lugar son una eternidad y originan un desgaste. ¿Ha sucedido eso en su caso?
-Por mi parte, no ha habido ningún tipo de desgaste. Simplemente que después de tanto tiempo allí necesitaba profesionalmente un cambio de aires y nuevos retos. He vivido grandes emociones en el Baskonia, pero era el final de un ciclo.
Más allá de aquella inolvidable canasta que supuso la tercera ACB de la historia, ¿cuál es el legado de San Emeterio en Vitoria?
-Ha habido más cosas, además de esa acción. Quiero que se me recuerde por haber sido un jugador que dio lo máximo en cada partido y que ha luchado a muerte por defender los colores de la camiseta azulgrana. No cabe duda de que ese dos más uno va a dar dejar un huella grande y estoy tremendamente orgulloso por ello. Es una noche y una jugada que nunca olvidaré. Ante todo, he sido un jugador comprometido al máximo con el Baskonia y quiero que se me recuerde por eso.
Cualquier jugador sueña de pequeño con una canasta como la suya aquel 15 de junio de 2010. ¿Cuántas veces la ha visto repetida?
-Buff... Unas cuantas. Siempre que juegas en el patio del colegio o en tu casa con la consola siempre sueñas con una canasta de esa trascendencia. Fue un momento único, inenarrable y emocionante que seguramente no lo ha olvidado todavía ningún baskonista. Es si cabe más emotivo por ser el último título del club y algo que permanecerá para siempre. No sólo estará en el recuerdo sino que lo llevaré a mi nuevo destino en el cuadro que se encuentra en mi casa. Así que muy satisfecho por haber dejado esa imagen para la posteridad.
Ese título en el 2010 sirvió para alcanzar el cielo, pero también fue el preludio de la imparable decadencia de los últimos años. ¿Cuáles son las razones?
-Creo que todo está golpeando. En primer lugar, la pérdida de músculo económico del club, que es fundamental para poder competir hoy en día ante los grandes. Como consecuencia de ese bajón, los resultados no están siendo los esperados, pero tengo la esperanza de que puedan reconstruirlo todo y alcanzar nuevamente las cotas más elevadas.
Reducirlo todo a una cuestión monetaria parece el argumento fácil. ¿No hay algo más detrás?
-Supongo que hay una urgencia grande por alcanzar unos resultados. Con anterioridad, mientras el jugador se iba formando en Vitoria en la sombra hasta que cogía el relevo para hacerse grande, a la vez se conseguían éxitos. En este momento que se llevan varios años sin producirse los resultados esperados, hay una falta de paciencia con jugadores que luego resultan válidos en otros lugares. Quizá se están produciendo demasiados cambios, pero eso son cosas que los jugadores no podemos controlar. Imagino que, de cara a la temporada que viene, tratarán de hacerlo lo mejor posible. Hay jugadores como Fabien Causeur capacitados para liderar ese nuevo proyecto, pero también deberán acertar con los nuevos fichajes.
¿Se va como un caballero tapando muchas cosas?
-(Unos segundos de respiro). Me voy como lo que quiero que se me recuerde, es decir un jugador con compromiso, que lo ha dado todo y que ha defendido esa camiseta hasta las últimas consecuencias. He intentado ofrecer lo mejor de mí mismo al club y ahora lo ideal para todos es que me vaya en paz con el cariño de la afición. Quiero que el público de Vitoria tenga ese recuerdo mío. Ojalá que el Baskonia pueda reestructurarse con mi salida y edifique un proyecto solvente.
¿Deja amigos en el club?
-Sí, dejo grandes amigos.
¿Y también en las altas esferas y con los que mandan?
-Nunca hemos sido amigos, pero por otra parte creo que ellos nunca han sido amigos de ningún jugador a lo largo de la historia. Es un poco la política que tienen. Hemos mantenido una relación profesional muy cordial y supongo que en el futuro será igual. A partir de ahora cada uno defenderá sus colores, pero cuando nos veamos fuera de la cancha entiendo que seguiremos teniendo una relación muy cordial.
Distintas fuentes señalan que su sueldo ascendía a 1,6 millones. ¿Le molesta haber estado en el punto de mira por su contrato?
-Yo desconozco si mi salario ha estrangulado al club durante estos años, pero las cantidades de mi contrato no son las que circulaban por ahí. Se han inflado demasiado, aunque no voy a negar que era un contrato alto. Más si se tiene en cuenta la situación económica que ha habido. Pero bueno, es un contrato que firmamos en su día las dos partes. Ellos tenían el derecho de renegociarlo a la baja, igual que yo tenía el derecho de querer cumplirlo. Al final, creo que las dos partes lo hemos entendido. Insisto en que hemos terminado en paz y eso es lo importante.
Casi todos los veranos fue tratado como una mercancía y ofrecido al mejor postor. Un año antes de ser el héroe de la última liga, tuvo los dos pies en Sevilla. ¿Algún rencor en este sentido?
-La verdad es que ha habido de todo. Cuando estás siete años en un sitio, pueden ocurrir estas cosas. Recuerdo que al final de la primera temporada estaba todo hecho con el Cajasol y no pude salir por la venta de Sergi Vidal al Real Madrid. Luego, todo se transformó para bien y se produjo una época dorada tanto mía como por parte del club. En los dos últimos veranos también se produjeron varios movimientos para que pudiera marcharme. Al final, siete años dan para muchas cosas. Sin embargo, después de todo quiero quedarme con las cosas positivas y buenas. Me llevo el cariño de la gente, algo que he tenido en todo momento, y lo demás ya es secundario.
¿Cuándo se va a oficializar su fichaje por el Valencia Basket?
-Bueno, todavía no sabemos si será el Valencia o algún otro club, pero creo que dentro de poco tomaré la decisión y se sabrá.
A sus 31 años y con una ACB, una Copa del Rey y una Supercopa en su palmarés, ¿qué retos personales se marca a partir de ahora?
-Sigo teniendo los mismos objetivos que desde que empecé a dar mis primeros pasos como jugador. Es decir, ganar títulos y formar parte de un equipo competitivo que me permita aspirar a lo máximo en todas las competiciones. Por mi parte, no me va a faltar ambición para lograrlo y esto es lo que más mueve en este momento de mi carrera.