Anclados en un pozo sin fondo
Sin antídoto para contener la magia de Huertas y la dictadura interior de Tomic, el Baskonia mantiene su imparable cuesta abajo
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Una pesada mochila. Con la actual materia prima de la que dispone, resulta muy difícil que el técnico italiano propicie la reacción de un Baskonia casi en ruinas que totaliza ocho derrotas consecutivas y continúa sin levantar cabeza. Las toneladas de pundonor y el compromiso del equipo fueron insuficientes ante un Barcelona inalcanzable desde todos los puntos de vista.
vitoria - Apagados los fuegos artificiales de la estruendosa llegada de Lamar Odom, cuando tocó sentarse plácidamente a presenciar un enfrentamiento desigual entre el líder y el colista del grupo E de la Euroliga, sobrevino la implacable realidad de la extrema fragilidad de un Baskonia que continúa malviviendo dentro de la cancha -fuera es otro cantar- y dejando unas sensaciones descorazonadoras. Transcurrida la brutal onda expansiva del mediático desembarco de la antigua estrella de los Lakers que había eclipsado la visita de un rival poderosísimo y la trascendencia de una victoria ciertamente inalcanzable, el conjunto vitoriano mostró todas sus deficiencias en otra noche torcida desde el salto inicial. Sentado enfrente del banquillo, el interior estadounidense pudo comprobar en primera persona las débiles constantes vitales de un equipo voluntarioso que, sin embargo, no da mucho más de sí.
Resulta imposible extraer algo más de jugo a un colectivo repleto de medianías que, por si fuera poco, ayer lució una versión irreconocible de Nocioni y apenas agradeció el regreso de Heurtel, incapaz de discutir el despotismo de Huertas en un partido donde la plasticidad de Tomic dejó a los locales heridos de muerte y Navarro se sacó varios conejos de la chistera para sepultar las últimas esperanzas. Demasiados recursos atesora este Barcelona al alza como para soñar con una gesta que frenase la sangría de decepciones. Sexto traspié continental de una tacada y octava derrota consecutiva entre todos los frentes que ilustran la sangrante decadencia azulgrana. Ni siquiera la tempranera marcha al banco de Papanikolau, que recibió un golpe fortuito de Diop en el tabique nasal, supuso un balón de oxígeno para que los alaveses divisaran la opción de sorprender a una locomotora a toda mecha que, salvo en el segundo cuarto, mantuvo un ritmo demoledor y asfixió a un anfitrión blando, impreciso y deprimido.
El corazón del Laboral Kutxa, estimulado por la presencia del doble campeón de la NBA en primera fila de la cancha junto a Hamilton y Poeta, volvió a latir durante muchos minutos ante el ogro culé. Sin embargo, no fue suficiente porque el Barcelona -igual que el Real Madrid y otros colosos del Viejo Continente- representa hoy en día otro ochomil imposible de ser hollado por el abúlico plantel de Scariolo. Con un plus de adrenalina tras la concreción un fichaje galáctico que, al menos, ha servido para reactivar a una afición dormida y desencantada, el ardor baskonista apenas bastó para cosechar la enésima derrota digna que cercena de raíz las remotas opciones que anidaban en todos los estamentos del club de reengancharse a la Euroliga.
una película muy vista Aquel lejano triunfo en Málaga constituyó un triste espejismo a la vista de la caída en picado de un grupo inmerso en una dinámica aterradora. Mientras se espera como agua de mayo el ingreso de Odom para brindar un salto de calidad a un ejército extremadamente limitado, determinados pulsos continentales retratan que con la actual materia prima no hay más cera de la que arde. En otra reedición de una película muy vista a lo largo de la actual temporada, el Baskonia volvió a destapar todas sus imperfecciones y miserias. La solvente batuta y milimétrica puntería de Huertas, unidas a la dictadura interior de Tomic -arrebatador durante tres cuartos antes de que Navarro se liberara de la pegajosa marca de Causeur en las postrimerías-, permitieron al Barcelona campar a sus anchas y reprodujeron las pesadillas de las últimas refriegas en Europa.
Afortunadamente, esta vez pudo reconducir a duras penas el rumbo el anfitrión gracias a la mejor versión de San Emeterio que se recuerda en mucho tiempo. Anulado Nocioni y huérfano el Laboral Kutxa una jornada más del mínimo acierto exigible desde el perímetro, la casta del santanderino y la constancia de Pleiss -autor de dobles figuras- constituyeron los únicos argumentos a los que agarrarse. Si existió una remota oportunidad para colarse por una ínfima rendija y rebelarse ante un destino escrito de antemano, una torpeza manifiesta de Hodge puso en bandeja el despegue definitivo del Barcelona. Con 57-64 en el marcador, una zancadilla desde el suelo del portorriqueño sobre Tomic fue la antesala de dos aguijonazos de Oleson y Navarro desde 6,75 metros que certificaron otro varapalo.
El dominio de Tomic. El plástico interior croata fue el absoluto dominador de un duelo que, salvo en el segundo cuarto, siempre tuvo color blaugrana. Con 24 puntos y 9 rebotes, marcó la diferencia.
A contracorriente. El Baskonia volvió a mostrar todas sus imperfecciones en un partido donde le abandonó el acierto exterior, no agradeció el regreso de Heurtel y malvivió sin los puntos de un apagado Nocioni.
Entereza ante desconfianza. La velada retrató el desigual estado anímico de dos conjuntos que vienen firmando unas trayectorias antagónicas durante los últimos tiempos.
Su mejor actuación en mucho tiempo con la camiseta azulgrana. Su ardor y casta mantuvieron vivas las constantes vitales del equipo en una noche donde el cántabro recordó al jugador multidisciplinar de otros ejercicios.