en la ACB, son el undécimo y el duodécimo jugador de un plantel donde la imperiosa necesidad de contar con cinco jugadores de formación obliga al club a recurrir a ellos en el torneo doméstico. Ambos acatan su secundario rol con evidentes dosis de resignación y apelan a la paciencia. Mientras tanto, son conscientes de que los minutos sobre la pista están demasiado caros ante la certeza de que el Baskonia padece unas evidentes urgencias clasificatorias que obligan a Scariolo a depositar su confianza en los primeros espada y las piezas más expertas del colectivo. Como cabía esperar cuando quedó configurado el pasado verano el remozado proyecto azulgrana, Ilimane Diop y Devon Van Oostrum están viviendo un duro aprendizaje en su primera temporada como miembros de pleno derecho del Laboral Kutxa.

Su lógico ostracismo no es lo más deseable para dos chicos que, ante todo, necesitan minutos para corroborar su progresión y no quedarse estancados, tal y como ha sucedido con infinidad de jóvenes de su edad que se han quedado a medio camino. Pero existen dentro de la ACB unas claras restricciones en materia de contratación que aceleraron su militancia a las órdenes del preparador italiano y frustraron su cesión a otro lugar más modesto donde ambos canteranos pudiesen gozar de una continuidad imprescindible a la hora de completar su laborioso proceso de formación.

Tras valorar todas las opciones existentes sobre la mesa, el Baskonia decidió dar un giro a su política emprendida los años anteriores y esta vez entendió que la mejor forma de favorecer su crecimiento sería teniéndoles bajo control en el propio Fernando Buesa Arena. Pocos sitios mejores que la pista alavesa para pulir su técnica individual, realizar entrenamientos de calidad, fajarse con jugadores contrastados en el concierto internacional y, en definitiva, ir alcanzando la madurez necesaria con el fin de, más a medio plazo, poder erigirse en jugadores con mayor peso específico dentro del equipo.

luces y sombras En el caso de Diop, las perspectivas de que el club disponga de un cinco de garantías durante muchos próximos años parecen hoy en día evidentes por muchos motivos. Con esos tentáculos interminables que nublan la vista del rival que le encara en las inmediaciones del aro, el espigado senegalés ha firmado actuaciones sobresalientes en algunos partidos a nivel doméstico. Todavía permanecen en la retina de los aficionados sus rutilantes minutos ante el Estudiantes y el Bilbao Basket. Todavía es un interior por hacer y determinadas carencias físicas como su liviana musculatura saltan a la vista, pero rebosa hambre, entusiasmo, energía y un descaro impropio de alguien que únicamente cuenta con 18 primaveras.

Solo así se justifican los sonados piques protagonizados ante jugadores repletos de cicatrices -Bourousis y Kavaliauskas fueron los ejemplos más claros- que prácticamente le duplican su edad. Transcurrida ya la mitad de la temporada y con un bagaje total de 101 minutos en 13 partidos repartidos entre ACB y Euroliga, el rendimiento de Ilimane permanece hasta la fecha por encima de las expectativas más optimistas. El problema es que Pleiss y Hamilton representan una muralla casi insalvable como para que Scariolo le alinee con más asiduidad.

Van Oostrum, en cambio, genera muchas más dudas que el africano. El anglo-holandés debía haber exhibido ya algún destello cuando se halla a punto de cumplir 21 años. Pues bien, éstos se siguen resistiendo. Durante sus cesiones anteriores a sendos lugares de la Adecco Oro como Tarragona y Cáceres, no consiguió asentarse como un exterior que marcase diferencias. Hasta la presente campaña, en que Scariolo le había concedido el rol de tercer base del Laboral Kutxa antes del aterrizaje de Giuseppe Poeta, existían incluso ciertas dudas acerca de cuál era su posición ideal a la vista que también ha sido utilizado por algunos entrenadores de su carrera como escolta. El salto a una competición tan exigente como la ACB no ha alterado las bajas previsiones alrededor de un bisoño jugador al que las malas lenguas le atribuyen un carácter díscolo y rebelde.

Con una menor ración de protagonismo que Ilimane -73 minutos en 9 compromisos-, Van Oostrum ha ido desapareciendo del primer plano conforme avanza el curso. El internacional británico se hizo un hueco en los albores gracias a la epidemia de lesiones en la cuerda exterior que privó a Scariolo durante varias jornadas del concurso de Heurtel, Causeur, Hanga y San Emeterio. Hasta el punto de que el de Groningen tuvo tres apariciones continentales seguidas ante el Panathinaikos, el Lietuvos y el Estrella Roja. Más allá de los cuatro minutos en el pulso de infausto recuerdo ante el Iberostar, el técnico azulgrana ha dejado de contar con sus servicios en los últimos tiempos. Algo sospechoso teniendo en cuenta que la irregular dirección de Heurtel y Hodge no es del todo satisfactoria habiendo propiciado ello el reciente ingreso de otra cara nueva.