Vitoria. La temporada en curso pasará a la historia por ser la primera que el Baskonia se queda fuera del Top 16 de la Euroliga, por el agridulce destierro en el Iradier Arena mientras se prolongaba la primera fase de las obras del Buesa y por la dubitativa imagen que viene arrojando el equipo azulgrana desde que comenzó la competición. Pero existe otro factor que no debería obviarse a la hora de realizar las evaluaciones: el interminable cúmulo de lesiones e inconvenientes a los que está teniendo que hacer frente el cuadro alavés.
El Caja Laboral está viviendo una campaña en la que la enfermería está gozando casi de tanto protagonismo como el parqué, una temporada de tirita y remiendo que en muchos casos está lastrando en gran medida el potencial de un equipo que ya se vio cruelmente golpeado en la pretemporada, cuando las lesiones hicieron temprano acto de presencia para trastocar los planes originales. Una especie de maldición ha caído este año sobre un Baskonia que, por otro lado, ya andaba justo de efectivos. Ni siquiera los elementos más rocosos y fiables del plantel gasteiztarra, aquellos que han esquivado históricamente las lesiones, han podido librarse. Casi todos los jugadores de los que Dusko Ivanovic echa mano con asiduidad, los que conforman el núcleo duro de este plantel, se han visto obligados a perderse alguna cita por problemas físicos.
De hecho, sólo hay tres jugadores importantes en las rotaciones del técnico montenegrino que han podido librarse, hasta la fecha, de visitar la enfermería. El resto ha tenido que parar para reponerse de las diversas dolencias que ha ido regalándoles la temporada. Pablo Prigioni, incombustible y granítico pese a su edad, comparte fortuna con Nemanja Bjelica y Brad Oleson, dos hombres que por otra parte arrastran un importante historial de bajas en el pasado. Son los tres únicos componentes sanos de un vestuario que ya recibió la visita de las lesiones incluso antes de que la temporada echara a rodar.
El primer mazazo por este flanco llegó en agosto. Maciej Lampe, una de las principales apuestas para el nuevo proyecto del club azulgrana, apareció en la capital alavesa con una lesión de cadera (tenía afectado el labrum) que requería de cirugía y precisaba de un prolongado periodo de recuperación. Los médicos hablaron en primera instancia de un plaza que oscilaría entre los seis y los ocho meses. El jugador polaco había sufrido la lesión mientras se ejercitaba por su cuenta para llegar en plenas condiciones a la pretemporada y, a pesar de que en un principio la entidad barajó la opción de cortarle, las limitaciones del mercado y el firme deseo del jugador por triunfar en el conjunto baskonista dieron paso a un largo periodo de vigilia que debería acabar en cuestión de días. La próxima semana Lampe regresará a Vitoria, en teoría para incorporarse a la disciplina azulgrana, y todo este problema, que para el actual proyecto del Baskonia ha resultado estructural, quedará como un recuerdo borroso.
Seguramente no habría resultado tan dramática la lesión de Lampe para los intereses del equipo de haber funcionado otras apuestas que por unos u otros motivos acabaron revelándose como fallidas. El otro gran fichaje del verano, Reggie Williams, también acabó condenado por sus problemas físicos. En apenas unos minutos de trabajo a las órdenes de Dusko Ivanovic, en su primer entrenamiento como jugador baskonista, el escolta estadounidense cayó víctima de un esguince de rodilla. Pasó cuatro semanas de baja y después reapareció para desaparecer de manera intermitente hasta que el club decidió cortarlo de manera definitiva. Ivanovic defendió en todo momento que el exterior de Virginia llegó lesionado, aunque no eran pocos los que sospechaban que los problemas de rodilla surgieron como un pretexto idóneo para que el preparador balcánico justificara el ostracismo al que le concedió. Ya cortado, Williams fichó por los Bobcats de la NBA, pero aún no ha debutado porque decidió pasar por quirófano para solventar definitivamente su lesión.
No fueron los dos únicos jugadores que cayeron antes incluso de que arrancara el curso. En una pretemporada que ya aventuraba lo que estaba por llegar, Thomas Heurtel y Joey Dorsey sufrieron sendas lesiones. El base galo galo tuvo que parar antes de la Supercopa como consecuencia de una tendinitis rotuliana y el pívot de Baltimore, tras debutar en la cita de Bilbao, se produjo una luxación abierta en un dedo de la mano que lo mantuvo tres semanas alejado de las canchas.
El nivel y la relevancia no ha descendido conforme avanzaba el calendario. En todo caso al contrario. En el último mes se han sumado a esta desafortunada lista piezas fundamentales del equipo como Fernando San Emeterio, Pau Ribas (estos dos no se habían perdido ni un partido desde que llegaron a Vitoria), Milko Bjelica y Mirza Teletovic, la última víctima.