ESTAMOS acostumbrados a presenciar esos bellos espectáculos en los que, tras un sutil movimiento inicial, miles y miles de fichas caen en cascada conformando figuras de la más diversa índole. Es el resultado del conocido efecto dominó, que genera reacciones inevitables tras una primera maniobra. Pues bien, esta característica no sirve únicamente para poder disfrutar de unas cuantas horas de ocio sino que también acostumbra a tener habituales aplicaciones en la vida cotidiana. De hecho, el Caja Laboral lo está experimentándolo en carne propia. Y es que la imposibilidad de contar durante aproximadamente un mes con el americano Reggie Williams como consecuencia de los problemas que arrastra en la rodilla debe motivar la sucesión de una serie de movimientos importantes.
Uno de ellos puede ser, como ya desveló el presidente Josean Querejeta, la llegada de un nuevo jugador al vestuario del Iradier Arena que ocupe el hueco que deja el ex de Golden State Warriors. Pero aunque se produzca esa circunstancia, mientras tiene lugar e incluso después deben ser las piezas que ya integran el plantel de Dusko Ivanovic las que hagan que esta baja se note lo menos posible.
En este sentido, dos nombres propios saltan a la palestra con fuerza. Se trata de Pau Ribas y Nemanja Bjelica. Condenados a un papel residual en este inicio de temporada, la lesión del estadounidense les abre de par en par la puerta para su reivindicación personal. Bien es cierto que Brad Oleson y Fernando San Emeterio se encuentran claramente por delante de ellos en las rotaciones del preparador montenegrino pero no lo es menos que ahora serán más los minutos a repartir y que ya en los últimos encuentros han ofrecido algunos síntomas de querer dar un paso adelante.
Sin ir más lejos, el pasado miércoles en la Euroliga frente al Gescrap Bizkaia y pese a la derrota final encajada mostraron algo de lo que se espera de ellos. El escolta catalán estuvo algo más de 28 minutos sobre el parqué en los que aportó su intensidad defensiva para tratar de contener las oleadas ofensivas del combinado vizcaíno. No contó con demasiada clarividencia en ataque, aunque al menos trató de ayudar a encauzar el, por momentos, perdido juego del equipo.
Por lo que respecta al serbio, el derbi continental sirvió para que el público del Iradier Arena disfrutara de, probablemente, una de sus mejores actuaciones con la elástica azulgrana. Motivado quizás por el nacimiento apenas unas horas antes de su primera hija, Nika, tuvo una entrada espectacular al partido con dos triples casi consecutivos y una recuperación de balón. Sin embargo, sus ya casi endémicos problemas con las faltas personales -y el caprichoso criterio arbitral para señalarle una técnica- volvieron a jugarle una mala pasada. Como consecuencia, Dusko Ivanovic le relegó al banquillo cuando más enchufado se encontraba y finalmente sólo pudo disfrutar de nueve minutos de juego.
En cualquier caso, asentando sus actuaciones futuras sobre esos cimientos seguramente se harán acreedores ambos a una considerablemente mayor cuota de protagonismo. Algo que, sin duda, agradecerá notablemente el colectivo. Porque el actual Baskonia se ha visto obligado en demasiadas oportunidades a intentar sobrevivir con una única fuente de alimentación.
Y pese a que el estado de forma de Mirza Teletovic en este arranque de campaña es excelente, resulta absolutamente imposible que un solo hombre consiga retener la victoria en cada compromiso. De este modo, si aparecen nuevos focos de brillo dentro del equipo el propio ala-pívot bosnio lo agradecerá también, puesto que las defensas rivales no podrán centrarse tanto en él y gozará de una mayor libertad.
En definitiva, que la caída de la pieza de Reggie Williams debe servir para que tanto Ribas como Bjelica -al que cada vez le queda menos crédito tras su decepcionante pasada temporada- reclamen su lugar y den un paso adelante. La visita al Estudiantes será su primera oportunidad. No hay mal que por bien no venga.