No son muchos los equipos que cuentan en su plantel con dos hombres que tienen el mismo nombre de guerra. Al menos sin que les una cualquier parentesco. En el Baskonia, Nemanja y Milko Bjelica solucionaron su coincidencia con un pacto de caballeros. El serbio se quedó con el apellido en propiedad para lucirlo en la camiseta, mientras el montenegrino tuvo que añadir la m inicial para poder diferenciarse. Diferentes en su juego cuando saltan al parqué pero de carácter bastante similar fuera de las canchas, los dos jugadores del cuadro vitoriano ansiaban más que ningún otro cuajar un gran partido que allanara un poco su camino en este arranque de competición. Pero lo que probablemente no esperaban era que ambos cuajarían en el mismo choque su mejor actuación en lo que va de temporada. Ayer, Nemanja y Milko desplegaron el baloncesto que llevó al Caja Laboral a confiar en sus cualidades para formar parte del equipo en un curso tan importante como éste.
El exjugador del Lietuvos Rytas fue el gran beneficiado de la -de nuevo- extraña decisión de Ivanovic de mantener calentando banquillo a Kevin Seraphin durante la mayor parte del partido. Y eso que ayer el pívot francés no pudo hacer más en menos tiempo. Si frente al Valencia sus escasos ocho minutos fueron a grandes rasgos un despropósito, en el triunfo contra un corrosivo Bennet Cantú Seraphin mantuvo una línea excelsa en los quince minutos que su entrenador decidió concederle. 10 puntos y 7 rebotes en un cuarto de hora, quedando al final del encuentro como el tercer baskonista más valorado. Pese a todo, vio más de la mitad del duelo desde su silla, para fortuna de su compañero con rostro de no haber roto nunca un plato.
Milko Bjelica rompió ayer el bajo techo de juego que había colocado en los cinco partidos disputados hasta la fecha. Curiosamente, su actuación más potable había llegado en el debut continental contra el Fenerbahce. Visto lo visto, parece que al interior de 2,07 metros se le da mucho mejor Europa que la ACB. Esforzado y contundente en defensa, efectivo en lo poco que se prodigó en ataque, Bjelica II -como ya le apoda parte de la grada del Iradier Arena- anotó 17 puntos y cogió 2 rebotes para finiquitar la noche como el jugador más valorado del partido empatado con su compañero Teletovic y el visitante Shermadini, los tres con 17 puntos de valoración. Por encima de todo, Milko Bjelica -segundo hombre más utilizado por Ivanovic sólo superado por el bosnio- dejó la sensación de que, si no se despista, su seriedad y poco gusto por las locuras puede ser el complemento perfecto para el siempre incandescente Teletovic, ayer desatado en el último cuarto, mate de película incluido.
la magia de nemanja Sin embargo, seguro que muchos de los seguidores presentes ayer en el pabellón del centro de Vitoria disfrutaron mucho más con el primer Bjelica que se enfundó la elástica azulgrana. Tras cinco partidos en los que su mejor valoración fueron los seis puntos que sumó en la contundente derrota ante el CAI Zaragoza, Nemanja Bjelica destapó ayer el tarro de las esencias, y lo que surgió de él fueron detalles de la mejor magia surgida hasta la fecha del tímido alero balcánico, cuya mujer está embarazada del que será el primer hijo de la pareja. La futura paternidad le ha debido sentar de fábula al jugador más alto de la plantilla azulgrana. Pese a sus 2,09 metros, el tres nacido en Belgrado bota el balón entre sus piernas como el mejor base del mundo.
En los casi veinte minutos de los que disfrutó, Nemanja Bjelica sorprendió al Cantú -probablemente también a muchos de los que le esteban viendo ayer tanto en el Iradier como por televisión- gustándose a la hora de dirigir en ocasiones los ataques del cuadro baskonista. El serbio parecía dispuesto a no lanzar ni un solo tiro -de hecho no se jugó ninguna canasta de dos puntos y sólo anotó un triple y dos tiros libres- para convertirse en un improvisado director de orquesta. Capturó cuatro rebotes, robó tres balones y repartió cuatro asistencias. Su único pero fue el de siempre, las cinco faltas que le enviaron al banquillo antes de que finalizara el partido. No importó. Quince minutos de Nemanja, al menos ayer, fueron muchos.