En Vitoria-Gasteiz, la niebla es presagio de jornadas luminosas, si logra levantar, y por ello este 12 de octubre, en el barrio de El Pilar sus vecinos y vecinas se disponían ya desde primera hora a disfrutar del día grande de sus fiestas tras el parón obligado por la pandemia con la alegría propia de quien vuelve poco a poco a su vida ordinaria y también a la extraordinaria, a la que el calendario dicta que toca celebrar.

Uno de los actos más llamativos y entretenidos del día, al margen de la ofrenda a la virgen y la misa baturra celebrada en la Catedral Nueva, ha sido la gincana ciclista que, organizada por la Escuela de Ciclismo Aranako, reunió en la calle Caracas a más de un centenar de niños de entre siete y catorce años en torno a un circuito. En el mismo, con gran habilidad, habida cuenta de que iban con las calas bien sujetas a los pedales, cogían y dejaban botes de agua del suelo, metían goles en una portería, cruzaban trampolines o trazaban cerrados círculos delimitados con tiza en el suelo.

Jóvenes deportistas del Iturribero, de la Escuela Ciclista de Joseba Beloki, del Club Ciclista Amurrio o del Aratz de Araia rondaban por la calle a la espera de su turno en el circuito ante la atenta mirada de Iñaki, presidente del Aranako, pendiente también de coordinar el reparto de las bolsas de avituallamientos y, en general, de que todo transcurriera como estaba previsto. Había ganas.

"Ya llevamos unos cuantos años seguidos haciéndolo; el año pasado no pudimos debido a la pandemia y por fin lo hemos podido retomar", señalaba Iñaki, quien explicaba que "para los chavales estos meses han sido muy malos, no han podido hacer su deporte, este año solo han podido hacer entre seis y ocho pruebas".

El presidente del Aranako celebraba, así, que la normalidad vaya volviendo también a un deporte tan arraigado en Álava, aunque lamentaba tener que "subrayar siempre la pésima implicación del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz".

Mucho público

No muy lejos de donde las y los ciclistas del futuro exhibían sus habilidades sobre las dos ruedas, en la plaza de la Constitución, una larga hilera de puestos con todo tipo de productos se iba llenando de público dispuesto a curiosear y también, por qué no, dejarse unos eurillos. "Estos días ha habido mucho público, mucho más de lo esperado, y hoy sin duda va a ser el día gordo, eso lo sabemos todos", explicaba Héctor, responsable del Forno de Lugo, panadería tradicional que todos los días trae hogazas, empanadas y también dulces desde Galicia. Es la primera vez que Héctor viene a las fiestas de El Pilar de Vitoria, y estaba sorprendido por la respuesta del público, entendible por otro lado tras tantos meses de incertidumbre y con unos días tan agradables.

"Aunque las ventas podían haber ido mejor no nos podemos quejar, después de tanto tiempo sin trabajar hay un pequeño haz de luz, al menos para empezar, no vamos a llegar y besar el santo después de dos años perdidos", afirmaba. La empanada y el pan son los productos más vendidos en su puesto, de los primeros en un largo pasillo al aire libre en el que también se pueden encontrar garrapiñadas, anchoas, bolsos, ropa, juguetes, pastel vasco o pulseras, un colorido recuerdo de la normalidad que parece ir regresando, aunque sea con mascarillas, y que se manifestó también en el animado pasacalles que ofreció la fanfarre Txipirones.

Ya por la tarde, el ambiente se centra en las barracas, también en la plaza de la Constitución, donde los más pequeños pudieron disfrutar de las camas elásticas, el Grillo Loco, Dragonlandia, el carrusel o los autos de choque, para cerrar la jornada con la orquesta Xandalo en la calle Caracas. Eso sí, aunque ayer era el día grande de las fiestas del barrio de El Pilar, la actividad va a continuar con las barracas abiertas hasta el lunes, con la fiesta infantil que este lunes se celebrará frente al colegio Luis Elejalde o con el XXXII Trofeo de fútbol aficionado del club Gure Auzune que se celebrará el domingo en el campo de La Vitoriana.