Nada como darse una vuelta por cualquiera de la treintena de puestos de la plaza de Abastos de Vitoria para comprobar que este remozado complejo de Santa Bárbara es una de las grandes señas de identidad del comercio vitoriano. Toda una institución la de este edificio inaugurado en los años 70, que anteriormente estuvo en la plaza de Los Fueros, y en la que gracias a la reforma que empezó en el año 2012, conviven ahora en una misma planta gastrobares y un restaurante con comerciantes de toda la vida. Un variada oferta a la que se añade el supermercado de su planta inferior y actividades enogastronómicas.

Y es que adentrarse en esta plaza supone darse un paseo por los sabores, por su tradición, calidad y frescura, y si no, que se lo digan a los más de dos millones de personas que lo visitaron en 2020, un 2,65% más que el año anterior.

Aunque si algo hay algo que ha hecho que siga en pie todos estos años son la cercanía y profesionalidad de las personas tras sus mostradores. Este caso es el de Carmen, de la carnicería Unzalu, y portavoz de los comerciantes de Abastos.

Todo un ejemplo de las generaciones que han pasado por allí. "En el mercado de Abastos llevo 43 años. Llevo toda la vida porque mi madre tenía la carnicería en el mercado de Zaldiaran y yo ya iba", recuerda esta mujer que proviene de una familia de carniceros y tratantes de ganado. Pero como matiza, aunque heredó la profesión, ella se animó a seguir los pasos de su familia "porque me gustaba. Hice estudios hasta COU y luego ya me puse a ello".

Actualmente, en el stand de Unzalu, en el pasillo central de Abastos, ejercen tanto ella misma como sus dos empleados y tiene claro las ventajas de formar parte del mercado de Abastos. "Las ventajas que aporta son todas, porque aparte de ser ahora un mercado maravilloso, porque como está ahora atrae mucho a la gente, lo que interesa es eso, que sea atractivo para poder entrar y ver. Es completo", responde.

Encima ahora, tras la reforma de la plaza, con el fin de hacerla también más accesible y adaptada al siglo XXI, se ha percatado de que "viene más gente joven también".

Preguntada Unzalu a qué se debe esa llegada de clientela más joven, lo tiene claro: "Simplemente cuando se ponen frente al mostrador y ven todas las piezas que tienes, que se las cortas al momento y se las preparas al vacío, eso no se lo hacen en ningún supermercado".

Las consignas refrigeradas también ayudan a dejar las compras mientras se sigue llenando el carrito de la compra o mientras se toman un vermú. "Son cosas que se han ido haciendo para que el mercado esté a la última", añade.

La siguiente revolución de este mercado va a ser el hecho de poder comprar a golpe de click, gracias a una web que reúne a todos sus vendedores.

Un comercio electrónico cuyo tirón se ha visto más que nunca durante la pandemia. Si bien, no es la última tecnología en la que se han puesto las pilas sus vendedores. "Nosotros también atendemos por WhatsApp y por teléfono, sobre todo a los que tienen dudas. Queremos dar las gracias a todos nuestros clientes porque han sido fieles durante la pandemia y decirles que les vamos a seguir atendiendo con todo el cariño", destaca.

Y es que si hay algo que aprecian sus clientes, más allá de la buena materia, es el mimo con el que les tratan para aconsejarles lo mejor posible. "Hay mucha gente que me dice: "¡Jo! Yo ya pondría ese rabo, pero no sé cómo se pone, así que si se lo explico sencillo, lo hacen y al día siguiente te dicen cómo les salió". Pero si hay algún consejo estrella que ofrece Carmen, sobre todo en Navidad, es el de que sus clientes no esperen al último día para atreverse a hacer cierta comida.

"Soy un poco machacona. Les digo que no esperen a Navidad si quieren bordarlo. Que lleven mañana un trocito así y hagan la prueba". Son esa atención, constancia y calidad las que hacen, en definitiva, que este comercio siga al pie del cañón.