- Para Josu Alda, director de Albertia con tres centros gerontológicos en Vitoria (en Vicente Goikoetxea, Nieves Cano y Manuel Iradier), los peores momentos en residencias privadas cono la suya fueron "seguramente al principio de la pandemia, en marzo, cuando tuvimos que trasladar a una persona al hospital, y nos comunicaron su positivo. Pese a que había estado aislada, y habíamos realizado sus cuidados con las EPI que mandaba el protocolo, Salud Pública nos indicó el confinamiento de todos los residentes".

Por eso, como dice, fue una de las la decisiones más dolorosas que tuvieron que tomar. "Tras comunicarles el confinamiento durante 14 días, se retiraron cabizbajos a sus habitaciones. Fueron días muy tristes", recuerda. Sin embargo, la reacción del equipo ante esta adversidad "fue encomiable, trabajaron codo con codo y no solo para proporcionar los cuidados cotidianos, sino que fueron en muchos casos el soporte emocional de los residentes durante esos duros días".

Pese a ello, destaca que en sus centros para mayores la preparación frente al covid en algunos aspectos fue anterior a la pandemia, ya que, por ejemplo, "la higiene con gel hidroalcohólico, formaba parte de nuestra rutina, desde hacía ya un año, ya que se implantó tras un episodio de gastroenteritis en el centro". Y la semana previa a la orden de cierre del centro, comenzaron a usar mascarillas higiénicas. Si bien, eran momentos de mucha confusión, "y empezábamos a recibir los protocolos de Salud Pública y las recomendaciones de Bienestar Social".

Pero, en cualquier caso, fueron previsores. "Compramos material antes de que empezara a escasear. Recuerdo que compramos buzos, mascarillas FFP2 y gafas de protección en almacenes de ropa laboral", ilustra Alda, quien también pone en valor "el hecho de que las decisiones se pudieran tomar desde la propia residencia, hizo posiblemente que nos adaptáramos mejor a los retos y limitaciones que nos encontramos a lo largo de toda la pandemia", rememora.

A pesar de esta pandemia, Alda señala que también han tenido momentos muy entrañables. "Lo que en otras circunstancias hubiesen sido momentos corrientes, la vivencia de la pandemia los ha trasformado en actos extraordinarios. Posiblemente, uno muy significado fue la primera vez que salieron a comer al comedor tras casi tres meses haciendo todas las comidas en la habitación. Todo el equipo les recibió con un emocionado aplauso y otro momento muy ilusionante fue la primera salida al exterior con familiares. Era el 1 de julio, habían pasado casi cuatro meses desde que pudieron salir", detalla.