-Entre Lantziego y Viñaspre, en una llamativa colina denominada Pieza Redonda, los arqueólogos tratan de determinar el espacio que ocupaba un castro de la edad del Hierro, la muralla que lo defendía y la necrópolis donde enterraban a los fallecidos. Pero aquí, como en otros muchos lugares, el principal problema al que se enfrentan es a la dispersión que han sufrido los restos, tras cientos de años de labores agrícolas tanto en el subsuelo como en superficie.

El arqueólogo y geógrafo Ángel Martínez Monteceló y Jose Rodríguez Fernández, profesor de la Universidad del País Vasco, llevan años tratando de definir esos espacios y en estos momentos continúan con sus labores de prospección, gracias al apoyo prestado, en el año 2014, por el Gobierno Vasco, y posteriormente por la Diputación foral de Álava, y en todo momento por el Ayuntamiento de Lantziego, muy implicado en el estudio.

Relata Ángel Martínez que en el año 2014 se realizó "una prospección intensiva que permitió, como disponíamos de bastante gente a través de dos grupos de voluntarios participantes en un campo de trabajo internacional, cribar, realizar recorridos sistemáticos, que nos permitió 'barrer' toda la zona arqueológica y posicionar todos los elementos que encontramos en superficie relacionados con el posible poblamiento". Gracias a ello se llegó inicialmente a la conclusión de que el poblado tenía que estar en la ladera oriental, en la zona que mira hacia Oion.

El resultado de la búsqueda fueron restos de cerámica protohistórica, que estaba hecha exclusivamente a mano "lo cual nos ponía en un horizonte muy concreto: el Bronce final y Primera Edad del Hierro, entre los años 1.000 y 500 antes de nuestra era". Además se recuperó bastante material lítico, "sobre todo molinos de mano, elementos que se usaban para triturar cereales y otros frutos, que se encontraban en la zona donde estábamos trabajando en el cerro".

Al año siguiente, 2015, con apoyo económico de la Diputación foral de Álava y el Ayuntamiento, decidieron que sería conveniente excavan una trinchera de 70 por 10 metros "para ver si podíamos encontrar algo del hábitat en posición", pero no tuvimos el éxito que esperábamos, ya que "nos parecía evidente que el poblado tenía que estar en esa zona". De nuevo encontraron mucho material en superficie, pero poco en posición original y el arqueólogo lo explica contando que "después de la ocupación ha habido casi tres milenios de actividad agropecuaria, de manera que los materiales están removidos y no en cabañas".

Aquel trabajo y sobre todo la datación de las terrazas agrícolas que allí se encuentran en abundancia y que se fijaron entre los siglos XVII y XXI, evidentemente postmedievales, fue algo decepcionante para las expectativas que tenían. Por ello, los dos socios se plantearon varias alternativas: dejar el proyecto "porque parecía que no había mucho donde rascar", tal y como estaba el lugar y la dispersión de restos, o "afrontar de manera autofinanciada, cuando pudiéramos, ir haciendo una campaña de sondeos dispersos por todo el yacimiento. Y eso fue lo que hicimos durante los años 2017 y 2018.

Durante esos dos años pudieron realizar un total de 15 sondeos, de los que 12 salieron negativos, con material de superficie; dos eran dudosos, que les hicieron pensar que estaban cerca del lugar del hábitat; y uno era claramente positivo, "donde encontramos restos de madera carbonizada, acumulaciones de piedras y cerámicas de un tamaños superior a lo normal".

A la vista de ello, viendo que se podía partir de algo más concreto, acometieron una nueva campaña el año pasado, 2019, tomando como referencia el positivo encontrado el año anterior. Y, efectivamente, pudieron comprobar que se trataba de una cabaña destruida, que se había derrumbado. Encontraron restos de madera carbonizada, abundante cerámica, algunos líticos, como restos de molinos de mano y algunos alisadores y un agujero de poste. Todo ello se correspondería con una casa hecha de piedras y adobe y materiales vegetales sustentados por los postes que se sujetaban en agujeros como el encontrado.

Con estos materiales se pudieron realizar nuevas dataciones, una con la madera carbonizada que está relacionada con el derrumbe de la cabaña y otra con parte del relleno del agujeros donde iba el poste "y nos ha salido una cronología algo más antigua de lo que podía esperarse y se sitúa entre el 900/1000 antes de nuestra era, lo que demuestra que hay un hábitat de, por lo menos, el Bronce final. Esto es coherente con la cerámica y con el resto de registros que habíamos recopilado".

En el año 2020, nuevamente con respaldo de la Diputación y Ayuntamiento de Lantziego, acordaron aguardar a otro momento para ampliar la búsqueda del poblado y se han centrado en la localización de la necrópolis, tarea en la que se encuentran en estos momentos, tratando se superar las dificultades que conlleva: debe estar relativamente cerca del poblado, a un kilómetro o menos de distancia; debe estar a la vista, porque en esa época se controlaba visualmente la necrópolis desde el castro, y topográficamente deben estar en un plano más bajo que el de la población. Además, muchas veces, suelen estar cerca de los arroyos: "lo de los cursos de agua no sabemos si es una característica importante, si es porque están más abajo que el poblado o si tiene que ver algo porque en los ritos funerarios de la época se utilizaba tapial, adobe, con unas estructuras circulares, y es una forma de tener la materia prima del agua cercana".

Para ello, en estos días, se afanan en la búsqueda de lugares "donde haya restos de cerámica similares a los ya encontrados en el cerro, suelos ennegrecidos, porque lo normal es que se trate de necrópolis de cremación, ya que se malquemaba al fallecido y los restos se solían meter en vasijas que se enterraban de diversas formas". Esto se llevaba a cabo bien haciendo pequeños túmulos, o pequeñas cámaras en tierra, como las de un dolmen, con unas lajas colocadas a modo de caja, donde también se depositaban, ya que conocían las técnicas del bronce, pequeñas fíbulas, colgantes, anillos, cosas de ese tipo, que con el paso del tiempo suelen tener un tono verdoso, bastante llamativo y fácil de localizar sobre el terreno, como explica Ángel Martínez.

Además de esta búsqueda, "de forma complementaria, tenemos planteado hacer un sondeo en una zona donde creemos que hay restos de la posible muralla o las defensas que pudo tener el poblado, que era algo habitual". Se han topado con el problema de que "toda la zona está llena de bancales, de aterrazamientos artificiales, de época más o menos reciente, de los últimos cientos de años. Pero hemos encontrado un lugar donde parece que, por el tipo de aparejo, por el tipo de obra, es totalmente diferente a los bancales agrícolas y tiene toda la pinta de ser un pequeño lienzo" de la muralla.

Excavación. Como dato anecdótico, una de las personas que estuvo impulsando estas investigaciones, el concejal, posteriormente alcalde, y en la actualidad retirado de esas actividades, Gorka Mauleón, contaba al finalizar el campo de trabajo de 2014 que, además de los abundantes restos cerámicos, los estudiantes habían encontrado restos de todos los tiempos, incluido un fragmento de obús de las Guerras Carlistas, ya que conserva una placa con la fecha de fabricación: 1874. Un hallazgo que despierta nuevas preguntas sobre la historia más reciente acontecida en estas colinas que rodean Lan-tziego.