l arqueólogo ayalés Jon Obaldia va a guiar hoy una nueva visita al poblado fortificado de la Edad del Hierro en el monte Babio para la que basta con personarse en la cima ayalesa, en torno a las 11.00 horas. Y es que fue él quien dirigió, a finales de julio y principios de agosto de 2018, al equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que realizó una prospección arqueológica en la citada cima, tras las huellas de un hipotético asentamiento humano de la Edad de Hierro, que resultó ser tan real que ha propiciado un plan de excavaciones para cinco años, cuya segunda campaña ha arrancado esta misma semana.

En concreto, el equipo de trabajo -que se ha reducido de diez a seis personas, para cumplir "de forma escrupulosa con el protocolo de distanciamiento anticovid-19", subraya Obaldia- inició la labor el lunes y prevé continuar hasta el 15 de agosto. "Este año nos volveremos a centrar en las zonas aterrazadas del recinto amurallado superior, en busca de fondos de cabañas y viviendas, así como de restos y materiales que nos den pistas de cómo vivían; además de en la muralla interna y externa, para entender el sistema defensivo, acompañados de tres sondeos en ambas áreas de muralla, ya que el poblado abarca diez hectáreas de superficie y hay que tener mucha suerte para dar con restos de interés", apunta.

De hecho, otro caballo de batalla está siendo dar con la necrópolis. Una búsqueda que iniciaron el pasado verano en la cercana Cueva de los Franceses, que se saldó de forma infructuosa, pero que no les ha llevado a descartar el enclave como espacio de cremaciones y enterramientos, ya que "no llegamos a alcanzar el suelo verdadero, e intuimos donde puede estar e insistiremos", aclara.

Los primeros trabajos de campo realizados (cada campaña está siendo financiada mediante un convenio, por el que el Ayuntamiento de Ayala aporta 10.000 euros, así como la ikastola Etxaurren para pernoctar y el txoko social de la junta administrativa de Izoria para trabajo de laboratorio) consistieron en la realización de ocho catas a ambos lados de las murallas paralelas concéntricas que abrazan la cumbre. Una tipología defensiva típica de los castros de la Edad de Hierro, que hacía pensar en un poblado autrigón fortificado, similar al estudiado en los años 80 en la cercana cima de Peregaña, en la localidad ayalesa de Oceka aunque aquel abarca 20 hectáreas, y que ahora -una vez analizados los restos- "podemos asegurar que son de finales de la Edad de Bronce o primera Edad de Hierro, lo que implica que aquí hubo asentamiento humano en torno a 1.200-600 años antes de nuestra era", matiza Obaldia.

Lo que está por demostrar es si había relación entre los diversos poblados de la misma época que existen en el entorno (el citado de Peregaña, el de Santa Cristina en Saratxo o el de Santa Agueda en el área Delika-Orduña, en el territorio fronterizo entre Bizkaia y Burgos, que ya fue investigado por otro de los compañeros de Obaldia en Babio, Antxoka Martínez. Lo que sí saben es que estos poblados se construían en altura por motivos defensivos y que no eran la residencia de sus moradores durante todo el año. "Sabemos que había otros hábitats más dispersos de agricultores, ganaderos, pastores u otros métodos de vida que, en caso de ataque, subían al Babio a defenderse. Pero vivir allí todo el año era algo imposible, el clima era cuatro grados más frío", pone de ejemplo.

Las personas que se acerquen a la visita de hoy recibirán más información en torno a la historia de este yacimiento, desde las primeras investigaciones realizadas en los años 80 por el ya fallecido sacerdote y fundador de la asociación etnográfica Aztarna de Amurrio, Félix Murga, hasta la llegada al mismo de la Asociación de Ciencias Aranzadi y el trabajo efectuado.

Por lo que respecta a los restos encontrados hasta ahora, son de destacar restos orgánicos de semillas y huesos animales "que nos señalan que sus moradores practicaban ya la agricultura y la ganadería, a tenor de las pruebas de carbono 14 que los datan en el año 450 antes de nuestra era hasta el año cero", informa Obaldia. El resto, en su mayoría, se trata de piezas de cerámica, restos de vajilla, "en algunos casos decorada, bonita aunque tosca porque todo se hacía a mano"; así como piedras trabajadas estilo lascas de cantería y similar que, "una vez datadas y documentadas, se entregan al Bibat", matiza Obaldia, para el que el objetivo de esta prospección era dotar a este yacimiento de categoría de monumento, de cara a protegerlo por normativa y evitar, con ello, "aberraciones como las que se registraron hace 8 ó 9 años, cuando hubo quien pensó que el mismo centro de estos restos arqueológicos eran un lugar idóneo para llevar a cabo enterramientos de cenizas y similar", lamenta.

De hecho, para concienciar a la población con la necesidad de respetar este yacimiento y dar a conocer su historia e importancia, es por lo que se están organizando visitas guiadas al mismo, así como charlas, por las que ya han pasado más de un centenar de personas. En la visita de hoy la gente que se acerque será distribuida por grupos, de cara a cumplir con la normativa sanitaria imperante. Asimismo, las explicaciones se ofrecerán tanto en euskera como en castellano.

Restos de otras campañas. En otras excavaciones se han encontrado restos orgánicos de semillas y huesos animales. El resto, en su mayoría, se trata de piezas de cerámica, restos de vajilla y piedras trabajadas estilo lascas de cantería y similar que, "una vez datadas y documentadas, se entregan al Bibat", matiza Obaldia, para el que el objetivo de esta prospección era dotar a este yacimiento de categoría de monumento, de cara a protegerlo por normativa y evitar, el deterioro de la zona.