Disputadas las primeras ocho jornadas de la temporada 2024-25, durante las que ha sumado un total de diez puntos, puede decirse ya, sin miedo a precipitarse, que el Deportivo Alavés tiene lo necesario para, como mínimo, volver a conseguir su objetivo principal, que no es otro que la permanencia en la élite. Difícil sería pensar lo contrario después de, hasta ahora, haber visto a un equipo con una identidad muy marcada y que confía en lo que hace.

Sin embargo, como era de esperar por las muchas caras nuevas fichadas este verano –también lo avisó Luis García Plaza en su día–, los albiazules aún están bastante lejos de lo que puede ser su mejor versión, y así se ha visto no solo en las últimas derrotas, con la visita al Getafe como principal varapalo, sino también en algunas victorias. No hay que olvidar que esto es una maratón, aunque la ilusión por dar un paso más haya desorbitado las cosas. 

A día de hoy, la debilidad que más separa al Alavés de su imagen óptima es su desempeño defensivo. Lo que en las dos últimas campañas, también con el técnico madrileño en el banquillo, era el principal punto fuerte del equipo –solo ocho clubes, durante la 2023-24, tuvieron mejores registros en ese sentido–, actualmente es su principal flaqueza, sobre todo cuando juega lejos de Mendizorroza. Y eso que Sivera está inconmensurable. 

Así, cabe mencionar, lo indican los números. Doce son los goles que han encajado los gasteiztarras en ocho encuentros, siendo once de ellos a domicilio, y únicamente seis rivales empeoran ese dato: Real Valladolid (17), Celta (14), Villarreal (14), Osasuna (13), Valencia (13) y Las Palmas (13). Es cierto, eso sí, que según el valor de xG (goles esperados) en contra, el Glorioso (9,7) tendría que haber recibido entre nueve y diez. Es decir, dos menos. 

También es preocupante, en la línea de esto último, que el Alavés está encajando mucho pese a no ser de los que más concede de LaLiga. La plataforma Whoscored, por ejemplo, indica que los babazorros son el séptimo equipo que menos remates recibe por partido (10,5), solo por detrás del Athletic (10,4), Betis (10,4), Real Madrid (10,1), Atlético (9,9), Getafe (8,5) y Barcelona (8,3). En otras palabras, los errores suelen ser de bulto.

Ahora bien, nadie dijo que fuera sencillo olvidar a Rubén Duarte, Rafa Marín, Javi López y Andoni Gorosabel. Perder a cuatro defensas titulares es duro para cualquier club y los nuevos, salvo en casos excepcionales, requieren tiempo para rendir al cien por cien. 

Desigual rendimiento individual

En ese camino se encuentran Manu Sánchez, notable en ataque pero errático atrás, o Moussa Diarra, todavía en proceso de adaptación a un nuevo país, su cultura y la propia competición. 

Quien, de momento, mejor aclimatación ha mostrado es Santiago Mouriño, sin olvidar a Hugo Novoa. El uruguayo cuenta con unas condiciones privilegiadas y, analizadas sus tres apariciones –contra el Sevilla apenas tuvo tiempo–, apunta a que puede seguir un camino similar al del mencionado Marín. Mucho tendrá que ver en ello, claro está, el número de oportunidades que le brinde Luis García y también la paciencia durante el proceso.

La sensación, por otro lado, con los que siguen de la temporada pasada es que todavía les falta un punto para alcanzar su mejor nivel. En los casos de Aleksandar Sedlar y Nahuel Tenaglia se debe a la falta de ritmo competitivo, en especial del serbio, y Abdel Abqar, por su parte, está siendo demasiado irregular. Mientras que algunas de sus actuaciones rozan el sobresaliente, en otras comete errores que suelen acabar en gol del equipo rival. 

No es menos cierto, eso sí, que la parcela defensiva no solo es responsabilidad de la retaguardia y el portero, más todavía en las escuadras de Luis García. Todos los futbolistas tienen relevancia en el esquema cuando ataca el rival y la presión, sobre todo cuando falta Jon Guridi en la mediapunta, no está siendo tan efectiva como el curso pasado. Además, las ayudas en las bandas, con especial atención a la izquierda, tampoco funcionan como deberían.