No era un día para florituras. Un encuentro en el que había que ponerse el buzo de trabajo para poder salir airoso de la guerra de guerrillas planteada por el Getafe de Bordalás.

El Alavés de tiralíneas y combinaciones dinámicas que maravilló ante el Sevilla debía transformarse en un equipo de brega, empuje y pelea al máximo. Sudor y esfuerzo. Pues bien, así lo hizo. Un equipo camaleónico que supo adaptarse durante buena parte del partido a las exigencias del mismo.

Trabajo desde un Kike García generosísimo en el esfuerzo en primera línea hasta el último hombre albiazul. Todos a una impidiendo que el Getafe hiciera daño. Tan solo un pequeño susto durante la primera mitad fruto de un error de Guevara. Al menos ahí estuvo un Sivera soberbio una vez más para evitar el gol de Mayoral.

Carlos Benavidez conduce el balón ante la defensa de Damián Suárez AFP7 vía Europa Press

Poco más daba de sí un partido en el que el control y los marcajes evitaban que se produjeran ocasiones. Escaso fútbol. Nada o casi nada pasaba sobre el terreno de juego del Coliseum Alfonso Pérez.

Los futbolistas de ambos bandos caminaban más a la espera del error del contrario que en busca del acierto con el que hacer daño. Lo esperado. El partido que quería Bordalás. Madurar al rival y esperar a darle el zarpazo definitivo.

Los de Luis García Plaza eran incapaces de superar la tela de araña tejida por el técnico alicantino. Atrapados en la red. Sin poder generar juego tras inhabilitar la medular azulona la sala de máquinas del cuadro babazorro. Guevara sufrió de lo lindo. El pivote creativo del Deportivo Alavés fue asfixiado por la presión de los guerreros de Bordalás impidiéndole generar juego. Atado.

Luis Rioja se lamenta durante un momento del partido ante el Getafe AFP7 vía Europa Press

Al igual que los puñales albiazules. Sin noticias de Alkain y especialmente de Rioja durante muchas fases del partido. El Alavés tenía el control, pero no hacía daño. Quien sí que lo hacía de forma esporádica era el propio Getafe gracias a su mayor envergadura física en las jugadas a balón parado.

Ahí de nuevo apareció el santo Sivera para evitar que el cabezazo de Maksimovic acabara en gol. Otro susto. Al menos, el control seguía siendo albiazul e incluso al superar la hora de juego, los pupilos de García Plaza gozaron de dos claras ocasiones para adelantar al Alavés en el marcador. Sin embargo, primero el palo repelió el cabezazo de Abqar y después el remate de Alkain salió fuera por poco. Hasta ahí llegó el Alavés. Fundido a negro desde esos instantes. 

El Getafe, que buena parte del partido se dedicó a contemporizar e impedir las acciones ofensivas del Alavés, se soltó el pelo. Bordalás dio aire fresco al equipo y el Getafe supo aprovechar ese oxígeno que llegó desde el banquillo para pasar a dominar el partido. 

Abqar trata de impedir el avance de Borja Mayoral AFP7 vía Europa Press

Tardanza en los cambios

Ya no solo era capaz de maniatar al Alavés en su tela de araña fruto del esfuerzo de sus jugadores, sino que incluso se atrevía a buscar la portería del conjunto babazorro. El Alavés estaba grogui, pero al menos aún se mantenía en pie aguantando las embestidas de su rival.

Sin embargo, una imprudencia de Abqar echó por tierra todo el trabajo realizado con anterioridad.

El penalti cometido por el central marroquí permitió a la escuadra madrileña adelantarse en el marcador y volver de nuevo a su plan inicial de partido. Orden, disciplina atrás y esfuerzo físico para impedir la creación de un Alavés al que se notó justo de batería en los minutos finales, quizá también por culpa de los tardíos cambios realizados por Luis García. Esta vez, no hubo suerte. El Alavés cayó en la trampa. Atrapado en la red.