Al Alavés le queda una última bala para hacer realidad su gran objetivo. De momento, el equipo vitoriano desaprovechó este domingo el factor cancha para poner en franquía la eliminatoria ante el Levante. Tendrá que ser en Orriols donde los sueños albiazules se hagan realidad porque hoy no bastó el incansable aliento de más de 19.000 almas entregadas en Mendizorroza.
El duodécimo jugador empujó con fuerza e intimidó de lo lindo a un Levante que, eso sí, metió el miedo en el cuerpo en más de una ocasión siendo frenado por Sivera.
En un día subrayado en rojo en el calendario, la afición albiazul no falló. Incluso el 0-0 final, un botín insuficiente para las aspiraciones babazorras, no minó el ánimo de todos los presentes una vez acabado el choque.
La estampa de toda la plantilla albiazul agradeciendo el apoyo a los seguidores congregados en el fondo de Polideportivo –donde sobresalió un día más la figura de Óscar Téllez– resultó conmovedora. El síntoma perfecto de que la ilusión es lo último que se pierde y nadie se da por derrotado de antemano antes de la batalla definitiva del próximo sábado en el Ciutat de Valencia.
A una jornada repleta de emotividad tan solo le faltó la victoria del Glorioso para que la fiesta fuese completa. A lo largo del día, la llama de la ilusión se percibió en cualquier rincón de Vitoria. En pocos metros cuadrados se agolpaban los seguidores ataviados con la elástica albiazul. Se palpaba que algo grande podía suceder y prueba de ello fue el apoteósico recibimiento al equipo.
Un recibimiento por todo lo alto
La expectación resultó mayor que en jornadas precedentes y miles de aficionados se agolparon ya en Portal de Castilla desde casi una hora antes del paso del autobús para arropar a los suyos. Se percibieron a la perfección los golpes de los aficionados al autobús del Alaves para animar a su equipo.
Luego, cuando el colegiado catalán García Verdura decretó el inicio del encuentro, Mendizorroza se convirtió en una olla a presión y rugió como en las grandes ocasiones. Los decibelios que alcanzaron los gritos de ánimo procedentes desde la grada fueron de una magnitud notable desde ese saque de esquina provocado por Luis Rioja en el minuto 2.
Como si fuese el típico campo de la 'Premier League' inglesa, cada balón botado desde la esquina se acogió con una expectación inusitada. Los saques de banda en las inmediaciones de la portería de Femenías fueron igualmente jaleados.
También hubo algún momento para los rictus de desesperación ante los errores propios, como un mal control de Sylla tras un medido servicio de Abde que le dejaba en una posición cómoda para encarar al portero del Levante. Las pérdidas de tiempo granotas, que no fueron sancionadas, levantaron ampollas en ciertos tramos del partido. Al igual que el escaso tiempo de prolongación concedido –apenas un minuto– en la primera parte, algo que enervó a Luis García y los restantes miembros del Glorioso.
Las pérdidas de tiempo granotas, que no fueron sancionadas por el colegiado catalán García Verdura, levantaron ampollas entre la masa social babazorra en ciertos tramos del partido
A medida que el cansancio se apoderaba de los futbolistas locales, una pieza de conformismo invadió Mendizorroza durante la segunda parte. De hecho, hubo muchos sobresaltos porque el Levante merodeó el gol en más de una ocasión. Por fortuna, Sivera se erigió en el improvisado héroe que evitó males mayores.
Pese al pequeño disgusto de la igualada final, la mayoría de fieles alavesistas se resistió a abandonar el fortín del Paseo de Cervantes. Los jugadores de Luis García aún recibieron las últimas gotas de aliento en busca de la proeza en Orriols.
