Difícil, pero no imposible. A pesar de quedarse con un hombre menos en la primera mitad como consecuencia de la expulsión de Benavídez, el Deportivo Alavés no se rindió en ningún momento y, gracias a un auténtico golazo de falta de Jason Remeseiro, logró superar a un pálido e inofensivo, incluso con superioridad numérica, Real Zaragoza. Tres puntos, que suman 30, y permiten a la escuadra babazorra seguir al frente de la categoría de plata en una nueva muestra de su infinito esfuerzo.

A la hora de analizar el once que presentó el técnico madrileño para afrontar la visita del cuadro maño al Paseo de Cervantes, lo que destaca por encima de todo, una vez más, son las rotaciones. Un total de seis novedades respecto al duelo anterior que empezaron desde la defensa, donde reaparecieron Tenaglia y Duarte en sus respectivos laterales; para luego continuar en la medular, con la entrada de Toni Moya y Guridi en lugar de Salva Sevilla y Alkain; y que también abarcaron el ataque por medio de la titularidad de Jason y Rioja. 

Y todo ello, con un único propósito en mente: derribar la muralla visitante, pues el Zaragoza saltó al césped vitoriano con un dibujo muy conservador, defensa de cinco hombres y, además, varios futbolistas de corte defensivo en el centro del campo. Es por ello que, salvo en un breve intervalo, el Alavés protagonizó durante la primera media hora de juego un monólogo mediante el que, eso sí, no supo generar ninguna ocasión clara, al igual que en los anteriores partidos que había disputado en Mendizorroza. 

Sin embargo, la contienda pronto sufrió un cambio de guión muy importante. En una acción sin apenas peligro, a más de 60 metros de la portería defendida por Sivera, Benavídez realizó una entrada muy dura sobre Mollejo y, pese a que en primera instancia solo fue amonestado con amarilla, terminó en los vestuarios después de que el árbitro, Hernández Maeso, viera repetida la falta en la pantalla del VAR. Algo sobre lo que, seguro, deberá reflexionar el uruguayo, quien ya estuvo cerca de ser expulsado en El Sardinero.

En consecuencia, los aragoneses dieron un paso al frente, tratando de aprovechar la inferioridad numérica del Alavés, y lo curioso, en este sentido, es que la ocasión más clara de la primera mitad la tuvo el propio conjunto babazorro. A escasos minutos de llegar al tiempo de prolongación, el Glorioso pilló al contraataque al Zaragoza y, si Miguel hubiera estado más rápido en el pase, tanto Rioja como Guridi, ralentizados por la indecisión del nueve vallisoletano, habrían encarado con facilidad la meta de Cristian Álvarez.

Y esto último, sorprendentemente, se mantuvo también a lo largo de la segunda mitad. Aunque los maños tomaron el control del balón, los pupilos de Luis García se sintieron cómodos esperando algún error y, de esta manera, lograron abrir la lata. Ahora bien, no es una acción como otra cualquiera; sobre la hora de partido, Jason tomó la responsabilidad de lanzar una falta lejana, a más de 20 metros de la portería rival, y puso el balón en la mismísima escuadra, provocando el asombro y la locura de todo Mendizorroza.

Un gol que necesitaba el extremo gallego, muy empequeñecido en su etapa como babazorro, y que le sirvió, gracias a esa motivación extra, para ser protagonista en la siguiente oportunidad ofensiva del Alavés. A través de un buen centro de Rioja, que poco después lo intentó desde fuera del área partiendo desde la banda contraria a la suya, Jason cabeceó por encima del larguero la pelota con la que hubiera puesto la guinda a su mejor actuación con la zamarra albiazul.

La realidad, sobre la segunda mitad, es que el Glorioso no sufrió en ningún momento pese a estar con un jugador menos sobre el césped. Los babazorros se mantuvieron seguros en defensa –ayudaron en esto último los cambios de Luis García– y, por si esto no fuera suficiente, no renunciaron al ataque ni en la recta final del encuentro. Eso sí, Sivera tuvo que intervenir en la última acción del choque, a un remate centrado de Gueye, para evitar sustos.