La contundente derrota en Balaídos, que supone virtualmente el descenso del equipo a Segunda División, ha dejado un sabor de boca amargo en todo el alavesismo. Los centenares de aficionados que presenciaron en directo el choque en Vigo ya dejaron patente su malestar al poco de acabar el partido.
Después de que Cuadra Fernández indicara el final, la primera reacción de los seguidores babazorros fue dar la espalda a los jugadores. Mamadou Loum y Víctor Laguardia fueron de los pocos que se acercaron a la zona privilegiada donde se encontraban en el recinto gallego, prácticamente en primera fila, para pedir perdón por la pésima imagen ofrecida.
Al central maño se le vio muy afectado incluso fuera del campo y de camino al autobús que transportó a la expedición alavesista hacia el aeropuerto de Vigo intercambió algunas palabras con un grupo aficionados muy descontentos con la actuación del Alavés.
A su regreso a Vitoria ya el sábado por la noche, el cuerpo técnico y los componentes de la plantilla albiazul comprobaron del mismo modo en sus carnes el malestar de Iraultza 1921, el principal grupo de animación del Alavés. Algunos de sus miembros esperaron al equipo con una pancarta en la que se podía leer Game Over, ahora jugamos nosotrxs.
Este domingo el descontento no había amainado e Iraultza lo hizo público a través de sus redes sociales. “ESTA AFICIÓN NO LA MERECÉIS! Un respeto a quienes han recorrido kilómetros por ir a hacer lo que no se ha hecho desde el césped ni desde ninguna instancia del club en todas estas últimas temporadas: RESPETAR ESTE ESCUDO”, escribieron.
El estado de ánimo de la afición podrá palparse mejor este miércoles en el partido ante el Espanyol, previsto a las 19.00 horas. El Alavés estableció días atrás precios populares entre 5 y 15 euros para presenciar dicho choque con el fin de que Mendizorroza fuera una olla a presión.
La estrepitosa derrota en Balaídos, que ha dejado al equipo virtualmente con los dos pies en Segunda División, puede hacer que el recinto del Paseo de Cervantes no registre una buena entrada en una jornada donde una derrota propiciará, esta vez ya sí de forma matemática, la pérdida de categoría para el Glorioso.