Si el Alavés resistió 92 minutos en El Sadar fue, en parte, gracias a la excelsa actuación de Fernando Pacheco. El portero extremeño tuvo que multiplicarse en tierras navarras para reducir el mucho peligro creado por Osasuna, pero Ante Budimir se encargó de congelar sobre la bocina las esperanzas albiazules de sumar, al menos, un punto tras un gol grotesco que condensó a la perfección lo que está siendo una temporada tenebrosa para el conjunto del Paseo de Cervantes.

Un despeje fallido de Ximo Navarro, la gran novedad de Velázquez en el once inicial, acabó en los pies de Manu Sánchez, que sirvió un balón en bandeja para que el croata anotara con su pierna izquierda casi a puerta vacía. Ese mazazo castigó la falta de ambición del Alavés, traducida en cambios muy consevadores por parte de su nuevo técnico, y premió la insistencia navarra en la segunda parte.

Con las modificaciones de Arrasate, Osasuna embotelló al cuadro gasteiztarra, que se vio obligado a capear el temporal como pudo y que en sus contadas apariciones al contragolpe siempre escogió la peor opción. Rioja, cuyo bajón en su rendimiento es alarmante, hizo un flaco favor en este sentido al equipo con una deficiente toma de decisiones en los metros finales.

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El Alavés se quedó a las puertas de sumar un punto en Pamplona y alargó su agonía básicamente gracias a las notables intervenciones de Pacheco, que en el minuto 37 detuvo un penalti a Rubén García con una magnífica estirada hacia su lado derecho tras adivinar por dónde iba el lanzamiento ejecutado desde los 11 metros.

El extremeño, que se ha convertido en el guardameta en activo en Primera que más penas máximas ha detenido con 10 junto a Sergio Asenjo (Villarreal), también se mostró impecable por alto exhibiendo una seguridad a prueba de bombas.

Tras el descanso, Pacheco sacó otro pie providencial para evitar que Kike García anotara el primer gol de Osasuna. Lástima que nadie le acompañara en otro partido maldito que coloca al Alavés casi con los dos pies en Segunda División. Ni siquiera la mejor versión del santo de otras temporadas permite al equipo vitoriano ver la luz en la pelea por la salvación, que se queda ya a siete puntos de distancia cuando tan solo restan 21 en juego.