Un partido más desde su llegada a Vitoria en lugar de Javi Calleja, José Luis Mendilibar no dio con la tecla a la hora de que el Alavés fuera un equipo reconocible en Anoeta. Tan solo cuando se vio abajo en el marcador tras el gol de Zubimendi mediada la segunda parte reaccionó el técnico de Zaldibar, que no acertó ni con una sorprendente alineación titular en la que no figuraban jugadores, a priori, insustituibles como Escalante y Loum, ni tampoco con los cambios.

Pese a que el Alavés gozó de dos buenas ocasiones para haberse llevado un punto de tierras guipuzcoanas, en el cómputo global fue superior una Real que, a partir de los veinte minutos iniciales, se adueñó del balón y embotelló en su área a un conjunto albiazul apocado, falto de mordiente y también carente de ambición.

Es más, antes del mazazo del gol de Zubimendi el Alavés ya demandaba a gritos algún cambio táctico o de piezas que le permitiera ver la luz al final del túnel, pero Mendilibar mantuvo invariable su planteamiento y apenas movió ficha más allá del ingreso de Escalante en lugar del renqueante Pina, que formó parte del once inicial pese a estar recién salido de lesión. El técnico vizcaíno volvió a delegar su confianza en Pere Pons, aunque el catalán volvió a ser un futbolista intrascendente que no aportó casi nada al engranaje colectivo.

El Alavés tan solo quemó las naves en el último momento concediendo la entrada a De la Fuente y Manu Vallejo. El ostracismo del gaditano, un delantero por el que el club pujó de forma denodada hasta el último momento, volvió a sorprender a propios y extraños.

Nada más salir, el punta cedido por el Valencia dispuso de una ocasión clara y metió el miedo en el cuerpo a una Real Sociedad que vivió en el alambre en los compases finales pero supo llevar el partido a su terreno. El botín de Mendilibar sigue siendo escaso: siete puntos de 30 puntos desde que asumió las riendas albiazules.