Pocos días después de su llegada al Deportivo Alavés, José Luis Mendilibar atendió la llamada de este periódico y, durante esa entrevista, afirmó con rotundidad que los futbolistas que brillan más por su talento que por su físico tendrían un hueco en su equipo -incluso mencionó casos como los de Edu Expósito o Joan Jordán-. Sin embargo, tras cinco jornadas al frente del conjunto babazorro, la realidad es que el técnico vizcaíno no ha cumplido con su palabra, pues, salvo en los dos primeros derbis, siempre ha priorizado la rudeza por delante del dominio de balón en el centro del campo.
En concreto, desde el descanso del choque frente al Real Betis en el Benito Villamarín, el de Zaldibar ha confiado el doble pivote a Gonzalo Escalante, quien, durante su etapa como armero, se convirtió en dueño y señor de esa zona; y a Tomás Pina, al que, pese a estar muy por debajo de su mejor nivel con la elástica albiazul, ha rescatado para la causa e incluido en el once mientras Mamadou Loum regresa de su triunfal periplo con Senegal en la Copa África de Camerún.
Esta decisión, la de dejar prácticamente fuera de la ecuación a Toni Moya y Manu García, ha provocado una pérdida de protagonismo abismal de la medular en el juego ofensivo del equipo, el cual, ahora, únicamente se desarrolla en las bandas. Algo que sería completamente entendible si, a cambio de no asomarse al ataque, el manchego y el argentino fueran dos anclas en tareas defensiva, pero que no tiene demasiado sentido cuando, con una apuesta tan conservadora, el Glorioso sigue siendo extremadamente débil a la hora de proteger la portería de Fernando Pacheco.
Y es que, aunque los centrales y los laterales siempre sean los señalados por sus errores de marcaje, anticipación o concentración, lo cierto es que la zona de tres cuartos del Alavés es, en la actualidad, un divertido txiki park para los rivales, quienes, tras superar la línea de centro, cuentan con grandes posibilidades de encontrarse ante sí metros y más metros para conducir el balón o, en cambio, plantarse en la frontal esperando una asistencia para definir sin oposición alguna -como hicieron, por ejemplo, Canales en el Villamarín o Pere Milla en el Martínez Valero-.
Ante esta situación, es cuando menos sorprendente que Moya y Manu no tengan sitio en las alineaciones de Mendilibar. No porque vayan a ser la solución a todos los problemas del Glorioso, puesto que no va a ser así, sino por el mero hecho de que, mientras están en el banquillo, se está desaprovechando a dos de los futbolistas con más talento y técnica de la plantilla. Dos cualidades muy valoradas en Primera División, donde no sirve solo con correr debido a que los jugadores diferenciales son los que ganan los partidos, y que, desde hace varias temporadas, aparecen a cuentagotas en Mendizorroza.
Asimismo, por si sus aptitudes no fueran razón suficiente para tener minutos, cabe recordar que el rendimiento del asturiano y, en especial, del extremeño a lo largo de la temporada no ha sido para nada pobre -o no, al menos, peor que el de otros compañeros que han sido titulares indiscutibles hasta ahora-.
En este sentido, aunque es cierto que no ha brillado por su regularidad, el ovetense ha demostrado en sus distintas apariciones que es el mejor centrocampista del Alavés en tareas ofensivas. Además, su estilo de juego no debería encajar nada mal con la idea que está implementando el técnico vizcaíno en ataque, pues, con las bandas tan escoradas, el canterano del Sporting podría encontrar espacios con mucha más facilidad que durante su etapa con Javi Calleja, cuando el equipo no era esquemáticamente tan profundo.
Por otro lado, en lo referente a Moya, su repentina desaparición del once es un caso sin explicación, ya que, al contrario que Manu, él sí que ha mantenido una línea muy constante durante estos seis meses. Tanto que, en apenas unas jornadas y sin experiencia en Primera División, logró convencer al preparador madrileño y quitarle el sitio a un veterano como Pina gracias a su capacidad para ayudar a Loum en la brega y proyectar el balón hacia el área rival.
Ahora bien, lo comentado previamente no ha sido lo único que ha perdido el conjunto babazorro con la suplencia del emeritense. Desde que Mendilibar optó por relegarle, el Alavés no cuenta con su mejor lanzador y, en consecuencia, las jugadas de estrategia han perdido todo el sentido. Algo cuando menos preocupante teniendo en cuenta que el balón parado siempre ha sido una de las fortalezas de los albiazules.
Aunque el vizcaíno ha priorizado ante el Barça y el Elche la rudeza en la medular, el ‘Glorioso’ no ha mejorado en tareas defensivas
La suplencia de Moya ha provocado, además, que los vitorianos sean muy poco peligrosos en una de sus mejores bazas: la estrategia