Toda racha tiene un fin, pero ser consciente de que este tarde o temprano llegará no hace que dicho momento sea menos duro. Ayer, frente al Celta en Mendizorroza, el Deportivo Alavés vio cómo esa imbatibilidad que había predominado en sus últimos cinco partidos terminaba de forma brusca, porque, tras el inesperado empate conseguido en el Sánchez Pizjuán, la visita de los celestes se suponía como una oportunidad para dar un paso al frente y no, como terminó sucediendo, para temer de nuevo el acecho del descenso.
Más aún, teniendo en cuenta cómo se desarrolló el encuentro, pues los albiazules, sobre todo en la primera mitad, mostraron un dominio del balón en fase ofensiva hasta ahora inédito. En este sentido, los pupilos de Javi Calleja saltaron al césped del Paseo de Cervantes con una idea muy clara de qué hacer para dañar la zaga viguesa y el plan se desarrolló con éxito a través de multitud de acciones rápidas pero bien hilvanadas que, pese a las condiciones meteorológicas adversas, levantaron a los aficionados de sus asientos.
Por desgracia, no fue el día más efectivo de los babazorros y se pagaron sobremanera los errores de cara a puerta de Pere Pons, Duarte, Edgar, Loum y Guidetti, quienes tuvieron en sus botas opciones muy claras de empatar e incluso adelantar al conjunto vitoriano en el marcador.
Ocasiones, además, que no llegaron solo a través de la estrategia -como en otros partidos-, lo que habla muy bien de la mejoría que está teniendo el equipo en su sala de máquinas. Algo, eso sí, que ya había comentado el técnico madrileño en las últimas semanas y que, seguramente, llevó al propio Calleja a valorar este encuentro como el mejor del curso.
Donde, por el contrario, volvió a mostrar cierta inseguridad el Alavés fue en defensa. Un hecho sorprendente teniendo en cuenta que, precisamente, la buena labor de la zaga había sido la principal baza de los gasteiztarras durante su reciente racha. Sin embargo, al igual que el Sevilla supo cómo atravesar el muro del Glorioso en la jornada anterior, el Celta también logró hacerlo ayer y, cuando se reciben goles con facilidad, puntuar es mucho más complicado para una escuadra como la albiazul, que necesita recuperar su fortaleza en ese aspecto para la visita al Granada del próximo viernes.
Las Manos
En relación con la labor defensiva, algo que volvió a perjudicar al cuadro babazorro fueron las manos dentro del área, que continúan siendo un auténtico quebradero de cabeza para el preparador alcalaíno. Este tipo de errores se han arrastrado de la campaña anterior, cuando Duarte fue el principal protagonista, y ya han ocasionado tres penaltis en contra en las primeras 15 jornadas, lo que significa que estas acciones han dejado de ser algo puntual y ya deben considerarse como uno de los puntos a mejorar próximamente.
El primero de ellos lo cometió Toni Moya, quien, de espaldas, interceptó un remate de un futbolista de Osasuna en el derbi que se disputó en Mendizorroza durante el mes de septiembre. La segunda llegó en San Mamés, donde Ximo -orientado igual que el centrocampista emeritense- también vio cómo el VAR le señalaba una pena máxima que acabaría atajando Pacheco. Y la última tuvo lugar ayer en un centro de Javi Galán que cortó Martín y que, posteriormente, aprovechó Iago Aspas para adelantar a los visitantes tras el rechace del portero extremeño.