Perder dos puntos en el tiempo de descuento siempre deja un sabor agridulce. Sobre todo, cuando la victoria que has estado muy cerca de conseguir es en uno de los escenarios más exigentes de Primera División. Sin embargo, aunque la sensación ayer en el Sánchez Pizjuán fuera la de haber dejado escapar una gran oportunidad, lo cierto es que, una vez más, el Deportivo Alavés dejó claro que lo sucedido en el arranque liguero fue un accidente y que, en la actualidad, tiene la capacidad de competir ante cualquier rival -incluido frente a los que aspiran al título liguero-.
Además, que este Glorioso sea capaz de puntuar cada jornada no es lo único positivo, pues, como bien adelantó Javi Calleja en su comparecencia previa al viaje a Sevilla, su equipo evoluciona favorablemente en varios aspectos del juego en los que hace no mucho solo brillaban las carencias. Por ejemplo, pese a que el conjunto hispalense llevó el dominio durante gran parte del choque, los vitorianos también tuvieron varios momentos de superioridad que aprovecharon para tratar mejor el balón e hilvanar acciones prácticamente inéditas a lo largo de este primer tercio del campeonato.
Ahora bien, esas fases de posesión únicamente se pudieron ver en la primera mitad, ya que, en la segunda, el agua se apoderó del césped andaluz y, entonces, se echaron de menos varias facultades a priori intrínsecas de todo futbolista que viste la camiseta albiazul. Pues, más allá del resultado final, lo realmente sorprendente fue que el Alavés no supiera cómo jugar en un escenario y bajo una narrativa que perjudicó claramente a los locales, quienes, por debajo en el marcador, apenas pudieron aplicar su estilo y tuvieron que adaptarse a las circunstancias.
Esto último no lo logró la escuadra gasteiztarra, la cual, aunque tuvo dos opciones claras en las botas de Edgar Méndez para ampliar su diferencia en el electrónico, cometió varios errores defensivos que facilitaron sobremanera la tarea a los atacantes hispalenses. Algo llamativo teniendo en cuenta la buena labor que se había realizado en este aspecto durante los últimos partidos y, en especial, la introducción de un tercer central que generó el efecto contrario al deseado por el técnico madrileño.
Por fortuna, el tanto del empate del Sevilla llegó muy tarde y eso permitió que el Alavés sumara su quinta jornada consecutiva sin conocer la derrota. Sin duda, una racha extremadamente positiva -y merecida- que le debe servir al cuadro babazorro para seguir dando pasos al frente y, por qué no, distanciarse de la zona de descenso. Sobre todo, ahora que se ha superado con éxito, como se ha mencionado previamente, la visita a uno de los estadios más complicados de toda la categoría y en donde, en estos momentos, solo el Glorioso sabe lo que es puntuar en liga.
Asimismo, otro aspecto que merece mención es el balón parado. Los vitorianos volvieron a aprovecharse de su superioridad en esas acciones y se adelantaron en el marcador por medio de un cabezazo de Laguardia, que ya hizo lo mismo en el choque frente al Atlético en Mendizorroza.
Eso sí, a sabiendas de esa ventaja -y teniendo en cuenta el estado del terreno de juego-, es difícil de entender cómo en la segunda parte se desperdiciaron varias acciones al ejecutarlas en corto.
El conjunto babazorro no encadenaba cinco partidos sin conocer la derrota desde noviembre de 2020, cuando entrenaba Pablo Machín