El pasado 4 de octubre, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA desvelaba el inminente fichaje de Jota Peleteiro por el Deportivo Alavés. Un día más tarde, el club albiazul confirmaba oficialmente la incorporación del mediapunta gallego. Se convertía de este modo en la guinda al proyecto armado para la histórica temporada del centenario. Un jugador con amplia experiencia a su espalda, rescatado del fútbol británico en el que había desarrollado el último lustro de su carrera, y destinado a aportar las imprescindibles dosis de calidad en el ataque vitoriano. Con capacidad para conectar entre líneas con los delanteros y moverse con libertad por la vanguardia.

No hubo que esperar demasiado para asistir a su debut con la elástica del Glorioso. Aprovechando el parón de la Liga por los compromisos de las selecciones nacionales se introdujo en la dinámica del equipo y con el regreso de la competición pisó por primera vez Mendizorroza. Era la sexta jornada y Pablo Machín lo situó en el once inicial frente al Elche poniendo de manifiesto la clara apuesta por su talento.

Ese partido, uno de los peores del Alavés a lo largo del curso, concluyó con merecida derrota pero Jota ni mucho menos pagó los platos rotos. De hecho una semana después volvió a ser titular en la visita al Nuevo Zorrilla que supuso el primer éxito albiazul lejos de casa. En esa cita Peleteiro ya desarrolló un papel protagonista. Pese a llevar todavía menos de un mes en la caseta, se asoció a la perfección con Lucas Pérez y con su calidad generó muchas grietas en la defensa del Valladolid, precisamente el rival albiazul este viernes.

Plenamente asentado ya en los esquemas de Machín, el mediapunta volvió a desempeñar un papel importante la siguiente jornada. Ante el Barcelona se situó en el vértice más adelantado del centro del campo alternando su posición con la de mediapunta y aportó la pausa y la calidad claves en las salidas rápidas del equipo. Poco después de la hora de juego, sin embargo, empañó su notable actuación con una expulsión evitable al ver su segunda cartulina amarilla fruto del cansancio por el intenso trabajo desarrollado. Como consecuencia, se perdió la visita al Levante por sanción.

Recuperó la titularidad en la décima jornada del campeonato, saldada con tablas frente al Valencia. Sin embargo, ya nada fue igual. En ese encuentro tuvo -como todo el equipo- un arranque esperanzador en el que volvió a mostrar destellos de calidad pero, desplazado a la banda derecha, se fue diluyendo casi por completo con el paso de los minutos. Unos días más tarde, en la histórica victoria albiazul en Valdebebas, recordó por momentos a su mejor versión y aportó sacrificio para conservar el resultado tanto en la banda como ejerciendo de doble pivote en el tramo final.

Pero, desgraciadamente, había comenzado a recorrer ya un camino sin aparente retorno. Desde entonces, el brillo de su estrella ha ido perdiendo brillo hasta terminar apagándose en el banquillo. Se mantuvo en el once inicial ante Real Sociedad, Huesca y Celta pero el incuestionable descenso de su rendimiento provocó que Pablo Machín le relegara al rincón de pensar en los dos últimos encuentros del año, contra el Eibar y Osasuna. Una despedida de 2020 que se vio salpicada también por las declaraciones que realizó el propio Peleteiro sobre su futuro. Jota reconoció contar con una oferta de renovación por parte de la entidad de Mendizorra pero desveló que su continuidad en Vitoria era "complicada" porque disponía de otras propuestas más atractivas. Unas manifestaciones que revolvieron las aguas a su paso por el Paseo de Cervantes.

Bien sea por eso o por una simple cuestión de forma física, la realidad es que del jugador que ilusionó a la parroquia alavesista con su ilusionante arranque de curso no queda prácticamente nada en este momento. Machín volvió a darle la alternativa en su último partido al frente del Glorioso (saldado con la clara derrota ante el Cádiz) y Abelardo apostó igualmente por él en su reestreno en el banquillo. En ambos casos, sin embargo, su respuesta fue claramente deficiente. En especial en el duelo copero, en el que el técnico asturiano le recolocó en su posición natural en la mediapunta y le concedió libertad de movimientos. Ni siquiera así fue capaz de reencontrarse el gallego y desde entonces se ha visto relegado al ostracismo. Disputó poco más de veinte minutos ante el Sevilla, ni siquiera saltó al césped contra el Real Madrid y su única misión el pasado domingo fue perder tiempo en el descuento del choque contra el Getafe.

Un expediente sin duda extremadamente preocupante para quien estaba llamado a ser una de las principales referencias de este Deportivo Alavés. Más aún teniendo en cuenta que la delicada situación deportiva por la que atraviesa el club en el año de su centenario exige aprovechar al máximo los recursos disponibles. Algo que, por desgracia, no está ocurriendo en el caso de Jota Peleteiro. Una estrella fugaz que se ha apagado demasiado pronto aunque aún está a tiempo de recuperar su brillo.

Arrancó con destellos importantes en su juego pero, desplazado a la banda, se ha ido apagando hasta quedar relegado al banquillo

Las declaraciones en las que dio casi por imposible su continuidad en Vitoria revolvieron las aguas en el Paseo de Cervantes