n un horario diferente al marcado en un principio, por mor de una guerra interminable y sin sentido entre dos cantamañanas que no se avienen a dar su brazo a torcer (si uno es testarudo, el otro lo es más), el Deportivo Alavés se enfrentó al conjunto pucelano en la patria chica del recordado escritor Miguel Delibes, al que durante los días pasados se le ha recordado al cumplirse el centenario de su nacimiento. O sea, vio la luz tres meses antes que el club albiazul.

Tanto un equipo como otro andaban erráticos y muy necesitados de puntos, ambos en descenso distanciados por una mínima diferencia, y ninguno de los dos quería ceder posiciones ante un rival directísimo. Muy pronto el partido se decantó hacia el lado albiazul a causa de un penalti, y consiguiente expulsión por intervención del VAR, que podía haber hecho más daño del que realmente causó, pues Lucas -¡qué necesitado está del gol!- malogró la pena máxima. A pesar de todo, además de un gol anulado a continuación por el VAR, a partir de ese instante no hubo más que un equipo sobre el terreno de juego. Al final, ante un adversario que fue languideciendo con el transcurrir de los minutos, sin capacidad de reacción, ocurrió lo más natural: que el Alavés ganase el primer partido fuera de Mendizorroza. Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así, como expresaba Delibes en el comienzo de una de sus primeras novelas.

Buceando en la extensa obra del novelista encontramos en sus ficticios personajes ciertas similitudes con los verdaderos intérpretes del conjunto albiazul. Por ejemplo, Martín Aguirregabiria, campeón de Europa sub-21 en 2019, mantiene en el comienzo de la temporada un nivel de participación muy diferente al que había tenido tiempo atrás. Al contrario que el protagonista de El príncipe destronado de Delibes, al ser relegado a un segundo plano, solo nueve minutos jugados en los siete encuentros disputados, no ha sentido la tentación de llamar excesivamente la atención por dejar de ser el principal intérprete, sino que ha aceptado la situación como un jugador experimentado. No se le ha oído una palabra más alta que otra y ha aceptado su papel con resignación y madurez. En los últimos tiempos no pasa por su mejor momento, es posible, y quizá se merezca un descanso para reflexionar, pero solo por lo que representa se merecía alguna otra oportunidad. Más aún cuando el primer candidato al puesto, con tres centrales en defensa, tampoco ha hecho tanto para ser catalogado como indiscutible. Para mayor inri, en una defensa de cuatro también se ha contado antes con un central reconvertido en lateral que con él. Por si esto no fuera suficiente, por si no lo tenía claro nuestro príncipe destronado, ha llegado en modo cesión para esa demarcación un imberbe portugués de 19 años. Si tomamos como referencia la rueda de prensa del director deportivo albiazul en su presentación, estamos ante un jugador joven pero con un talento extraordinario. Sus halagos así lo demuestran y, como los lleve a cabo, los aficionados y el equipo disfrutarán de lo lindo. Ahora bien, lo mismo expresaba no hace mucho de otro joven futbolista cuando arribó al club y lo ha abandonado sin llegar a debutar.

Si Delibes ha mostrado siempre una marcada preferencia por los seres sencillos y sin disfraz (hoy, sin mascarilla), Machín también ha utilizado futbolistas por los que ha sentido cierta preferencia, como son aquellos que ha tenido consigo anteriormente en otros equipos. Jugadores que parten con mucha ventaja sobre los demás. En la obra delibesiana también aparece un personaje que mima en exceso a su hijo único hasta convertirlo en un egoísta y algo peor. Si llevamos a efecto la antedicha experiencia, debería prevalecer la meritocracia, no una designación arbitraria. Aunque a todos, en alguna ocasión, quizá nos ha llevado más el favoritismo que la equidad. Y en estas circunstancias lo subjetivo juega un papel preponderante.

Ambos entrenadores temían que con la derrota les apareciese en su librillo de papel de fumar, como al viejo Eloy de Delibes, la hoja roja; es decir, el aviso de que le quedan pocas, lo que se interpreta como el aviso de que su final está cerca. Después de lo visto ayer, el librillo de Machín parece que todavía tiene unas cuantas hojas más; en cambio, al preparador del Real Valladolid le ha salido la señal cuando creía que se encontraba ante una buena oportunidad para prosperar ganando. Quien sí va a comenzar a progresar con esta victoria es el conjunto alavesista. No va a ser un proceso fácil, sino que se va a encontrar inconvenientes y obstáculos varios en su camino a la permanencia. Pero esta es la mejor manera de hacerse camino.

Martín ha sido relegado y ha aceptado su papel con resignación y madurez, pero quizá se merecía alguna oportunidad

El equipo alavesista va a comenzar a progresar con el triunfo logrado en Valladolid, aunque no va a ser un proceso fácil