- Cuando Ermedin Demirovic llegó a Vitoria en el verano de 2017 no era nadie en el máximo nivel del fútbol, pero su trayectoria en categorías inferiores en Alemania, en la cantera del Leipzig, indicaba que el delantero tenía un futuro esplendoroso por delante. Un movimiento de anticipación del Deportivo Alavés en busca de explotar un diamante adelantándose al resto del mundo. Las condiciones del ariete nacido en Hamburgo y ascendencia bosnia son excepcionales, pero un carácter muy difícil de domar, un entorno que no ha facilitado las cosas y una toma de decisiones acerca de su desarrollo por parte del club del todo inexplicables propiciarán que en apenas unos días se rubrique su traspaso al Friburgo germano. En ese momento, se dará por perdida una apuesta que tenía bastante garantías de ser exitosa, pero en la que todo falló. Lo único positivo, que dejará en caja un reseñable ingreso económico (alrededor de tres millones de euros fijos, cantidad que puede incrementarse en función de diversas variables); aunque siempre quedará la duda de que el mismo podría haber sido colosal de haberse encontrado con un profesional más dócil y de haber dirigido sus pasos en la capital alavesa de manera distinta.
Demirovic llegó al Alavés para compaginar los entrenamientos con el primer equipo con los partidos con el filial en Tercera División, pero los problemas con él aparecieron casi desde el primer momento. Tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. La transferencia internacional tardó muchísimo en tramitarse, por lo que su debut tuvo que esperar. Y cuando llegó, desde muy pronto el punta dejó claro que no había venido a Vitoria para jugar en el filial en la cuarta categoría. Ahí comenzaron las fricciones con el futbolista y su entorno familiar que le acompañaba y asesoraba de cerca en este experiencia y que desde bien pronto evidenciaron unas ínfulas que poca relación tenían con el nivel real del jugador. Desencuentros que crecieron cuando fue denunciado por conducir dentro de la ciudad muy por encima de los límites de velocidad impuestos.
Eso sí, esa misma temporada 2016-17 en el club pudieron comprobar de primera mano que las condiciones de Demirovic eran innegables. Debutó con el primer equipo de la mano de Abelardo en la eliminatoria de octavos de final de Copa contra el Formentera y marcó dos goles en la ida y otro más en la vuelta. Su debut en Primera División llegó en la visita al Barcelona y en su primera titularidad, ante el Málaga, mojó de nuevo. Cuatro dianas en seis apariciones que dejaban claro su potencial con apenas veinte años.
A la conclusión de dicha campaña ya recibió el Alavés las primeras ofertas por el delantero, alguna incluso de un montante superior al que percibirá ahora del Friburgo. El club albiazul decidió no hacerle hueco en su primer equipo y eligió el Sochaux como destino. En la segunda división francesa no destacó demasiado y la cesión se deshizo en el mercado invernal tras la ruptura de relaciones con el club galo, lo que le condujo a un Almería en el que tampoco tuvo la opción de brillar.
En el verano de 2019 regresó a la capital alavesa, ya con todas las partes decididas a que su momento había llegado. Todo hacía indicar que se iba quedar a las órdenes de Asier Garitano como tercer delantero tras Joselu y Lucas Pérez, pero en el último momento se le abrió la puerta de salida para irse a préstamo al St. Gallen suizo. Una personalidad difícil de contener que amenazaba con generar problemas dentro del vestuario y una situación económica apurada por la continuidad de John Guidetti y la necesidad de liberar fichas condujeron a esta decisión que ya entonces hacía prever que el bosnio, internacional sub-21, nunca se asentaría en Mendizorroza.
Su gran temporada en Suiza ha supuesto el trampolín para su inminente regreso a Alemania. Pieza clave en la sensacional temporada del St. Gallen con trece goles y cinco asistencias, en su país de origen no han pasado por alto sus actuaciones. Con solo un año de contrato por delante, la idea primigenia del Alavés pasaba por ofrecerle ampliar dicho vínculo y, por fin, hacerle un sitio en el primer equipo. Como chocar contra una pared ante el deseo claro del jugador de buscar un nuevo destino ya fuese este mismo verano o el siguiente. Así, se ha optado por la decisión del traspaso inmediato para al menos hacer caja por una apuesta en la que todos han fallado.