No es un reciente fichaje cocinado en las oficinas del Atlético. Tampoco un futbolista mediático con colas de fans aguardando con impaciencia su firma, pero es el último soldado de Diego Simeone. Con eso le basta y le sobra a Thomas Partey (Ghana, 13-VI-1993), el elegido por el técnico argentino para adueñarse del renovado centro del campo colchonero después de una sucesión de años de intermitentes irrupciones en las alineaciones. Cedido al Mallorca en 2013 y al Almería un año después tras recalar en el filial rojiblanco en 2012, el internacional ghanés alcanzó el primer equipo del Atlético en el curso 2015-16 para experimentar en primera persona la dificultad de cautivar a Simeone. La sala de máquinas, zona de oscuro y laborioso trabajo en las antiguas entrañas del Vicente Calderón y en las del lujoso Wanda Metropolitano, asomaba como un territorio por conquistar para Thomas, señalado como el futuro heredero de auténticos especialistas en la materia como Gabi y Tiago, a quienes hizo olvidar la pasada temporada un jovenzuelo con aires de maestro llamado Rodrigo Hernández.
La consolidación del internacional español como centrocampista de primera talla mundial, motivo suficiente para que Pep Guardiola ordenara el pasado verano su reclutamiento en el Manchester City previo abono de los 70 millones de euros que marcaban su cláusula de rescisión, obligó a Thomas a esperar un curso más su momento. Simeone, su primer y gran valedor, no albergaba dudas. Ese momento, antes o después, llegaría. Y llegó. Con la marcha de Rodrigo y pese a la poderosa apuesta del club por Marcos Llorente tras el desembolso de 40 millones de euros con destino directo hacia el Real Madrid, el eterno rival, el de Ghana dio el oportuno paso al frente para alzar la voz y emerger con fuerza en las alineaciones de un reformado Atlético, donde gana enteros a medida que transcurren las semanas. Tanto es así que, tras la disputa de las diez primeras jornadas de liga y con tres partidos correspondientes a la fase de grupos de la Champions League ya celebrados, nadie discute la condición de titular indiscutible alcanzada por el africano.
“Yo soy el único 5”, se atrevió incluso a asegurar ante las cámaras del Atlético recientemente tras un encuentro de vital importancia para él contra el Eibar. Un gol suyo sobre la bocina después de salir desde el banquillo ante su sorpresa inicial, no en vano, permitió al conjunto colchonero remontar el 0-2 obtenido por el cuadro armero y dejar los tres puntos en el Wanda, rendido a su figura al igual que Simeone, el hombre que siempre confió en sus posibilidades y que, a fuego lento, ha cocinado su desarrollo hasta obtener un centrocampista moldeado a su gusto. Con una cláusula de rescisión de 50 millones de euros, su futuro ha pasado a ser uno de los principales focos de preocupación de una entidad y una afición que temen una futura fuga a un trasatlántico europeo, si bien figura con contrato en vigor hasta 2023.
MAL RECUERDO Su nombre y desempeño en el campo traen malos recuerdos a los de Asier Garitano tras lo sucedido el pasado curso en Mendizorroza, donde Thomas participó con un gol desde la larga distancia en el contundente triunfo firmado por el Atlético (4-0), que fue el segundo equipo, tras la enorme sorpresa que en su momento protagonizó el Rayo Vallecano, en conseguir vencer en el estadio del Paseo de Cervantes durante la pasada temporada. Y, precisamente, el ghanés está cerrando en el Wanda las opciones de brillo de un ídolo del alavesismo como Marcos Llorente, que todavía no ha encontrado su hueco a las órdenes de Simeone.