Vitoria - El Deportivo Alavés salvó el pasado domingo contra el Mallorca un momento de enorme dificultad, pero eso no quiere decir que las agudas bajen del todo calmadas alrededor de Mendizorroza. El crédito de Asier Garitano quedó prácticamente agotado en el serial de tres derrotas consecutivas ante Sevilla, Athletic y Real Sociedad y ganarle al cuadro bermellón era su única escapatoria para continuar en el puesto. Eso no quiere decir que el del pasado domingo fuese un examen final y definitivo, ya que la confianza en su figura ha quedado severamente mermada y cualquier indicio de vuelta a las andadas esta tarde en Valencia podría llevárselo por delante. Por eso, El Glorioso tiene ante sí en Mestalla la oportunidad de dejar ya completamente zanjada su primera crisis grave del curso o, por el contrario, en caso de mal resultado acompañado de una imagen negativa, podría reabrir de nuevo el debate en torno a la figura de un técnico que se vería sometido a un ejercicio de funambulismo de difícil supervivencia, más aún cuando tras este partido la competición se detiene de nuevo durante las dos próximas semanas por los partidos internacionales de selecciones.

Aunque el Mallorca opusiese una resistencia mínima, al menos el Alavés recuperó el pasado domingo su esencia. Volvió a ser un equipo sólido en defensa, capaz de maniatar al rival y con una capacidad física para elevar el ritmo a lo largo del desarrollo del partido y acabar achuchando a un rival que finalmente claudicó mediante el error a la presión a la que se vio sometido. Un solo encuentro le sirvió al cuadro albiazul para sumar tantos remates y ocasiones como los seis precedentes juntos, por lo que la línea está claramente marcada por mucho que no siempre se vayan a encontrar los vitorianos con tan amables rivales para facilitarles la labor.

Tras ese rearme anímico, cabe esperar que la recuperación de la senda futbolística que este equipo tiene que seguir se mantenga en el tiempo y que la imagen no se parezca en exceso a la ofrecida en los últimos desplazamientos. Y es que si el planteamiento de batalla campal y pelea cuerpo a cuerpo que sirvió para sumar un punto en Getafe se puede dar por bueno por el resultado final, lo que se vio en Bilbao y, sobre todo, en Donostia resulta del todo inaceptable. Tras el primer gol del Athletic, el Alavés se desmoronó por completo para volverse insignificante en lo que quedaba de dicho derbi y también en el siguiente al completo. Si el Mallorca fue poca oposición en la última jornada, menos aún lo fueron los albiazules para con los vecinos en las dos precedentes. Unos acontecimientos que no se pueden repetir de nuevo en este desplazamiento a la capital levantina, donde, como mínimo, la exigencia es la de plantar cara a un rival que, dicho sea de paso, tampoco es que atraviese por su mejor momento ni en lo futbolístico ni tampoco en lo anímico.

Y es que El Glorioso debe plantarse en Mestalla como pescador que busca ganancia en aguas revueltas. El Valencia vive ahora mismo más cómodo de visitante que cuando le toca ejercer de local por el mar de fondo desatado en su propio estadio en contra del propietario del club y sus decisiones, que se llevaron por delante a Marcelino García Toral tras una campaña histórica con la clasificación para la Liga de Campeones adornada con el título de la Copa del Rey.

En esa idea de hacer un partido largo y que los nervios hagan mella en el Valencia, habrá que ver si Garitano, que vuelve a contar con la baja de Pacheco, opta por mantener el 4-4-2 del último partido o si prefiere de nuevo una versión más potente en el centro del campo con un 4-1-4-1. La entrada de Pere Pons para suplir al sancionado Mubarak Wakaso parece fija, mientras que la segunda variante vendrá determinada por el sistema, con Manu García entrando en el caso de la apuesta por los tres centrocampistas o la opción de que Lucas Pérez acompañe a Joselu si juegan dos delanteros.