vitoria - Han pasado ya 18 años pero la afrenta sigue más viva que nunca, al menos para una parte de la masa social albiazul, que se niega a olvidar lo ocurrido aquel 19 de mayo del año 2000 en el viejo San Mamés. Aquella tarde, en la última jornada de la temporada 99/00, el Deportivo Alavés se jugaba ante el eterno rival, ya libre de presión en la tabla y sin nada en juego más allá de la sobrevalorada honra, una plaza en la Champions del curso siguiente. Palabras mayores para un equipo recién ascendido como quien decía a la élite que se había pasado los últimos 42 años deambulando por las catacumbas del fútbol patrio. La única premisa para tamaña recompensa después de un curso fabuloso era ganar a los rojiblancos en su propio feudo, que como se decía, no tenía ninguna otra aspiración más allá de despedir con cierto honor al que había sido su entrenador en las últimas temporadas, Luis Fernández, y hacer lo propio con uno de sus jugadores más emblemáticos en aquellos días como el defensa Patxi Ferreira.
Todo estaba preparado aquella tarde primaveral de mayo para la gran fiesta albiazul en La Catedral, sin embargo, la escuadra de Mané ni compareció en el césped ni estuvo a la altura de la exigencia. Por contra, al Athletic le surgió a última hora un jugoso aliciente en forma de prima nunca demostrada que echó por tierra las aspiraciones gloriosas de un equipo que nunca hasta entonces se había codeado con los más grandes de Europa ni tampoco lo hizo después.
El Alavés perdió aquella última jornada ante el Athletic (2-1) la oportunidad de haber dado un paso de gigante, sobre todo económico, en su recién estrenada historia en Primera División, sin embargo la casualidad quiso que aquella frustración se convirtiera al año siguiente en una oportunidad de oro cuando se asomó por primera vez a la Copa de la UEFA y alcanzó, ronda tras ronda, la final ante el Liverpool justo un año después del palo de San Mamés...
Una desilusión tremenda aquella del caramelo de la Champions birlado de la que ahora se cumplen 18 años, tiempo insuficiente al parecer para una parte de la afición albiazul, que ni perdona ni olvida la afrenta del eterno rival, sumido estos días en una profunda crisis deportiva que amenaza con su pervivencia en Primera División, lo que dejaría a Real Madrid y FC Barcelona como los únicos representantes con presencia continuada en Primera División.
La mayoría de edad de aquel partido en San Mamés coincide en el tiempo además con la visita hoy del Athletic a Mendizorroza, que ya cocina un ambiente de gala no solo para doblegar a su máximo rival sino para afearle desde la grada, como se ha podido detectar estos días en las redes sociales, su mal comportamiento entonces y dejarle claro que de echarles una mano que les permita salir del pozo -los leones ocupan en estos momentos el puesto 18º de la tabla con 14 puntos-, nada de nada. Más bien todo lo contrario. “Si es posible hundirles un poco más para que sepan lo jodido que es estar ahí abajo y se les baje las soberbia, mucho mejor”, rezaba un perfil albiazul tras el anonimato de Twitter. Heridas no cicatrizadas, por tanto, para un derbi, el segundo de la temporada para el Alavés, que llega con los papeles cambiados y la urgente necesidad de los de Gaizka Garitano de sumar los tres puntos para engancharse al tren de la permanencia antes del periodo vacacional. Curiosamente, igual que el Alavés hace 18 años solo que sin la recompensa de la gloria.
aquel gol de guerrero... Entonces, los Herrera, Contra, Karmona, Eggen, Torres Mestre, Desio, Pablo (Salcedo, min. 77), Astudillo, Azkoitia (Kodro, min. 69), Ion Begoña y Julio Salinas (Javi Moreno, min. 66) se quedaron a las puertas del cielo tras un partido insulso y mortecino que facilitó las cosas sobremanera a los locales, que sin quererlo celebraron el gol número 100 de Julen Guerrero, el adiós de Luis Fernández del banquillo rojiblanco y la afrenta al hermano del sur, que desde entonces sigue clamando venganza. Quizá en el duelo de esta noche, donde los rojiblancos se juegan buena parte de su futuro en Primera, la victoria local ayude a paliar parte de ese indigesto recuerdo que a más de uno le resulta todavía difícil de olvidar. Sobre el césped, eso sí, la sensación será otra bien distinta, conocedor el Glorioso de lo peligroso que puede resultar un león herido.