Dulantzi - El Deportivo Alavés puso ayer en Dulantzi el punto final a los ensayos de pretemporada. La próxima cita tendrá ya carácter oficial y será nada menos que ante el Barcelona en el Camp Nou. Por eso, el duelo ante el Huesca contaba con el habitual aroma a ensayo general que desprenden los amistosos que se disputan justo antes del pistoletazo de salida a la competición de verdad. Más allá del resultado (la segunda derrota del verano, en este caso por 1-2), el balance que puede hacerse es que en la escuadra de Abelardo comienzan a percibirse los primeros brotes verdes pero que estos deben abrirse paso todavía entre un exceso de ternura que se cobra un peaje muy alto. Y que puede ser aún mucho mayor frente a adversarios de más entidad que un recién ascendido como el oscense.
De inicio, El Glorioso partió con un once titular que, aunque mediatizado por los problemas físicos de varios ausentes, podría parecerse bastante al que arranque la Liga el próximo fin de semana. Pacheco en la puerta, una defensa integrada por el debutante Adrián Marín, Laguardia, Ximo Navarro y Martín; Jony, Manu, Wakaso y Burgui en el centro del campo; y Sobrino y Guidetti. Apostó además por llevar el peso del encuentro y durante los primeros minutos lo consiguió. Sin embargo, uno de los múltiples errores que cometió al intentar progresar le costó muy caro. Martín perdió la pelota en la banda derecha y, en un abrir y cerrar de ojos, el Huesca montó una contra letal -el colombiano Cucho Hernández fue una auténtica pesadilla para la zaga albiazul mientras estuvo en el césped- que acabó con el 0-1 de Gallar aprovechando el rechace de Laguardia y Navarro a un tiro anterior.
El Alavés encajó el golpe y trató de recompenerse, estando especialmente activo por la banda izquierda. El debutante Adrián Marín mostró detalles interesantes y se entendió bien tanto con Jony como con Burgui, que se intercambiaron las posiciones durante el duelo. Pese a disponer de varias ocasiones, la más clara de Manu García al filo del descanso en un remate de cabeza solo que envió por encima del larguero, el choque llegó al descanso con el 0-1 en el marcador.
Tras la pausa, los de Abelardo trataron de meterle más intensidad al choque pero los planes saltaron por los aires cuando Jony y el visitante Sastre, que acababa de entrar al campo, se enzarzaron en una trifulca tras una entrada del oscense ante la que el alavesista se revolvió que acabó con ambos expulsados. Con diez jugadores en cada bando, el partido evidentemente se abrió dando paso a unos minutos de los que no se pueden extraer demasiadas conclusiones.
Guidetti, todavía muy lejos de su mejor nivel, demostró su capacidad de rematador para aprovechar una pared con Manu García -que el vitoriano devolvió con un balón caído casi del cielo- y ejecutar una perfecta volea ante la que nada pudo hacer Werner. Se antojaba el punto de apoyo perfecto para la remontada vitoriana pero, casi a renglón seguido, Alex Gallar levantó los aplausos de los espectadores presentes en Dulantzi con un auténtico golazo. El oscense recibió la pelota en la esquina del área tras el rechace albiazul a un saque de córner y, tras recortar con pasmosa frialdad a Martín, clavó la pelota en el palo contrario (que golpeó antes de introducirse en la red) ante la mirada impotente de Pacheco.
A partir de ahí el Alavés lo siguió intentando pero ni las piernas ni el juego le dieron para inquietar de verdad a su rival. Solo el chispeante Twumasi le buscó un poco las cosquillas con su velocidad y desparpajo pero el marcador ya no se alteró. El Huesca, por su parte, optó por conservar como oro en paño lo que consideraba un tesoro, el triunfo ante todo un rival directo de Primera División. Si Abelardo quiere que los brotes verdes de ayer continúen creciendo en Barcelona desde luego deberá conseguir que no estén acompañados de tanta ternura.